jueves, febrero 18, 2010

Celebrando el Bicentenario

BAutor: Yossadara Franco Luna
Publicación: Síntesis, Tlaxcala, 19 de febrero de 2010.

Durante la ceremonia de inicio de los festejos del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, el presidente Felipe Calderón mencionó en su discurso que es necesario que "nos veamos en el espejo de nuestra historia y unidos haya capacidad de plantear el futuro que se quiere para México, para que sea la patria segura, generosa, libre y justa que todos desean”.


Es importante retomar la idea de vernos en el espejo de nuestra historia porque la celebración del Bicentenario —además de las fiestas y las inauguraciones de las obras públicas al estilo porfirista— es un buen pretexto para replantearnos seriamente cuáles han sido, cómo se han dado los frutos de ambas luchas y qué pendientes dejaron abiertos. No creo que se trate solamente de festejar que hubo una lucha armada y que ganaron las facciones liberales.

Más que hablar de la fiesta de México se tendría que apostar por despertar en las personas el interés por conocer los procesos históricos reales de nuestro país, pues sólo de esta forma nos veremos sensatamente en el espejo de nuestra historia —y no al estilo que Calderón lo propone— entonces caerán mitos que no sirven de mucho cuando se trata de entender el trayecto de nuestra nación de la forma más real posible. Trayendo reflexivamente a la memoria el pasado podremos comprender la esencia humana de nuestros acontecimientos, la de nuestros héroes o antihéroes, según sea el caso. La memoria histórica nos ayudaría a saber quiénes somos.

Una lectura crítica puede dar respuesta a múltiples cuestionamientos como ¿están resueltos los aspectos que atañen a la política social o siguen siendo tareas pendientes del pasado?, ¿el Estado se ha fortalecido o aún es vulnerable tanto a la política económica internacional como al nepotismo y corrupción al interior de las instituciones?, ¿la educación ocupa un lugar privilegiado o es un aspecto de segundo orden?, ¿el campo, materia prima del desarrollo nacional, es una preocupación real o siguen siendo los campesinos carne de cañón para cuando se necesiten?, ¿el Estado es un eje rector en la economía o un mero símbolo?, ¿somos un país de instituciones o aún está vigente el caudillaje?; más todavía: ¿existe un autentico proyecto de nación?

Una patria segura, generosa, libre y justa no se genera con una fiesta ni con la mayor cantidad de cemento que sea posible, probablemente resulte de más ayuda que los ciudadanos miremos inteligentemente al pasado.

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