Autor: Benjamín Ortiz Espejel
Publicación: la jornada de oriente, 13 febrero 2007
El proceso incontrolable de calentamiento planetario esta llevando a la búsqueda de nuevas opciones energética, especialmente para el sector de transportes el cual es responsable del 25% de todas las emanaciones de gases de efecto invernadero a nivel planetario y que a escala local puede ser la fuente de hasta el 70% de estos gases, como es el caso de la Cd. De México. Una de tales opciones es la producción de biocombustibles a partir de alcoholes derivados de maíz y de otros granos. De esta manera los países productores a nivel mundial de estas materias primas tendrán un nicho de marcado cada vez mas grande y dinámico en el mercado internacional.
Los Estados Unidos, emisor del casi 30% de todos los gases de efecto invernadero, ante el escenario a mediano plazo de una salida de su ejército de Irak, tienen ante sí un enorme dilema geopolítico de gran trascendencia, que radica en perder eventualmente el control directo de este esencial recurso en el Medio Oriente y entrar en la negociación mundial de energéticos o bien comenzar a invertir en la investigación y desarrollo tecnológico de nuevos combustibles no contaminantes.
En efecto, el 25% del maíz producido en Estados Unidos durante 2006 fue destinado a la producción de bioetanol, de esta forma los granos destinados a este nuevo mercado han elevado sus precios de manera significativa en el último año. Con lo anterior, los alimentos de los países dependientes de la producción del maíz de los Estados Unidos, como es el caso de la tortilla en México, se están enfrentando a una situación inédita y de repercusiones muy delicadas para la estabilidad social.
La actual situación es un ejemplo claro y manifiesto de que la política del gobierno federal mexicano, de abandono de los campesinos mexicanos (no de los grandes industriales agroexportadores), productores por excelencia de maíz en México a partir de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio en 1994, ha sido un error gravísimo. El argumento de que era mejor buscar alimentos baratos en el mercado internacional se ha derrumbado ante la actual situación que pone al país al borde de estallidos sociales y pérdida de control político.
Lo anterior podría tener la atenuante de que México no fuese un país que por sus característica geográficas y ecológicas le fuese muy difícil la producción de maíz, pero lo sorprendente es que esto no es así y por el contrario, México es el centro de origen a nivel mundial del maíz y fue hasta 1986 autosuficiente y exportador mundial de este grano.
La solución a esta situación no se encuentra en importar maíz “de donde sea” si no que radica en reactivar las producciones locales, que por cierto existen más de 52 razas de maíz en México, al mismo tiempo que se diseñan cadenas productivas de interés social, y que permitan a los pequeños productores de maíz poder contar con tecnologías provenientes de la agroecología, de forma que se respeten los ciclos ecológicos usando el mínimo de pesticidas y abriendo nichos de mercado a productos orgánicos novedosos como sería el caso de maíces gourmet. Así mismo esta reactivación tendría además un efecto directo para frenar la intensidad de flujos migratorios a los Estados Unidos.
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