Autor: José Rafael de Regil Vélez
Publicación: La primera de Puebla, 9 de febrero de 2010
El fin del año 2009 nos saludó con un par de noticias que han sacudido las conciencias, los usos y costumbres de muchas y muchos en este país: que en el Distrito Federal las uniones entre personas del mismo sexo ya pueden tener legalmente el carácter de matrimonios y no meras sociedades de convivencia y que las parejas resultantes de ellas pueden adoptar. De entonces a la fecha se han levantado muchas voces.
Hay quienes desde ciertas posturas filosóficas y teológicas han dicho que la legislación aprobada en la capital del país no tiene sentido, que contraviene la ley divina, que atenta contra las buenas costumbres, contra la moral; que sólo refleja los intereses de los pequeños grupúsculos de la izquierda, que quiere trastocar una de las más sagradas instituciones de nuestra sociedad: la familia.
Hay quienes, a su vez, señalan que ante la gran liberalidad de los legisladores de la “gran ciudad no debe cejarse ante el peligro de retornar a tiempos oscuros, pre-laicos, cuando la religión dominaba cultura, política y sociedad; que no se debe permitir la invasión del clero político en terrenos de la máxima autodeterminación ciudadana.
La lluvia de acusaciones mutuas ha sido grande y ocupado mucha tinta en papel y kilobytes en el ciberespacio. De su revisión uno obtiene la sensación de que no hay punto de diálogo, de entendimiento. En nombre de la democracia ambas facciones dejan fuera a todo aquel o aquella que no piense como ellos.
Esta situación llama la atención sobre dos temas que son hoy de suma importancia para que juntos podamos encontrar opciones que conduzcan a verdaderas condiciones de vida digna para nuestros conciudadanos: la tolerancia y la educación para la autonomía.
Tan peligrosa es una derecha intolerante como una izquierda del mismo cuño. En ambos casos los argumentos son lo de menos -aun cuando los viertan generosamente en cuanto espacio público encuentren- pues de lo que se trata es de descalificar al otro, de imponer el propio punto de vista y lo paradójico es que es realizado en nombre de los otros, utilizando abstracciones como “el pueblo”, “la mayoría”, contra otras abstracciones como “las fuerzas oscuras”, “los emisarios del pasado”… palabras sin significante concreto que sirven para justificar cualquier cosa dicha.
La intolerancia es signo de suficiente inmadurez humana. Hace años en una conferencia dada en Madrid Fernando Savater llamaba la atención de su público sobre la tarea de la educación, señalando que una de sus tareas era permitir a la gente potenciar la razón y parte de ello era favorecer que las personas, al tiempo que podían argumentar sus puntos de vista, podían escuchar los de los demás y dejarse converse por ellos cuando fuesen racionales. En el dogmatismo intolerante esto simplemente no existe. Urge que familias, escuelas y demás instituciones educativas favorezcan el diálogo, la capacidad de dar razón de lo que se dice para buscar lo que con los demás sí se puede hacer en pos de la dignidad humana. Formación académica seria para pensar y no sólo para repetir información.
Por otra parte, me parece que hoy más que nunca es importante educar para la autonomía, que si es tal promueve la interdependencia.
Con frecuencia vemos a los ministros de culto preocupadísimos por señalar cómo tienen que pensar y actuar todas las personas, en nombre de su ministerio magisterial. Diera la impresión de que su punto de vista es que nadie –excepto ellos, por iluminación sacramental, quizás- entendiera nada de nada. Se oponen a los marcos legales que abren posibilidades que a ellos les parece que no debieran existir.
Ante el aborto, por ejemplo, exigen aparatos jurídicos que lo impidan, no sea que la gente se vuelva permisiva, pues por sí misma y dejada a su espontaneidad saldría corriendo a hacer actos del todo reprobables.
Si una persona ha entendido claramente el sentido de la defensa de una vida humana, ha hecho suyas estas razones hasta volverlas parte integrante de su aparato de convicciones y ha educado su voluntad para ser coherente en las acciones de su vida cotidiana entre lo que piensa y hace, seguramente aun cuando la ley le permitiera abortar no lo haría si no fuera algo ético para él o ella.
Una persona autónoma puede vivir sus convicciones incluso en un ambiente adverso y sin necesidad de la coerción de la ley. No es necesario imponer normas a todo mundo en una sociedad plural si las familias, las iglesias y escuelas hacen su labor pedagógica y promueven la autonomía, hecha de razonabilidad y fuerza de voluntad.
No es lanzando anatemas como se solucionan las divergencias que nos plantean los problemas éticos de cada época, sino con una formación plural, incluyente que eduque personas muy conscientes de sus propias opiniones y juicios de verdad y que estén en condiciones de escuchar y respetar las de los demás que no son como las suyas (pensar que esto no es así es vivir fuera de este mundo). Hoy requerimos personas autónomas y pueden aprender a serlo tanto en espacios escolares como en los no formales.
En encontrar métodos para esta educación hay mejor apuesta que en anatemizar, desacreditar y confrontar en diálogos de sordos a todo aquel que no piensa y actúa como uno.
Artículos periodísticos publicados por diversos académicos de la Universidad Iberoamericana Puebla
jueves, febrero 18, 2010
Celebrando el Bicentenario
BAutor: Yossadara Franco Luna
Publicación: Síntesis, Tlaxcala, 19 de febrero de 2010.
Durante la ceremonia de inicio de los festejos del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, el presidente Felipe Calderón mencionó en su discurso que es necesario que "nos veamos en el espejo de nuestra historia y unidos haya capacidad de plantear el futuro que se quiere para México, para que sea la patria segura, generosa, libre y justa que todos desean”.
Es importante retomar la idea de vernos en el espejo de nuestra historia porque la celebración del Bicentenario —además de las fiestas y las inauguraciones de las obras públicas al estilo porfirista— es un buen pretexto para replantearnos seriamente cuáles han sido, cómo se han dado los frutos de ambas luchas y qué pendientes dejaron abiertos. No creo que se trate solamente de festejar que hubo una lucha armada y que ganaron las facciones liberales.
Más que hablar de la fiesta de México se tendría que apostar por despertar en las personas el interés por conocer los procesos históricos reales de nuestro país, pues sólo de esta forma nos veremos sensatamente en el espejo de nuestra historia —y no al estilo que Calderón lo propone— entonces caerán mitos que no sirven de mucho cuando se trata de entender el trayecto de nuestra nación de la forma más real posible. Trayendo reflexivamente a la memoria el pasado podremos comprender la esencia humana de nuestros acontecimientos, la de nuestros héroes o antihéroes, según sea el caso. La memoria histórica nos ayudaría a saber quiénes somos.
Una lectura crítica puede dar respuesta a múltiples cuestionamientos como ¿están resueltos los aspectos que atañen a la política social o siguen siendo tareas pendientes del pasado?, ¿el Estado se ha fortalecido o aún es vulnerable tanto a la política económica internacional como al nepotismo y corrupción al interior de las instituciones?, ¿la educación ocupa un lugar privilegiado o es un aspecto de segundo orden?, ¿el campo, materia prima del desarrollo nacional, es una preocupación real o siguen siendo los campesinos carne de cañón para cuando se necesiten?, ¿el Estado es un eje rector en la economía o un mero símbolo?, ¿somos un país de instituciones o aún está vigente el caudillaje?; más todavía: ¿existe un autentico proyecto de nación?
Una patria segura, generosa, libre y justa no se genera con una fiesta ni con la mayor cantidad de cemento que sea posible, probablemente resulte de más ayuda que los ciudadanos miremos inteligentemente al pasado.
Publicación: Síntesis, Tlaxcala, 19 de febrero de 2010.
Durante la ceremonia de inicio de los festejos del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, el presidente Felipe Calderón mencionó en su discurso que es necesario que "nos veamos en el espejo de nuestra historia y unidos haya capacidad de plantear el futuro que se quiere para México, para que sea la patria segura, generosa, libre y justa que todos desean”.
Es importante retomar la idea de vernos en el espejo de nuestra historia porque la celebración del Bicentenario —además de las fiestas y las inauguraciones de las obras públicas al estilo porfirista— es un buen pretexto para replantearnos seriamente cuáles han sido, cómo se han dado los frutos de ambas luchas y qué pendientes dejaron abiertos. No creo que se trate solamente de festejar que hubo una lucha armada y que ganaron las facciones liberales.
Más que hablar de la fiesta de México se tendría que apostar por despertar en las personas el interés por conocer los procesos históricos reales de nuestro país, pues sólo de esta forma nos veremos sensatamente en el espejo de nuestra historia —y no al estilo que Calderón lo propone— entonces caerán mitos que no sirven de mucho cuando se trata de entender el trayecto de nuestra nación de la forma más real posible. Trayendo reflexivamente a la memoria el pasado podremos comprender la esencia humana de nuestros acontecimientos, la de nuestros héroes o antihéroes, según sea el caso. La memoria histórica nos ayudaría a saber quiénes somos.
Una lectura crítica puede dar respuesta a múltiples cuestionamientos como ¿están resueltos los aspectos que atañen a la política social o siguen siendo tareas pendientes del pasado?, ¿el Estado se ha fortalecido o aún es vulnerable tanto a la política económica internacional como al nepotismo y corrupción al interior de las instituciones?, ¿la educación ocupa un lugar privilegiado o es un aspecto de segundo orden?, ¿el campo, materia prima del desarrollo nacional, es una preocupación real o siguen siendo los campesinos carne de cañón para cuando se necesiten?, ¿el Estado es un eje rector en la economía o un mero símbolo?, ¿somos un país de instituciones o aún está vigente el caudillaje?; más todavía: ¿existe un autentico proyecto de nación?
Una patria segura, generosa, libre y justa no se genera con una fiesta ni con la mayor cantidad de cemento que sea posible, probablemente resulte de más ayuda que los ciudadanos miremos inteligentemente al pasado.
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Bicentenario,
Historia de México,
Yossadara Franco Luna
Calidad educativa, reflexiones sobre sus condiciones
Autor: Mauricio López Figueroa
Publicación: E-Consulta, 16 de febrero de 2010.
¿Qué es la calidad en educación? ¿Qué exige y qué implica? ¿Bajo qué criterios dar cuenta de su realización? ¿Se trata sólo de resultados o hay otros aspectos involucrados de igual o mayor importancia? ¿De qué manera favorecer una educación de calidad para un país con las desigualdades e inequidades como el nuestro? ¿Hay condiciones para desarrollarla? ¿Cuál es la responsabilidad de la investigación educativa en la clarificación de este concepto? Son muchas preguntas en torno al dilema de la calidad educativa, el cual es siempre una preocupación expresada en los programas nacionales como “claves” para lograr que las distintas generaciones de niños y jóvenes contribuyan con su acción al crecimiento y desarrollo nacional.
Si se revisa la bibliografía dedicada al estudio y definición de este concepto será fácil constatar que la orientación que prevalece es la que está ligada a los resultados alcanzados referidos a “aprovechamiento escolar” (las calificaciones de los alumnos) con base en los recursos invertidos en medios y cobertura educativa. Este enfoque puede ser valioso en la medida en que ofrece datos sobre las condiciones para la calidad, pero no se puede formular la calidad sólo desde ahí.
Habría que considerar que el concepto de la calidad educativa es más bien un concepto problema y no un concepto solución, no parece que el tema de la calidad ofrezca referentes acabados, seguros y únicos para entenderla y conceptualizarla, sino plantea preguntas y la necesidad de reconocer las problemáticas ligadas a todos los ámbitos de lo educativo. Lograr que la educación en nuestro país sea óptima y responda con pertinencia a las necesidades individuales y sociales implica la conjunción de muchos factores desde distintos ámbitos. En este sentido, valdría la pena identificar dos niveles interdependientes en lo que ha calidad se refiere (sin que este tema se reduzca sólo a éstos): el primero relacionado con los aspectos macro, con los aspectos anclados en política educativa, en inversión económica y en indicadores cuantitativos que permitan reconocer las condiciones para favorecer procesos didáctico—pedagógicos y curriculares pertinentes, relevantes y equitativos. El segundo con aspectos micro, referidos con la relación educativa cotidiana construida en la realidad escolar institucional y en el aula entre profesores y estudiantes.
Hablar de pertinencia, relevancia y equidad como criterios para juzgar las condiciones macro cobran sentido justamente en el marco de la construcción educativa cotidiana, pero la relevancia, la pertinencia y la equidad son criterios de índole político, no en el sentido peyorativo, sino el sentido del marco orientador de las condiciones socio—políticas y culturales que, en distintos niveles de responsabilidad y concreción, deberían enmarcar el desarrollo de un determinado sistema educativo. Por lo tanto, estos criterios ayudan a juzgar las condiciones sobre las cuales queremos como sociedad establecer procesos educativos adecuados y determinar las mejores acciones para lograrlos; así mismo, estos criterios promueven un análisis crítico y complejo porque aluden a otros aspectos de la realidad nacional que trascienden lo educativo y que requieren ser atendidos de manera lo más integral posible: aspectos económicos, políticos, culturales, sociales, etc.
De manera entonces que estos criterios se deberán concretar en políticas consistentes con un proyecto de nación. La condición más profunda que enfrenta nuestro país para favorecer el tema de la calidad es la inercia histórica, pues muchos de los esfuerzos de transformación social y especialmente en el sistema educativo se enfrentan con viejas estructuras anquilosadas y corruptas que naturalmente se niegan a cambiar. Se necesita un sector educativo con mayor autonomía en sus distintos niveles de gestión, pero el país sufre de un sistema centralista, corporativista y monopólico que lo dificulta; un sistema que mantiene una inercia del pasado muy fuerte. Lograr una mayor calidad en las condiciones de un sistema educativo nacional requiere nada más una reforma del Estado.
La pertinencia, relevancia y equidad hay que entenderlos entonces como una búsqueda permanente más que como sólo indicadores; representan un proyecto, más que un producto. En este sentido la calidad hay que centrarla más en los procesos y no sólo en los resultados; la calidad es el camino, no sólo ni principalmente la meta. Se trata entonces de establecer criterios flexibles y adaptables que orienten y articulen todos los procesos asociados al hecho educativo.
Finalmente, los criterios macro permitirán juzgar si se están construyendo condiciones de posibilidad para favorecer procesos educativos de calidad entendida como la promoción del desarrollo completo de los estudiantes y que se realiza en último término en la relación educativa cotidiana. Es decir, favorecer lo que cada estudiante puede ser y llegar a ser tiene que ver principalmente con la relación que el docente establece para favorecer no sólo el aprendizaje, sino sobre todo la promoción de una construcción de una perspectiva compleja, integrada y activa sobre la realidad y la vida; esta relación pedagógica se multiplica en la relación que el estudiante establece con sus iguales y con el entorno. El proceso de enseñanza por lo tanto deberá suponer una búsqueda permanente en la que el profesor comprende con mayor profundidad no sólo el contenido de lo que enseña, sino los aspectos relacionados al alumno y sus procesos de aprendizaje; la calidad educativa por lo tanto está fundamentada en la calidad de la relación interpersonal permanente y cotidiana que promueve las dimensiones y aptitudes de los estudiantes.
Publicación: E-Consulta, 16 de febrero de 2010.
¿Qué es la calidad en educación? ¿Qué exige y qué implica? ¿Bajo qué criterios dar cuenta de su realización? ¿Se trata sólo de resultados o hay otros aspectos involucrados de igual o mayor importancia? ¿De qué manera favorecer una educación de calidad para un país con las desigualdades e inequidades como el nuestro? ¿Hay condiciones para desarrollarla? ¿Cuál es la responsabilidad de la investigación educativa en la clarificación de este concepto? Son muchas preguntas en torno al dilema de la calidad educativa, el cual es siempre una preocupación expresada en los programas nacionales como “claves” para lograr que las distintas generaciones de niños y jóvenes contribuyan con su acción al crecimiento y desarrollo nacional.
Si se revisa la bibliografía dedicada al estudio y definición de este concepto será fácil constatar que la orientación que prevalece es la que está ligada a los resultados alcanzados referidos a “aprovechamiento escolar” (las calificaciones de los alumnos) con base en los recursos invertidos en medios y cobertura educativa. Este enfoque puede ser valioso en la medida en que ofrece datos sobre las condiciones para la calidad, pero no se puede formular la calidad sólo desde ahí.
Habría que considerar que el concepto de la calidad educativa es más bien un concepto problema y no un concepto solución, no parece que el tema de la calidad ofrezca referentes acabados, seguros y únicos para entenderla y conceptualizarla, sino plantea preguntas y la necesidad de reconocer las problemáticas ligadas a todos los ámbitos de lo educativo. Lograr que la educación en nuestro país sea óptima y responda con pertinencia a las necesidades individuales y sociales implica la conjunción de muchos factores desde distintos ámbitos. En este sentido, valdría la pena identificar dos niveles interdependientes en lo que ha calidad se refiere (sin que este tema se reduzca sólo a éstos): el primero relacionado con los aspectos macro, con los aspectos anclados en política educativa, en inversión económica y en indicadores cuantitativos que permitan reconocer las condiciones para favorecer procesos didáctico—pedagógicos y curriculares pertinentes, relevantes y equitativos. El segundo con aspectos micro, referidos con la relación educativa cotidiana construida en la realidad escolar institucional y en el aula entre profesores y estudiantes.
Hablar de pertinencia, relevancia y equidad como criterios para juzgar las condiciones macro cobran sentido justamente en el marco de la construcción educativa cotidiana, pero la relevancia, la pertinencia y la equidad son criterios de índole político, no en el sentido peyorativo, sino el sentido del marco orientador de las condiciones socio—políticas y culturales que, en distintos niveles de responsabilidad y concreción, deberían enmarcar el desarrollo de un determinado sistema educativo. Por lo tanto, estos criterios ayudan a juzgar las condiciones sobre las cuales queremos como sociedad establecer procesos educativos adecuados y determinar las mejores acciones para lograrlos; así mismo, estos criterios promueven un análisis crítico y complejo porque aluden a otros aspectos de la realidad nacional que trascienden lo educativo y que requieren ser atendidos de manera lo más integral posible: aspectos económicos, políticos, culturales, sociales, etc.
De manera entonces que estos criterios se deberán concretar en políticas consistentes con un proyecto de nación. La condición más profunda que enfrenta nuestro país para favorecer el tema de la calidad es la inercia histórica, pues muchos de los esfuerzos de transformación social y especialmente en el sistema educativo se enfrentan con viejas estructuras anquilosadas y corruptas que naturalmente se niegan a cambiar. Se necesita un sector educativo con mayor autonomía en sus distintos niveles de gestión, pero el país sufre de un sistema centralista, corporativista y monopólico que lo dificulta; un sistema que mantiene una inercia del pasado muy fuerte. Lograr una mayor calidad en las condiciones de un sistema educativo nacional requiere nada más una reforma del Estado.
La pertinencia, relevancia y equidad hay que entenderlos entonces como una búsqueda permanente más que como sólo indicadores; representan un proyecto, más que un producto. En este sentido la calidad hay que centrarla más en los procesos y no sólo en los resultados; la calidad es el camino, no sólo ni principalmente la meta. Se trata entonces de establecer criterios flexibles y adaptables que orienten y articulen todos los procesos asociados al hecho educativo.
Finalmente, los criterios macro permitirán juzgar si se están construyendo condiciones de posibilidad para favorecer procesos educativos de calidad entendida como la promoción del desarrollo completo de los estudiantes y que se realiza en último término en la relación educativa cotidiana. Es decir, favorecer lo que cada estudiante puede ser y llegar a ser tiene que ver principalmente con la relación que el docente establece para favorecer no sólo el aprendizaje, sino sobre todo la promoción de una construcción de una perspectiva compleja, integrada y activa sobre la realidad y la vida; esta relación pedagógica se multiplica en la relación que el estudiante establece con sus iguales y con el entorno. El proceso de enseñanza por lo tanto deberá suponer una búsqueda permanente en la que el profesor comprende con mayor profundidad no sólo el contenido de lo que enseña, sino los aspectos relacionados al alumno y sus procesos de aprendizaje; la calidad educativa por lo tanto está fundamentada en la calidad de la relación interpersonal permanente y cotidiana que promueve las dimensiones y aptitudes de los estudiantes.
miércoles, febrero 10, 2010
Para derrocar al dictadorcito que llevamos dentro
Autor: Celine Armenta
Publicación: E-consulta, 09 de febrero de 2010
"La dictadura no solamente la ejercen las autoridades y sus esbirros, sino también una parte de la población sobre la otra; y no sólo es política sino también moral, como un agua podrida que va impregnándolo todo, hasta los pliegues más íntimos de la vida."
Esta frase, de la novelista Laura Restrepo, duele de tanta verdad que encierra y tanta miseria que revela. Duele porque describe la realidad de hoy en nuestro México lindo y querido, que por un lado dice que celebra el amor y la amistad y por el otro se ensaña en promover marginalización y odios viscerales.
Me explico. La alternancia en los colores de las autoridades crea la engañosa esperanza de que estamos avanzando en el camino de la democracia, entendida en su sentido vernáculo como el régimen de gobierno en que somos dueños de nuestros destinos, y vivimos tan libres e independientes como es posible serlo; gobernados por nosotros mismos, como corresponde a seres y colectivos adultos: soberanos, designando y controlando a nuestros gobernantes.
Pero tal democracia no está cerca, ni hay condiciones que permitan avizorarla en el horizonte. No tenemos democracia ni queremos tenerla. Añoramos la que Vargas Llosa describió como dictadura perfecta, camuflada y quizás de terciopelo, pero dictadura. Añoramos las décadas de control y disciplina, sin tener que decidir por nosotros mismos.
Veo indicios de esta actitud irresponsable por todas partes, desde nuestra indolencia hacia la participación hasta la apología de la resignación. Generalmente estos indicios se mezclan y confunden con la indiferencia ante el dolor y las necesidades ajenas, se parapetan tras las prisas, los riesgos, el cansancio. Generalmente, también, son omisiones más que acciones.
Pero eso no es todo: aquí y allá aparecen golpes criminales, descarados y ominosos contra las posibilidades democráticas de nosotros, las y los mexicanos. Son apuestas por la dictadura, por el control no sólo político sino moral; son claras expresiones de nuestra complicidad con un régimen que sólo beneficia a unos cuantos.
Ejemplo de esta dictadura interiorizada de la que no acabamos de librarnos, ni parecemos querer derrotar son las reacciones ante los matrimonios gays y lésbicos de la ciudad de México. La homofobia y todos los prejuicios a ella asociados han demostrado su ubicuidad. Tanto el jerarca religioso, a quien esta legislación parece mermarle poder de manipulación, como el señor de la esquina, a quien honestamente ni le va ni le viene, se declaran pública y orgullosamente discriminadores y homófobos. Censuran ya no sólo con las miradas y los gestos, sino con declaraciones de tanta ignorancia que moverían a risa, si no fuera porque el odio que destilan mueve antes al dolor y al miedo.
¡No se vale! La democracia requiere equidad: que todos velemos por los derechos de todos. Nada más lejano a la democracia que imponer los prejuicios y la ignorancia personal a los demás, para recortarles oportunidades.
El respeto al derecho ajeno, ya decía don Benito, es la paz; es la democracia.
Las parejas de lesbianas y de gays del Distrito Federal pueden casarse; y las mujeres defeñas pueden interrumpir un embarazo. Allá, tan cerquita de Puebla, la democracia está echando raíces; el ciudadano común puede controlar más su vida, tiene más libertades; hay más espacio para la autonomía y el gobierno del pueblo.
No sé si el partido en el poder no sabe de democracias o si ahora que ya probó el sabor del poder, encuentra irresistibles los grilletes de la dictadura. ¿Si no es así, cómo explicar la reacción visceral de los panistas de la Asamblea de Representantes del DF, de la PGR, y de Felipe Calderón ante el matrimonio gay?
Para gobernar en la democracia no se necesita renunciar a los principios religiosos o conservadores; se podría ser un decente gobernante democrático de derecha. Lo indispensable es creer en la democracia, y ello exige creer en los demás. Por otra parte, dictaduras las hay de derecha y de izquierda; dictadura es someter a los demás al pensamiento, las normas, la política y la moral del dictador; muchas veces con la complicidad de los sometidos.
¿Queremos dictadura? No lo creo. Queremos democracia. Queremos la responsabilidad, apareada a la libertad, de decidir. Ampliar las libertades legales al tamaño de los derechos; asegurar que no se discrimine a nadie.
A quienes creemos en la democracia y queremos construirla nos toca sumarnos al entusiasmo por la legislación a favor de los matrimonios gay capitalinos, y en contra de quienes pretenden declararlos anticonstitucionales.
Nos toca construir democracia desde nuestro espacio personal. Gozar genuinamente ante la parejita de enamorados que caminan tomados de la mano o se dan un beso, tanto si son un chavo y una chava, como si se trata de dos chavos, dos chavas, dos viejos o dos viejas. ¡Viva el amor! Vivimos con exceso de odios, egoísmos y rencores: celebremos el amor, y de una vez por todas sofoquemos precisamente con amor, con empatía y solidaridad, con democracia, con respeto al derecho ajeno, a ese dictadorcito y cómplice de dictaduras que parece que llevamos dentro.
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Democracia,
Tolerancia
martes, febrero 09, 2010
TÉCNICA PARA DISMINUIR EL ENOJO: “DESCATASTROFIZAR”
Autor: Raúl José Alcázar Olán
Publicación: Síntesis, por publicar.
Publicación: Síntesis, por publicar.
Los pensamientos de la gente son importantes para crear, aumentar o disminuir el enojo. Un ejemplo es el de “catastrofizar”, lo cual consiste en hacer un problema más grande o peor de lo que es. Al pensar en las cosas se utilizan palabras como “terrible, no lo puedo soportar, es lo peor, horrible”. Luego las personas reaccionan con mayor enojo a la realidad que ellos mismos han creado (catastrofizado). Al catastrofizar se exageran las cosas dolorosas o negativas de la situación y se deja de lado lo que es tolerable o bueno. Por ejemplo “¡La cena estuvo pésima y cara!”, “¡Esto es lo peor que me ha sucedido!”, “¡No puedo soportar esta situación!”, “¡Se comportó tan mal que hizo de la fiesta una pesadilla!”.
Mientras que “catastrofizar” hace que los problemas se vuelvan peores o más grandes, es posible cambiar nuestra manera de pensar o “descatastrofizar”, siempre y cuando hagamos un esfuerzo. Para cambiar, hay tres técnicas que se pueden usar.
- Sé negativo de forma realista. Los obstáculos en la vida se presentan de manera frecuente. Es probable que eso te moleste como a cualquier otra persona. Permítete sentir esos sentimientos negativos. Pero no explotes de forma desproporcionada, más allá de lo que la situación amerita. Usa palabras como “molesto, frustrante, decepcionante, triste”.
- Intenta usar un lenguaje muy preciso o específico. En lugar de decir “pésimo” describe de forma exacta y específica el problema, por ejemplo, en vez de “la cena estuvo pésima” puedes decir “la cena costó 200 pesos más de lo que esperaba”.
- No sólo observes la “parte” negativa, considera al “todo”. Hay un lado bueno y un lado malo en cualquier situación. Tal vez tu amigo llega tarde siempre pero tiene la cualidad de escucharte cuando lo necesitas.
Busca el lado positivo de las personas o las cosas y así habrá menos catastrofización. Otros ejemplos de frases que puedes usar para disminuir catástrofes son: “No es el fin del mundo. Sólo es frustrante”, “No vale la pena quedarse enojado”, “Sacaré de esta situación lo mejor que pueda”, “Ten paciencia. Pronto pasará”, “No servirá salirme de mis casillas”, “Haré lo que pueda. Si funciona, genial. Si no, bueno, hice lo que pude”, “No necesito volverme loco”, “Las cosas malas suceden. Necesito desarrollar un plan para lidiar con eso”, “Buscaré un lado positivo a la situación”.
HAITÍ: REFLEXIONES SOBRE LAS VERDADES OCULTAS (2)
Autor: Miguel Santiago Reyes
Publicación: La primera de Puebla, 03 de febrero de 2010
El presidente norteamericano Woodrow Wilson ordenó la invasión a Haití en 1915 y durante los siguientes 19 años los Estados Unidos ocuparon y gobernaron esa parte de la isla "La Española".Entre 1957 y 1986 el pueblo haitiano vivió sometido a "Papá Doc" y su hijo "Baby Doc", ambos apoyados por los Estados Unidos . En ese período se estima que al menos "diez mil haitianos perdieron la vida" (1). Antes del terremoto, Haití debía aproximadamente unos "1 300 millones de dólares en deuda externa" y se calcula " que el 40% de esa deuda la contrajeron los Duvalier con el respaldo de Estados Unidos"(idem).
Los Estados Unidos que con su poderío y penetración de sus medios de comunicación Masiva, se presentan ante el mundo como el país que más ayuda presta en estos momentos aciagos al pueblo haitiano, en el año 2002 "congelaron cientos de millones de dólares en préstamos a Haití que iban a ser utilizados para carreteras, educación y otros proyectos públicos..." (2) Esas carreteras que no se hicieron por el bloqueo de los gringos, son las mismas que hoy al no existir, no permiten que la ayuda humanitaria llegue a manos de quienes la necesitan para sobrevivir. Peor aún, en el año de 1980 (todavía en la época de los Duvalier), un crédito otorgado por el FMI imponía a Haití ciertas reformas económicas radicales que iniciaron el deterioro económico del país, mismas que fueron utilizadas posteriormente por Clinton para la reinstalación de Aristide en el poder.
Aristide fue un sacerdote católico que simpatizaba con los pobres, trabajaba a favor de los pobres y que se presentó a las primeras elecciones libres celebradas en Haití desde 1804 en diciembre de 1990. Con el 67% de votos fue proclamado Presidente de República el 7 de febrero de 1991. De inmediato, el Vaticano lo presionó para que abandonara el sacedorcio. Su Primer Ministro fue el actual presidente haitiano René Preval. Con su mandato, se inició una campaña de alfabetización, se le quitó poder a los jefes de sección de la policía, se persiguió a todo aquel que atentara contra los derechos humanos y se incrementó la lucha contra el narcotráfico. Esto provocó que el 30 de septiembre de 1991 fuera derrocado por un golpe de Estado dirigido por el general Raúl Cedras, golpe que fue condenado por la comunidad internacional. William Clinton, entonces presidente de EU, "ordenó el 14 de septiembre de 1994, previa autorización del Consejo de Seguridad de la ONU, desembarcar sus tropas en la isla con el fin de expulsar a los militares..."(3) Aristide fue reinstalado en la presidencia de la República y terminó su período en 1996, pero "Estados Unidos condicionó la reinstalación de Aristide en el gobierno, a la aceptación del gobierno local de continuar con las políticas neoliberales impuestas por el FMI (Consenso de Washington) en 1980 al conceder un crédito a Haití solicitado por Duvalier" (4). La primera medida tomada por el reinstalado Aristide "fue la reorganización del ejército con la jubilación de todos los militares con grado superior al de Comandante. Siguiendo los consejos del Fondo Monetario Internacional, inició una política de privatizaciones, lo que provocó la dimisión de su primer ministro Michel. Convocó a elecciones presidenciales para diciembre de 1995 [...] Obtuvo la victoria su amigo René Preval, al que cedió la presidencia el 7 de febrero de 1996" (5) A partir de este año "se retomó con fuerza una política neoliberal y se continuó con las reformas exigidas por el FMI... (6) ". En el año 2000, poco más de las tres cuartas partes de la población estaba en la pobreza de acuerdo a estimaciones del Banco Mundial (estimaciones calculadas a partir del parámetro de un ingreso menor a un dólar al día) (7) En ese año, Aristide acudió a las elecciones como candidato único ante el boicot de todos los otros partidos y "ya como Presidente, fue secuestrado el 29 de febrero de 2004 por las fuerzas especiales norteamericanas tras haber sido amenazado por emisarios franceses. [...] En entrevista concedida al escritor francés Claude Ribbe a pregunta expresa de que si emisarios franceses le pidieron que dimitiera varias semanas antes de su salida de Haití, Jean -Bertrand Aristide contestó: "Eso ya es conocido, ¡no hago más que repetirlo! ¡Fue el señor Régis Debray!.. iba acompañado por la Sra. Villepin. Fueron esas dos personalidades francesas las que vinieron al Palacio Nacional para pedírmelo. Eso ya es conocido" (8). Y la Historia continúa...
1. http://www.conterpunch.org/
2. Idem
3. http://www.biografiasyvidas.com/
4. http://fincapitalismo.blogspot.com/
5. http://www.biografiasyvidas.com/
6. http://fincapitalismo.blogspot.com/
7. Idem
8. http://www.voltairenet.org/article123963.htm
Publicación: La primera de Puebla, 03 de febrero de 2010
El presidente norteamericano Woodrow Wilson ordenó la invasión a Haití en 1915 y durante los siguientes 19 años los Estados Unidos ocuparon y gobernaron esa parte de la isla "La Española".Entre 1957 y 1986 el pueblo haitiano vivió sometido a "Papá Doc" y su hijo "Baby Doc", ambos apoyados por los Estados Unidos . En ese período se estima que al menos "diez mil haitianos perdieron la vida" (1). Antes del terremoto, Haití debía aproximadamente unos "1 300 millones de dólares en deuda externa" y se calcula " que el 40% de esa deuda la contrajeron los Duvalier con el respaldo de Estados Unidos"(idem).
Los Estados Unidos que con su poderío y penetración de sus medios de comunicación Masiva, se presentan ante el mundo como el país que más ayuda presta en estos momentos aciagos al pueblo haitiano, en el año 2002 "congelaron cientos de millones de dólares en préstamos a Haití que iban a ser utilizados para carreteras, educación y otros proyectos públicos..." (2) Esas carreteras que no se hicieron por el bloqueo de los gringos, son las mismas que hoy al no existir, no permiten que la ayuda humanitaria llegue a manos de quienes la necesitan para sobrevivir. Peor aún, en el año de 1980 (todavía en la época de los Duvalier), un crédito otorgado por el FMI imponía a Haití ciertas reformas económicas radicales que iniciaron el deterioro económico del país, mismas que fueron utilizadas posteriormente por Clinton para la reinstalación de Aristide en el poder.
Aristide fue un sacerdote católico que simpatizaba con los pobres, trabajaba a favor de los pobres y que se presentó a las primeras elecciones libres celebradas en Haití desde 1804 en diciembre de 1990. Con el 67% de votos fue proclamado Presidente de República el 7 de febrero de 1991. De inmediato, el Vaticano lo presionó para que abandonara el sacedorcio. Su Primer Ministro fue el actual presidente haitiano René Preval. Con su mandato, se inició una campaña de alfabetización, se le quitó poder a los jefes de sección de la policía, se persiguió a todo aquel que atentara contra los derechos humanos y se incrementó la lucha contra el narcotráfico. Esto provocó que el 30 de septiembre de 1991 fuera derrocado por un golpe de Estado dirigido por el general Raúl Cedras, golpe que fue condenado por la comunidad internacional. William Clinton, entonces presidente de EU, "ordenó el 14 de septiembre de 1994, previa autorización del Consejo de Seguridad de la ONU, desembarcar sus tropas en la isla con el fin de expulsar a los militares..."(3) Aristide fue reinstalado en la presidencia de la República y terminó su período en 1996, pero "Estados Unidos condicionó la reinstalación de Aristide en el gobierno, a la aceptación del gobierno local de continuar con las políticas neoliberales impuestas por el FMI (Consenso de Washington) en 1980 al conceder un crédito a Haití solicitado por Duvalier" (4). La primera medida tomada por el reinstalado Aristide "fue la reorganización del ejército con la jubilación de todos los militares con grado superior al de Comandante. Siguiendo los consejos del Fondo Monetario Internacional, inició una política de privatizaciones, lo que provocó la dimisión de su primer ministro Michel. Convocó a elecciones presidenciales para diciembre de 1995 [...] Obtuvo la victoria su amigo René Preval, al que cedió la presidencia el 7 de febrero de 1996" (5) A partir de este año "se retomó con fuerza una política neoliberal y se continuó con las reformas exigidas por el FMI... (6) ". En el año 2000, poco más de las tres cuartas partes de la población estaba en la pobreza de acuerdo a estimaciones del Banco Mundial (estimaciones calculadas a partir del parámetro de un ingreso menor a un dólar al día) (7) En ese año, Aristide acudió a las elecciones como candidato único ante el boicot de todos los otros partidos y "ya como Presidente, fue secuestrado el 29 de febrero de 2004 por las fuerzas especiales norteamericanas tras haber sido amenazado por emisarios franceses. [...] En entrevista concedida al escritor francés Claude Ribbe a pregunta expresa de que si emisarios franceses le pidieron que dimitiera varias semanas antes de su salida de Haití, Jean -Bertrand Aristide contestó: "Eso ya es conocido, ¡no hago más que repetirlo! ¡Fue el señor Régis Debray!.. iba acompañado por la Sra. Villepin. Fueron esas dos personalidades francesas las que vinieron al Palacio Nacional para pedírmelo. Eso ya es conocido" (8). Y la Historia continúa...
1. http://www.conterpunch.org/
2. Idem
3. http://www.biografiasyvidas.com/
4. http://fincapitalismo.blogspot.com/
5. http://www.biografiasyvidas.com/
6. http://fincapitalismo.blogspot.com/
7. Idem
8. http://www.voltairenet.org/article123963.htm
sábado, febrero 06, 2010
Haití: Reflexiones sobre las verdades ocultas (1)
Autor: Miguel Santiago Reyes
Publicación: E-Consulta, 26 de enero de 2010
El domingo 20 de enero de 2010 fueron los funerales del Arzobispo Joseph Serge y el Vicario General Chales Benoit, quienes murieron en el terremoto de 7.3 grados en la escala de Richter que destruyó Puerto Príncipe, capital de Haití, el 12 de este mismo mes. Ha pasado ya más de una semana y todavía se siguen haciendo colectas para ayudar a ese pueblo hermano y los medios de comunicación masiva machaconamente nos venden la idea de que los Estados Unidos de América han estado apoyando al máximo al gobierno de ese país a rescatar a las víctimas, seguido del apoyo humanitario, así como a guardar el orden en un país en donde desde siempre la mayor parte de la población se muere, literalmente, de hambre. En ese funeral, el “presidente haitiano, René Preval, fue empujado y atacado por personas enojadas por la lenta entrega de ayuda. Algunos jóvenes le pidieron a gritos la renuncia”(1). El señor Preval declaró que fue él quien invitó a las tropas estadunidenses al país y ya son nueve mil marines en territorio haitiano, a los que se sumarán otros 10 mil más para ocupar un país de 27 mil kilómetros cuadrados. Incluso, los jardines del derruido palacio presidencial, están siendo utilizados para hacer aterrizar sus helicópteros. En estos últimos días, ha habido varias réplicas sísmicas y la ayuda humanitaria aún no está llegando a las manos de quienes la necesitan. Esto es debido a que los militares estadounidenses han tomado el control del aeropuerto y en vez de dar paso a la ayuda internacional, dan prioridad a sus marines. Además, los norteamericanos han decidido expulsar a los periodistas de Haití, precisamente cuando algunos de ellos están contradiciendo las informaciones que dan los soldados norteamericanos. El sábado 23 de enero desalojaron a periodistas, enviados especiales a Haití, albergados en el Aeropuerto Internacional de Puerto Príncipe y a quienes se hallaban en la sede de la misión de la ONU, dándoles dos horas para abandonar el lugar (2). Venezuela, Ecuador, Cuba y Nicaragua siguen enviando ayuda humanitaria mientras Canadá, Estados Unidos, Brasil y otros países europeos como Francia y España apoyan el envío de más tropas, propias o de la ONU, cuando Floriano Pixioto, jefe militar de la misión de la ONU para la Estabilización de Haití (Minustah), ha expresado que la seguridad está garantizada y no hacen falta tropas adicionales”(3).
Actitud muy diferente a la del imperio estadounidense, es la que Cuba ha tenido con Haití, no sólo ahora, sino desde 1998, año a partir del cual se desarrolla un “Plan Integral de Salud, por el que han pasado más de 6000 cooperantes cubanos de la salud… el mismo día 13 de enero, se sumaban a la brigada cubana 60 especialistas en catástrofes, componentes del Contingente ‘Henry Reeve’, que volaban desde Cuba con medicamentos, suero, plasma y alimentos” (4), y todo esto ha sido silenciado por los medios de comunicación masiva, al grado que la cadena estadounidense Fox News llegaba a afirmar que “Cuba es de los pocos países vecinos del Caribe que no han acudido a prestar ayuda…” La información sobre el terremoto de Haití, procedente de grandes agencias de prensa y de corporaciones mediáticas ubicadas en las grandes potencias, se parece más a una campaña de propaganda sobre los donativos de los países y ciudadanos más ricos del mundo. El drama de este país, está demostrando una vez más, la verdadera naturaleza de los grandes medios de comunicación: ser el gabinete de imagen de los poderosos del mundo, convertidos en donantes salvadores del pueblo haitiano cuando han sido y son, sus verdaderos verdugos. He aquí algunos hechos históricos: Después de la independencia haitiana de Francia, este país fue víctima de un embargo económico impuesto por Francia y Estados Unidos. Las sanciones gringas duraron hasta 1863. Francia con su poderío militar, obligó al pueblo de Haití a pagar hasta 1947 -con préstamos de banqueros franceses y gringos- indemnizaciones por 150 millones de francos por los esclavos liberados. EU ocupó militarmente Haití desde 1915 hasta 1934 y, durante esos 19 años, controlaron muchas instituciones haitianas como el cobro de impuestos y las aduanas, mientras las tropas de ocupación mataban a aquellos que osaban rebelarse…Y, sin embargo, la historia no finaliza aquí, sino que sigue…
1.-http://www.eluniversal.com,mx domingo 24 de enero de 2010-01-24 2
2.- http://tercerainformacion.es/spip.php?article12408
3.- http://tercerainformacion.es/spip.php?article12396
4.- http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article12425
Publicación: E-Consulta, 26 de enero de 2010
El domingo 20 de enero de 2010 fueron los funerales del Arzobispo Joseph Serge y el Vicario General Chales Benoit, quienes murieron en el terremoto de 7.3 grados en la escala de Richter que destruyó Puerto Príncipe, capital de Haití, el 12 de este mismo mes. Ha pasado ya más de una semana y todavía se siguen haciendo colectas para ayudar a ese pueblo hermano y los medios de comunicación masiva machaconamente nos venden la idea de que los Estados Unidos de América han estado apoyando al máximo al gobierno de ese país a rescatar a las víctimas, seguido del apoyo humanitario, así como a guardar el orden en un país en donde desde siempre la mayor parte de la población se muere, literalmente, de hambre. En ese funeral, el “presidente haitiano, René Preval, fue empujado y atacado por personas enojadas por la lenta entrega de ayuda. Algunos jóvenes le pidieron a gritos la renuncia”(1). El señor Preval declaró que fue él quien invitó a las tropas estadunidenses al país y ya son nueve mil marines en territorio haitiano, a los que se sumarán otros 10 mil más para ocupar un país de 27 mil kilómetros cuadrados. Incluso, los jardines del derruido palacio presidencial, están siendo utilizados para hacer aterrizar sus helicópteros. En estos últimos días, ha habido varias réplicas sísmicas y la ayuda humanitaria aún no está llegando a las manos de quienes la necesitan. Esto es debido a que los militares estadounidenses han tomado el control del aeropuerto y en vez de dar paso a la ayuda internacional, dan prioridad a sus marines. Además, los norteamericanos han decidido expulsar a los periodistas de Haití, precisamente cuando algunos de ellos están contradiciendo las informaciones que dan los soldados norteamericanos. El sábado 23 de enero desalojaron a periodistas, enviados especiales a Haití, albergados en el Aeropuerto Internacional de Puerto Príncipe y a quienes se hallaban en la sede de la misión de la ONU, dándoles dos horas para abandonar el lugar (2). Venezuela, Ecuador, Cuba y Nicaragua siguen enviando ayuda humanitaria mientras Canadá, Estados Unidos, Brasil y otros países europeos como Francia y España apoyan el envío de más tropas, propias o de la ONU, cuando Floriano Pixioto, jefe militar de la misión de la ONU para la Estabilización de Haití (Minustah), ha expresado que la seguridad está garantizada y no hacen falta tropas adicionales”(3).
Actitud muy diferente a la del imperio estadounidense, es la que Cuba ha tenido con Haití, no sólo ahora, sino desde 1998, año a partir del cual se desarrolla un “Plan Integral de Salud, por el que han pasado más de 6000 cooperantes cubanos de la salud… el mismo día 13 de enero, se sumaban a la brigada cubana 60 especialistas en catástrofes, componentes del Contingente ‘Henry Reeve’, que volaban desde Cuba con medicamentos, suero, plasma y alimentos” (4), y todo esto ha sido silenciado por los medios de comunicación masiva, al grado que la cadena estadounidense Fox News llegaba a afirmar que “Cuba es de los pocos países vecinos del Caribe que no han acudido a prestar ayuda…” La información sobre el terremoto de Haití, procedente de grandes agencias de prensa y de corporaciones mediáticas ubicadas en las grandes potencias, se parece más a una campaña de propaganda sobre los donativos de los países y ciudadanos más ricos del mundo. El drama de este país, está demostrando una vez más, la verdadera naturaleza de los grandes medios de comunicación: ser el gabinete de imagen de los poderosos del mundo, convertidos en donantes salvadores del pueblo haitiano cuando han sido y son, sus verdaderos verdugos. He aquí algunos hechos históricos: Después de la independencia haitiana de Francia, este país fue víctima de un embargo económico impuesto por Francia y Estados Unidos. Las sanciones gringas duraron hasta 1863. Francia con su poderío militar, obligó al pueblo de Haití a pagar hasta 1947 -con préstamos de banqueros franceses y gringos- indemnizaciones por 150 millones de francos por los esclavos liberados. EU ocupó militarmente Haití desde 1915 hasta 1934 y, durante esos 19 años, controlaron muchas instituciones haitianas como el cobro de impuestos y las aduanas, mientras las tropas de ocupación mataban a aquellos que osaban rebelarse…Y, sin embargo, la historia no finaliza aquí, sino que sigue…
1.-http://www.eluniversal.com,mx domingo 24 de enero de 2010-01-24 2
2.- http://tercerainformacion.es/spip.php?article12408
3.- http://tercerainformacion.es/spip.php?article12396
4.- http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article12425
Ventanas al optimismo
Autora: Celine Armenta Olvera
Publicación: La primera de Puebla, 26 de enero de 2010
El optimismo hoy, en México, escasea. ¿Cómo confiar en futuros mejores cuando la alternancia gubernamental no ha mostrado interés en promover democracia, participación, transparencia ni rendición de cuentas, y cuando constatamos día con día que las lacras que alguna vez soñamos erradicar gozan de buena salud?
La injusticia, la corrupción, la pobreza extrema, la violencia social y de género, la intolerancia y la exclusión están entre nosotros y entorpecen hasta nulificar cualquier esfuerzo, cualquier iniciativa.
El poco optimismo que sobrevive a tan negro panorama se esfuma cuando constatamos que quienes suponíamos líderes en la vivencia y enseñanza de valores, aparecen como predicadores de las actitudes más negativas. Acabamos de constatarlo tras la aprobación en la Asamblea de Representantes del DF de leyes que buscan paliar la discriminación contra lesbianas, gay y demás disidentes sexuales.
Varios de los supuestos custodios de valores tan indiscutibles como el amor, la verdad y la justicia, no sólo se pronunciaron en contra de quienes sí actuaron a favor de la equidad, sino que llamaron a sus feligreses a pisotear los derechos, la dignidad y la conquista de todos los mexicanos; los convocaron a discriminar y a odiar.
Ante esta constatación de que estamos mal, el flamante doctor Carlos Campos —doctor en Educación por el Programa Interinstitucional Ibero-ITESO— ha abierto una ventana al optimismo con su acucioso trabajo doctoral, en el que demostró que la intolerancia y la discriminación pueden combatirse efectivamente y transformarse en respeto a los derechos de los demás.
Durante cinco años, el doctor Campos llevó a cabo una investigación ambiciosa: primero, para demostrar que la intolerancia y la discriminación están en la raíz de muchas de las miserias que nos aquejan; que sólo se agrede y se defrauda a quienes se considera ajenos, diferentes, discriminables. Después, para analizar detalladamente lo que CONAPRED descubrió en 2005: que los mexicanos discriminamos: que consideramos apropiado negar derechos a quienes juzgamos diferentes: a las mujeres, los indígenas, los que viven con discapacidades o profesan religiones diferentes a la católica, a los extranjeros, los homosexuales, los ancianos. Que consideramos ser diferente igual a ser inferior.
Después, el doctor Campos centró su atención en investigar si una política educativa nacional, relativamente reciente, podría ser la clave para abatir la discriminación. Se centró en la integración educativa que la SEP define como el “proceso por el cual los niños, las niñas y los jóvenes con necesidades educativas especiales asociadas con alguna discapacidad, con aptitudes sobresalientes o con otros factores, estudian en aulas y escuelas regulares, y reciben los apoyos necesarios para tener acceso a los propósitos generales de la educación”.
Aplicó la misma encuesta con la que CONAPRED descubrió nuestra discriminación, a cientos de padres de familia y maestros de centros preescolares que tenían integrados algunos niños con discapacidad. ¿Convivir con un puñado de nenes con discapacidad exacerbaría los sentimientos de rechazo y discriminación? O ¿La convivencia cotidiana con la diversidad humana tenía algún efecto positivo?
Personalmente aplicó las largas encuestas, vació y analizó los datos, y verificó una y otra vez los resultados que parecían increíbles: la integración parecía causar un auténtico imposible, un milagro. Los padres y maestros de estos preescolares no se comportaban como el resto de los mexicanos: eran tolerantes, incluyentes, respetuosos de los derechos humanos.
Lo interesante es que no sólo transformaron sus conductas y actitudes hacia las personas con discapacidad: también se mostraban radicalmente no discriminatorios en temas de tolerancia religiosa; y no se mostraban misóginos, homófobos ni xenófobos.
Y participar en la integración educativa parece la única explicación de las enormes diferencias entre el mexicano común y los padres de familia y maestros de la investigación del doctor Campos, quien definitivamente descubrió la medicina contra nuestra destructiva y omnipresente discriminación, contra nuestra intolerancia que tan impúdicamente exhiben jerarcas religiosos, líderes políticos, y quienes se enriquecen a costillas de otros.
Quedó demostrado que la integración educativa es una ventana a la esperanza; y que muy posiblemente, si sus principios dirigieran todos los centros educativos y laborales, familiares y sociales, tendríamos un respiro y podríamos soñar en mejores futuros, solidarios, fraternos.
Estos principios son simples: visibilidad y asertividad por parte de las minorías, o sea los diferentes; apertura por parte de todos; normas de justicia, equidad y respeto a los derechos; y no cansarnos ante las dificultades. Así de difícil, pero así de posible.
Publicación: La primera de Puebla, 26 de enero de 2010
El optimismo hoy, en México, escasea. ¿Cómo confiar en futuros mejores cuando la alternancia gubernamental no ha mostrado interés en promover democracia, participación, transparencia ni rendición de cuentas, y cuando constatamos día con día que las lacras que alguna vez soñamos erradicar gozan de buena salud?
La injusticia, la corrupción, la pobreza extrema, la violencia social y de género, la intolerancia y la exclusión están entre nosotros y entorpecen hasta nulificar cualquier esfuerzo, cualquier iniciativa.
El poco optimismo que sobrevive a tan negro panorama se esfuma cuando constatamos que quienes suponíamos líderes en la vivencia y enseñanza de valores, aparecen como predicadores de las actitudes más negativas. Acabamos de constatarlo tras la aprobación en la Asamblea de Representantes del DF de leyes que buscan paliar la discriminación contra lesbianas, gay y demás disidentes sexuales.
Varios de los supuestos custodios de valores tan indiscutibles como el amor, la verdad y la justicia, no sólo se pronunciaron en contra de quienes sí actuaron a favor de la equidad, sino que llamaron a sus feligreses a pisotear los derechos, la dignidad y la conquista de todos los mexicanos; los convocaron a discriminar y a odiar.
Ante esta constatación de que estamos mal, el flamante doctor Carlos Campos —doctor en Educación por el Programa Interinstitucional Ibero-ITESO— ha abierto una ventana al optimismo con su acucioso trabajo doctoral, en el que demostró que la intolerancia y la discriminación pueden combatirse efectivamente y transformarse en respeto a los derechos de los demás.
Durante cinco años, el doctor Campos llevó a cabo una investigación ambiciosa: primero, para demostrar que la intolerancia y la discriminación están en la raíz de muchas de las miserias que nos aquejan; que sólo se agrede y se defrauda a quienes se considera ajenos, diferentes, discriminables. Después, para analizar detalladamente lo que CONAPRED descubrió en 2005: que los mexicanos discriminamos: que consideramos apropiado negar derechos a quienes juzgamos diferentes: a las mujeres, los indígenas, los que viven con discapacidades o profesan religiones diferentes a la católica, a los extranjeros, los homosexuales, los ancianos. Que consideramos ser diferente igual a ser inferior.
Después, el doctor Campos centró su atención en investigar si una política educativa nacional, relativamente reciente, podría ser la clave para abatir la discriminación. Se centró en la integración educativa que la SEP define como el “proceso por el cual los niños, las niñas y los jóvenes con necesidades educativas especiales asociadas con alguna discapacidad, con aptitudes sobresalientes o con otros factores, estudian en aulas y escuelas regulares, y reciben los apoyos necesarios para tener acceso a los propósitos generales de la educación”.
Aplicó la misma encuesta con la que CONAPRED descubrió nuestra discriminación, a cientos de padres de familia y maestros de centros preescolares que tenían integrados algunos niños con discapacidad. ¿Convivir con un puñado de nenes con discapacidad exacerbaría los sentimientos de rechazo y discriminación? O ¿La convivencia cotidiana con la diversidad humana tenía algún efecto positivo?
Personalmente aplicó las largas encuestas, vació y analizó los datos, y verificó una y otra vez los resultados que parecían increíbles: la integración parecía causar un auténtico imposible, un milagro. Los padres y maestros de estos preescolares no se comportaban como el resto de los mexicanos: eran tolerantes, incluyentes, respetuosos de los derechos humanos.
Lo interesante es que no sólo transformaron sus conductas y actitudes hacia las personas con discapacidad: también se mostraban radicalmente no discriminatorios en temas de tolerancia religiosa; y no se mostraban misóginos, homófobos ni xenófobos.
Y participar en la integración educativa parece la única explicación de las enormes diferencias entre el mexicano común y los padres de familia y maestros de la investigación del doctor Campos, quien definitivamente descubrió la medicina contra nuestra destructiva y omnipresente discriminación, contra nuestra intolerancia que tan impúdicamente exhiben jerarcas religiosos, líderes políticos, y quienes se enriquecen a costillas de otros.
Quedó demostrado que la integración educativa es una ventana a la esperanza; y que muy posiblemente, si sus principios dirigieran todos los centros educativos y laborales, familiares y sociales, tendríamos un respiro y podríamos soñar en mejores futuros, solidarios, fraternos.
Estos principios son simples: visibilidad y asertividad por parte de las minorías, o sea los diferentes; apertura por parte de todos; normas de justicia, equidad y respeto a los derechos; y no cansarnos ante las dificultades. Así de difícil, pero así de posible.
Cumbre mundial por Haití: la oportunidad de un nuevo estilo de convivencia
Autor: Benjamín Ortiz Espejel
Publicación:
Las pérdidas humanas que se calculan en Haití, después del devastador terremoto de días pasados ascienden a más de 50,000. Asímismo el país presenta una desarticulación política y económica sin precedentes. Sin duda la etapa de asistencia inmediata es urgente y durarán varios meses. Sin embargo, de la grave situación que vive el país antillano, puede surgir también la esperanza de una reconstrucción ejemplar. Recientemente se anunció que en el próximo mes de abril se llevará a cabo en República Dominicana, la Cumbre Mundial por Haití. En este foro se plantearán propuestas de reconstrucción del país, así como la condonación de su deuda externa y un programa de financiamiento por 2 mil millones de dólares anuales durante 5 años. ¿Será acaso de esta mayúscula desgracia que pueda sobrevenir un futuro esperanzador para Haití? Es posible que así sea, siempre y cuando se den al menos dos condiciones indispensables: la primera tiene que ver con una formulación de política pública de transparencia y honestidad de las autoridades con respecto a los recursos que lleguen al país. La segunda condición tendría que ver con una política que no repita un estilo de inversión productiva dilapidadora de los recursos naturales así como de una distribución de la riqueza injusta. Para la primera condición es necesario disponer de mecanismos de auditorías ciudadanas acompañadas, en este caso de alta gravedad, por organismos humanitarios internacionales de alta solvencia moral. La segunda condición debe fundamentarse en el principio de que la reconstrucción de Haití debe realizarse sobre una visión de sustentabilidad. Esto quiere decir que los planes y programas de reconstrucción de la infraestructura productiva de Haití deben integrar al menos 5 principios: El primero se refiere a la promoción y aprovechamiento de la generación de energía solar para proveer de electricidad a todo el proceso de reconstrucción, desde su uso en los hogares, hasta su utilización en procesos productivos y de servicios. El segundo principio debe ser el de proveer de sistemas de captación de agua de lluvia eficiente a nivel familiar. El tercer principio debe ser el de generar alimentos sanos no dependientes de agroquímicos altamente contaminantes dirigidos en primera instancia al autoconsumo familiar. El cuarto principio debe ser el de promover una planificación del futuro con alta participación de los habitantes haitianos en donde se discutan las alternativas de empleo locales y se defina una vocación espacial eco productiva local y regional. Finalmente el quinto principio tendría que ver con un programa de reforestación con especies nativas que en el corto plazo pudieran integrarse en los planes internacionales de pago por servicios ambientales en el contexto de la adaptación al cambio climático. Estas ideas son tan solo una incitación a que la reconstrucción de Haití sea la oportunidad histórica mundial de un nuevo estilo de convivencia.
Publicación:
Las pérdidas humanas que se calculan en Haití, después del devastador terremoto de días pasados ascienden a más de 50,000. Asímismo el país presenta una desarticulación política y económica sin precedentes. Sin duda la etapa de asistencia inmediata es urgente y durarán varios meses. Sin embargo, de la grave situación que vive el país antillano, puede surgir también la esperanza de una reconstrucción ejemplar. Recientemente se anunció que en el próximo mes de abril se llevará a cabo en República Dominicana, la Cumbre Mundial por Haití. En este foro se plantearán propuestas de reconstrucción del país, así como la condonación de su deuda externa y un programa de financiamiento por 2 mil millones de dólares anuales durante 5 años. ¿Será acaso de esta mayúscula desgracia que pueda sobrevenir un futuro esperanzador para Haití? Es posible que así sea, siempre y cuando se den al menos dos condiciones indispensables: la primera tiene que ver con una formulación de política pública de transparencia y honestidad de las autoridades con respecto a los recursos que lleguen al país. La segunda condición tendría que ver con una política que no repita un estilo de inversión productiva dilapidadora de los recursos naturales así como de una distribución de la riqueza injusta. Para la primera condición es necesario disponer de mecanismos de auditorías ciudadanas acompañadas, en este caso de alta gravedad, por organismos humanitarios internacionales de alta solvencia moral. La segunda condición debe fundamentarse en el principio de que la reconstrucción de Haití debe realizarse sobre una visión de sustentabilidad. Esto quiere decir que los planes y programas de reconstrucción de la infraestructura productiva de Haití deben integrar al menos 5 principios: El primero se refiere a la promoción y aprovechamiento de la generación de energía solar para proveer de electricidad a todo el proceso de reconstrucción, desde su uso en los hogares, hasta su utilización en procesos productivos y de servicios. El segundo principio debe ser el de proveer de sistemas de captación de agua de lluvia eficiente a nivel familiar. El tercer principio debe ser el de generar alimentos sanos no dependientes de agroquímicos altamente contaminantes dirigidos en primera instancia al autoconsumo familiar. El cuarto principio debe ser el de promover una planificación del futuro con alta participación de los habitantes haitianos en donde se discutan las alternativas de empleo locales y se defina una vocación espacial eco productiva local y regional. Finalmente el quinto principio tendría que ver con un programa de reforestación con especies nativas que en el corto plazo pudieran integrarse en los planes internacionales de pago por servicios ambientales en el contexto de la adaptación al cambio climático. Estas ideas son tan solo una incitación a que la reconstrucción de Haití sea la oportunidad histórica mundial de un nuevo estilo de convivencia.
Calidad de vida en tiempos difíciles
Autor: José Vicente Hurtado Herrera
Publicación: E-Consulta, 3 de febrero de 2010
Todo hace indicar que 2010 será un año difícil para la economía de los mexicanos, particularmente por el aumento del IVA y con ello el incremento generalizado en el precio de productos y servicios.
Frente a este panorama económico ¿qué significa tener calidad de vida? ¿qué aspiramos a construir como calidad de vida? Parto del supuesto de que el imaginario de la “vida perfecta”, de una vida llena de lujos, que resulta inalcanzable para la mayoría, ha sido superado por muchas personas por su visión crítica de la realidad.
La calidad de la existencia se puede analizar desde dos referentes, por un lado las condiciones de vida y por otro la satisfacción personal.
Las condiciones de vida se pueden valorar desde la integralidad del ser humano, desde la cobertura de las necesidades de las diferente dimensiones que le conforman (realidad bio-psico-social). Ejemplo de lo anterior son los indicadores que establece un organismo como el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo): vivienda, salubridad, educación, recreación, ingreso (indicadores empleados para valorar el desarrollo humano de las sociedades).
La satisfacción personal es un criterio más bien subjetivo, personal, que nace del imaginario formado a lo largo de la vida del individuo, y como idealización puede ir evolucionando desde la conciencia crítica y las opciones de la persona.
Generalmente se considera que la búsqueda de un mayor ingreso corresponde a la consecución de una mejor vida, pues el disponer de más recursos permite acceder a mayores bienes, a mayores comodidades; clara expresión del ideal consumista.
Sin embargo ¿qué pensar del hecho de renunciar a un empleo, de renunciar a un salario por aspirar a la calidad de vida anhelada? Parece contradictorio, e incluso arriesgado en medio de esta crisis económica por la que pasamos, pero representa otra expresión de la misma búsqueda.
La calidad de vida para algunos se traduce en la necesidad de tener tiempo y dedicarlo para el amoroso cuidado de los seres queridos, de los seres de quienes se es responsable de una u otra manera, seres para quienes se es indispensable o por lo menos ampliamente necesario: los hijos, los padres viejos o enfermos, los menesterosos, los excluidos, los “otros” carentes.
Pues el amoroso cuidado de los seres humanos, requiere tiempo, presencia, estar ahí, pues sólo así se puede acompañar de mejor manera su proceso de vida, su crecimiento, su irse haciendo. Es el rasgo de esteta que debe presentar el educador, como lo afirma Paolo Freire, un educador que crea, que recrear, que acompaña.
Dedicar la existencia o unos años de ésta, para ocuparse de lo más preciado, de colaborar con la vida de otro, resulta una tarea impostergable, una responsabilidad que se opta y que requiere decidir los medios pertinentes.
Dejar un empleo por considerar que existen otras prioridades para vivir mejor, sin duda que hoy por hoy resulta un privilegio, pero también es cierto que conlleva el reto de administrarse de otra manera, disponiéndose a administrar la austeridad y no la abundancia, o lo más.
Cierto es que muchas personas no tienen la posibilidad de elegir su estilo de vida, pues están profundamente determinados por las circunstancias de su contexto, por la extrema pobreza, por la falta de oportunidades, y a pesar ello siempre existe un margen de decisión.
Optar, cambiar, abrirse a nuevos horizontes, especialmente cuando resulta contra todo pronóstico, contra lo establecido, sin duda que es signo de convicción, de búsqueda decidida, de no conformarse con lo existente; además puede representar una oportunidad de descubrir otros horizontes, otros mundos, otras posibilidades de realización, otras formas de caminar por la vida.
Parece que la pregunta por la calidad de vida, personal y comunitaria, es una cuestión que vale la pena preguntarnos constantemente, que es necesario decidir, a fin de dignificar la existencia, de disfrutarla, de humanizarla, para vivir y no simplemente sobrevivir.
Publicación: E-Consulta, 3 de febrero de 2010
Todo hace indicar que 2010 será un año difícil para la economía de los mexicanos, particularmente por el aumento del IVA y con ello el incremento generalizado en el precio de productos y servicios.
Frente a este panorama económico ¿qué significa tener calidad de vida? ¿qué aspiramos a construir como calidad de vida? Parto del supuesto de que el imaginario de la “vida perfecta”, de una vida llena de lujos, que resulta inalcanzable para la mayoría, ha sido superado por muchas personas por su visión crítica de la realidad.
La calidad de la existencia se puede analizar desde dos referentes, por un lado las condiciones de vida y por otro la satisfacción personal.
Las condiciones de vida se pueden valorar desde la integralidad del ser humano, desde la cobertura de las necesidades de las diferente dimensiones que le conforman (realidad bio-psico-social). Ejemplo de lo anterior son los indicadores que establece un organismo como el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo): vivienda, salubridad, educación, recreación, ingreso (indicadores empleados para valorar el desarrollo humano de las sociedades).
La satisfacción personal es un criterio más bien subjetivo, personal, que nace del imaginario formado a lo largo de la vida del individuo, y como idealización puede ir evolucionando desde la conciencia crítica y las opciones de la persona.
Generalmente se considera que la búsqueda de un mayor ingreso corresponde a la consecución de una mejor vida, pues el disponer de más recursos permite acceder a mayores bienes, a mayores comodidades; clara expresión del ideal consumista.
Sin embargo ¿qué pensar del hecho de renunciar a un empleo, de renunciar a un salario por aspirar a la calidad de vida anhelada? Parece contradictorio, e incluso arriesgado en medio de esta crisis económica por la que pasamos, pero representa otra expresión de la misma búsqueda.
La calidad de vida para algunos se traduce en la necesidad de tener tiempo y dedicarlo para el amoroso cuidado de los seres queridos, de los seres de quienes se es responsable de una u otra manera, seres para quienes se es indispensable o por lo menos ampliamente necesario: los hijos, los padres viejos o enfermos, los menesterosos, los excluidos, los “otros” carentes.
Pues el amoroso cuidado de los seres humanos, requiere tiempo, presencia, estar ahí, pues sólo así se puede acompañar de mejor manera su proceso de vida, su crecimiento, su irse haciendo. Es el rasgo de esteta que debe presentar el educador, como lo afirma Paolo Freire, un educador que crea, que recrear, que acompaña.
Dedicar la existencia o unos años de ésta, para ocuparse de lo más preciado, de colaborar con la vida de otro, resulta una tarea impostergable, una responsabilidad que se opta y que requiere decidir los medios pertinentes.
Dejar un empleo por considerar que existen otras prioridades para vivir mejor, sin duda que hoy por hoy resulta un privilegio, pero también es cierto que conlleva el reto de administrarse de otra manera, disponiéndose a administrar la austeridad y no la abundancia, o lo más.
Cierto es que muchas personas no tienen la posibilidad de elegir su estilo de vida, pues están profundamente determinados por las circunstancias de su contexto, por la extrema pobreza, por la falta de oportunidades, y a pesar ello siempre existe un margen de decisión.
Optar, cambiar, abrirse a nuevos horizontes, especialmente cuando resulta contra todo pronóstico, contra lo establecido, sin duda que es signo de convicción, de búsqueda decidida, de no conformarse con lo existente; además puede representar una oportunidad de descubrir otros horizontes, otros mundos, otras posibilidades de realización, otras formas de caminar por la vida.
Parece que la pregunta por la calidad de vida, personal y comunitaria, es una cuestión que vale la pena preguntarnos constantemente, que es necesario decidir, a fin de dignificar la existencia, de disfrutarla, de humanizarla, para vivir y no simplemente sobrevivir.
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