Autor: Fernando Dorantes Ramírez
Publicación: Síntesis 12 de octubre de 2006
En las colaboraciones anteriores he comentado algunos aspectos sobre la creatividad, sin embargo, mi profesión me lleva a reflexionar sobre las aplicaciones que se pueden dar a la creatividad en diferentes campo, entre ellos, el Diseño como verbo, es decir, el diseño aplicado en diferentes disciplinas de las que surge la interacción de dos tipos de técnicas, unas mentales que llamamos creatividad y otras instrumentales que son inducidas por los aparatos.
Una misión declarada del diseño es contribuir a una mejor calidad de vida, como lo menciona Joan Costa (1998) es un diseño para la gente, por tanto se podría entender como un “diseño para la vida”, conceptos que han tomado fuerza en la actualidad.
El diseño y la creatividad han ido de la mano, emparentadas desde los mismos inicios del ser humano y, sólo la Historia ha referido los diseños que han colaborado para el mejor estado del hombre, la vida. Sin embargo, no hay referentes escritos sobre otro tipo de diseño que es la contraparte de la vida, la muerte.
El diseño para la muerte abarca una amplia gama de producciones que viven de la muerte, podríamos mencionar, las máquinas de guerra, los parques funerarios, armas, utensilios, productos y grandes negocios que viven y se alimentan de la muerte.
A través de la historia de la humanidad tenemos un sinfín de ejemplos que nos hablan del diseño para la muerte y que han pasado desapercibidos y, que incluso se les ha dado poca importancia. Revisemos algunos ejemplos: Las pirámides de Egipto, han sido claramente el diseño arquitectónico más imponente para venerar la muerte, toda vez que los arquitectos la diseñaron para preservar a un muerto, con una cámara especial para él, una serie de pasadizos y trampas que sólo la genialidad de la época permitió su edificación. Otro, el diseño de cañones que cuando los vemos en algún museo, nos asombra, no tanto el efecto destructivo que tuvo, por el contrario, nos fascina el diseño del mismo, su ornamentación, su manufactura. Asimismo, baste recordar todos los diseños de aparatos para infringir la muerte que utilizó la inquisición.
El primer artista y diseñador industrial, conocido, fue Leonardo da Vinci quien se destacó por su gran ingenio, en su época, y que fue uno de los principales diseñadores de aparatos y máquinas para causar la muerte, para la guerra. Entre sus diseños más conocidos tenemos la construcción de puentes ligeros para las campañas militares, las bombardas, precursor del submarino y del tanque de guerra, el helicóptero y bombas de fragmentación, entre otros muchos inventos.
Contemporáneamente existe una ingeniería refinada de la muerte, las pruebas nucleares, la compra venta de armas, los campos de exterminio, los laboratorios para procesar drogas y sus redes de distribución.
Desde la arquitectura, el diseño industrial y gráfico encontramos muchos ejemplos de una industria mortuoria. Las tumbas, los nichos, los pabellones y los cementerios, desde la arquitectura. Por el lado del industrial se diseñan y fabrican objetos relacionados con los ritos funerarios ligados a ritos, liturgias y ceremonias como objetos votivos, urnas funerarias, amuletos y relicarios, entre otros. Desde la industria gráfica se manejan los avisos de defunciones, las esquelas, lo impresos para los diarios y el manejo de códigos específicos de cada religión, basta darse una vuelta por una imprenta para elegir la esquela que más se acomode a nuestros sentimientos para hacer el recordatorio de un aniversario luctuoso.
Más reciente en el inicio de los años 90[1], nos encontramos con el diseño de un ataúd plegable que el diseñador suizo Alexander Hass presentó y que se ha utilizado en muchas catástrofes alrededor del mundo, las características que presenta es que es ligero, plegable, transportable, resistente y ecológico y, desde su punto de vista estético se presenta con un aspecto similar a los tradicionales de madera y se puede pintar, decorar, almohadillar o ser recubierto de muy distintas formas.
Todo este proceso, es un hecho, está conviviendo con los usuarios del diseño y no le prestamos atención ya que, culturalmente, la muerte para nuestras culturas tiene otras connotaciones que nos han alejado de la reflexión de todos lo que representa en su contexto y, por lo tanto, los deudos desean que haya un servicio funerario digno de la personalidad de quien abandonó este mundo terrenal.
La convivencia del diseño, en todas sus facetas, nos integra, sin embargo, no hemos encontrado que se hable de este tópico en ninguna publicación ni hay investigaciones que nos ubiquen en la historia del diseño para la muerte, pero si en el diseño para la vida.
Hasta pronto.
[1] Costa, Joan. Diseño para la muerte. Artículo publicado en http://www.joancostas.com/. 1998. Barcelona, España
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