Autor: Rodrigo Saldaña Guerrero
Publicación: e-consulta, 24 oct. 2006
Los partidos están en el negocio de vender sueños. Hoy, todos ellos prometen mejores días para nosotros. Uno de los mayores obstáculos, empero, es que donde se nos promete un Estado de Derecho, reinan en realidad los caciques, señores de horca y cuchillo, aunque hoy vistan a la moda. Gobernantes de facto, que ni saben ni quieren saber del derecho. ¿Nos salvarán los partidos de los caciques?. Esto equivaldría a depositar nuestros ahorros con los ladrones. Vemos esto, en primer lugar, porque ningún partido nos habla de su estrategia para erradicar a los caciques. Hay más, sin embargo. Se habla mucho de los lujos, de las millonarias prestaciones, de los bonos extraordinarios que se otorgan a sí mismos esos señores en el poder. Pero consideren los siguientes casos:
· La ley obliga a los partidos a dar un porcentaje de sus candidaturas a mujeres. Pero así como los juniors de los políticos son suplentes de un diputado que le deja pronto su lugar al hijo del jefe, vemos hoy con demasiada, escandalosa, frecuencia, que las mujeres postuladas para cumplir con las cuotas piden licencia y dejan su curul o escaño a sus suplentes varones.
· Todos recordamos el escándalo por las ambiciones políticas de algunas primeras damas. ¡Se está lastimando la equidad!, clamaron millares de fariseos de la política. Quienes, curiosamente, no dijeron nada cuando una de esas primeras damas fue hecha senadora por Tlaxcala, aunque eso seguramente iba también contra la equidad. Ni dijeron ni pío cuando el líder del PRD, Leonel Cota Montaño dejó en su lugar, como gobernador de Baja California Sur, ¡a su primo!. Pero ahora me encuentro con que una senadora por ese estado se llama Josefina Cota Cota. ¿Pura casualidad?. Pero los gritos renacen cuando un gobernador usa los recursos de su gobierno para imponer un sucesor. ¿Preocupación por la equidad o por el presupuesto?.
· Pues bien, la senadora Cota fue una de tres miembros de esa cámara del Congreso de la Unión enviados por el PRD al PT para que éste pueda disfrutar de ciertos privilegios parlamentarios ¡a costa nuestra, evidentemente!. Otra senadora en el mismo caso fue Rosario Ibarra de Piedra, a quien ni siquiera se molestaron en avisarle, y que lloró cuando una reportera se lo hizo notar.
Estos datos subrayan el hecho de que los líderes partidistas tratan a sus organizaciones como sus cacicazgos privados. En estos días, los Gurús de los Medios, a quienes pagamos principescamente para que nos orienten en estas materias, nos dicen a propósito de asuntos como los de Oaxaca y Tabasco que debemos tener… adivinen. ¡Sí!, reformas legales. Es decir, tenemos que exigirles a los caciques partidistas que reformen las leyes que ellos interpretan, modifican, administran y aplican. Cuando lo hagan podremos concentrarnos en la elevada tarea de detectar nuevos abusos y demandar nuevas reformas.
Pues ésta es la división del trabajo en Caciquelandia: nosotros trabajamos duro, pagamos impuestos, y hacemos lo que los Gurús nos indican. Los Gurús nos dicen que necesitamos reformas. Las exigimos. Entonces los caciques, regiamente pagados con nuestros impuestos, aprueban, reforman, dictaminan, gobiernan (al menos, así le llaman ellos), aplican las leyes (sí, así le llaman a eso también), administran los asuntos y recursos públicos y, ante nuestras airadas protestas, ¡hacen nuevas reformas y aplican nuevas leyes!.
Podemos juzgar de la calidad de estas leyes viendo como quedaron el Artículo 76 Constitucional y la Ley Reglamentaria de su fracción quinta. Antes eso servía para que el presidente quitara gobernadores a su antojo, ahora para que nadie pueda hacer nada cuando un estado cae en el caos, lo que no nos impide a nosotros y a los Gurús demandar que el presidente haga algo, o sea que cumpla con la Misión Imposible de gobernar a un pueblo que grita, a unos gurús que orientan y a unos caciques que desorientan, despilfarran y desgobiernan.
Esto no quiere decir que no necesitamos partidos o gobiernos. También los grupos que execran a los partidos suelen ser partidos que quieren ser gobiernos, y también la APPO es un gobierno que debe cumplir con todas las obligaciones que competen a un gobierno, aunque no se vea como puede hacerlo. Más bien diría que lo malo es que no tenemos ni partidos ni gobiernos, ni los tendremos mientras sigamos creyendo que en el juego de la política somos sólo espectadores, cuando en realidad somos jugadores, árbitros y dueños del balón. Pero así como los jugadores, los equipos y las estrategias de juego no se improvisan en un día, nosotros, la ciudadanía entera, tenemos que formarnos gobernantes supremos, jefes y jueces de los políticos… y de los gurús.
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