Autora: Teresa Eugenia Brito Miranda.
Publicación: Síntesis.
Todas las relaciones tienen momentos conflictivos. Es importante asumir la existencia del conflicto y aprender a tratarlo como una oportunidad de formación de habilidades sociales que no se han cuidado suficientemente en la vida escolar.
Hay varias formas de considerar el conflicto. Una visión lo aborda como algo tan negativo que es mejor negarlo, “en mi familia las relaciones son siempre armónicas, no tenemos problemas”. Otra manera negativa busca prevenirlo o erradicarlo. Estas posturas no aceptan que el conflicto es parte esencial de las relaciones humanas. Asumirlo como algo natural nos da la oportunidad para desarrollar competencias sociales importantes como el diálogo y la empatía que contribuyen a formar en los valores de respeto, tolerancia y solidaridad.
La escuela es el lugar privilegiado para este desarrollo, pues es el primer espacio público al que asisten los niños. Los maestros necesitamos prepararnos para hacerlo de manera más intencionada. La preocupación por la convivencia en la escuela es algo por lo que no se ha apostado. Este aprendizaje se asume como dado, no se le invierte tiempo ni esfuerzo. Las materias son lo importante aunque los niños no aprendan a compartir, a escucharse, a ponerse en lugar del otro… ¿Cómo desaprovechamos esa oportunidad de oro para aprender a convivir y sentar las bases para la formación de ciudadanos?
Observar nuestra propia práctica como maestros es un primer paso en este aprendizaje pues somos actores importantes en los procesos de aprendizaje. Muchas veces el maestro es el modelo más a la mano que el niño o adolescente tiene a su alcance.
Hay varias formas de relación para abordar los conflictos: actuar de manera agresiva, tomarlo en una forma pasiva (no paciente) o hacerlo de manera asertiva. Para abordarlo asertivamente necesitamos trabajar habilidades que permitan dar respuesta en un tiempo oportuno, no necesariamente de manera inmediata. Dar tiempo para dialogar es necesario pues permite que los ánimos se calmen, se puedan analizar las situaciones y las diversas posiciones con una mayor apertura. En ocasiones “nos enganchamos “con el problema y perdemos la perspectiva del lugar del problema. Para trabajar la asertividad necesitamos practicar varias veces hasta lograr que la forma de relación asertiva se convierta en un hábito. Observar nuestras formas de relación en los conflictos es importante para poder trabajar por una convivencia escolar sana.
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