miércoles, febrero 21, 2007

ÉTICA, POLÍTICA Y CINISMO. ¿ DÓNDE ESTAMOS?

Autora: Ma. Eugenia Sánchez Díaz de Rivera.
Publicación: La jornada de oriente, 21 de febrero de 2007

El problema de la mayor o menor bondad del comportamiento humano es un tema que ha sido central en la filosofía y que como todo problema que cala en la hondura de la sustancia humana sigue y seguirá siendo tema de reflexión de debate, de confrontación y de búsqueda. La moral, esa manera de enfrentar la cotidianidad de acuerdo a priorización de valores, y la ética que es la reflexión sobre la moral, se explican de formas muy diversas. Desde el concepto de virtud griego y el de origen aristotélico consolidado por Tomás de Aquino, pasando por la idea de valor de raigambre económica y que se empezaría a utilizar posteriormente, hasta el concepto de criterio ético que asume el carácter dinámico de la moral, hay enfoques esencialistas, historicistas, binarios o complejos que fundamentan la validez de la ética de maneras diferentes.

Algunas corrientes enfatizan el procedimiento como en el caso de la Ética del Discurso, ética formal crítica, que prioriza, como sustento de la moral el diálogo simétrico entre todos los afectados por una norma; otros enfoques le dan prioridad al contenido como la Ética de la Liberación, ética material crítica, que considera que responder al clamor de las víctimas de los sistemas que en vez de generar vida generan muerte es la prioridad ética. El debate entre estas y otras corrientes es fundamental, necesario, productivo, humanizante, pero cuando el debate se termina - y entonces estamos en situación de alerta roja - es cuando se adoptan las posturas límite del amplio espectro de enfoques: el dogmatismo por un lado y el cinismo por el otro. En el primer caso se sacralizan procedimientos y contenidos asfixiando con frecuencia el sentido mismo de la moral. En el segundo el pragmatismo hace caso omiso del impacto humano de las acciones.

¿En donde estamos en México en lo que toca a la relación entre ética y política?

Edgar Morin, en uno de sus libros más recientes L’Éthique, fiel al pensamiento complejo que él ha elaborado en sus 6 libros sobre El Método, nos recuerda lo que ya decía Max Weber: que en la acción política entran en conflicto la ética de la responsabilidad que lleva a hacer compromisos y la ética de la convicción que lleva a rechazar los compromisos. Morin plantea su postura: Una responsabilidad sin convicción conduce al oportunismo y finalmente a la irresponsabilidad. Una convicción sin responsabilidad conduce a los fracasos y a la impotencia. Una ética de responsabilidad y eficiencia que elimina la convicción termina por ser inhumana e irresponsable. Una ética de convicciones que no toma en cuenta la complejidad de lo que está en juego puede traer más problemas que soluciones a la sana convivencia humana.

Tomar decisiones lo más éticas posible supone un procesamiento intelectual, emocional y espiritual profundo porque la realidad es compleja y habitualmente nos enfrentamos a conflictos de valores de difícil solución. Por lo tanto lo contrario a la seriedad en una decisión ética es precisamente el dogmatismo y el cinismo, porque eliminan el problema moral por cuestiones ideológicas o por cuestiones pragmáticas, porque cierran los ojos antes los dilemas morales, eliminan el análisis de la conflictividad y la complejidad, se desinteresan en escuchar las diferentes voces que están en juego cuando entran en conflicto individuo y colectividad, lo urgente y lo esencial, la vida presente y la de las futuras generaciones, la vida y la dignidad individual o colectiva.

¿ Qué ocurre en la esfera pública de nuestro país?

¿Qué significa ver a Felipe Calderón en Hueytlalpan en amistoso diálogo con Mario Marín y además inaugurando un programa focalizado de “combate a la pobreza”? En febrero de 2006 Felipe Calderón abogaba con enjundia porque el Gobernador de Puebla pidiera licencia y apoyaba a los diputados locales en la demanda de juicio político que interpusieron en contra del llamado Gober Precioso ante la presunta violación a los derechos humanos de Lydia Cacho, y por el uso faccioso del poder a favor de Kamel Nacif involucrado en una red de pederastia. La sonriente relación de Calderón con Mario Marín a menos de dos meses de su toma de posesión ¿es una relación compleja entre ética y política? o es simplemente cinismo. ¿Qué decir de la reelección de Guillermo Pacheco Pulido como Presidente del Tribunal Superior de Justicia y de su discurso sobre la “paz y la certeza jurídica en la impartición de Justicia en Puebla”? ¿Y de la amigable relación actual de conocidos empresarios poblanos con Mario Marín, los mismos que en la marcha de febrero de 2006 pedían a gritos su renuncia? ¿ Y de sectores populares que aplauden el informe anual del Gobernador en diversos puntos del Estado? ¿Se trata de “males menores” que hay que aceptar para sobrevivir socialmente o estamos ante la renuncia a nuestra dignidad como sociedad?

¿Qué podemos pensar cuando vemos a Calderón vestido de militar y organizando una serie de operativos más mediáticos que eficaces contra el crimen organizado para dar a la población SEGURIDAD, tema central en su búsqueda de legitimidad y por otro dejar que el precio de la tortilla suba cuando supuestamente la inclusión en el TLCAN del maíz y el pretexto para desmantelar la agricultura campesina era el abaratamiento de la alimentación de los mexicanos? ¿ En donde queda la SEGURIDAD ALIMENTARIA, principal seguridad que sustenta todas las otras seguridades? ¿ Es cinismo o es negociación sensata con la realidad el continuar con programas focalizados de atención a la pobreza que lo que han demostrado es que permiten la continuidad de políticas económicas que benefician fundamentalmente al gran capital?

¿ Qué pensar de la impunidad en relación a los hechos de Atenco y Oaxaca, del apoyo a Ulises Ruiz y de la represión que continúa de manera implacable ocultada por el cerco mediático? ¿De la descalificación que Gobernación ha hecho de los organismos internacionales de Derechos Humanos? ¿ Qué quiere decir Calderón cuando afirma en Alemania que “se respetarán los derechos humanos pero no se dejará de aplicar la ley”(sic). Dice Edgar Morin, que con complejidad y todo, hay un indicador inequívoco de una regresión de barbarie en el corazón de la civilización: la aceptación de la tortura.

Pero si decía yo que dogmatismo y cinismo son los extremos de un amplio espectro en realidad acaban tocándose. ¿No es la nueva cruzada contra el “comunismo” en América Latina, la que anunció Manuel Espino en la reciente reunión de la Democracia Cristiana y que contó con la presencia del Presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana una nueva edición de posturas dogmáticas que lo que finalmente hacen es encubrir un cinismo rampante?

Dogmatismo y cinismo degradan ¿ nos estamos degradando como sociedad?¿ Se degrada solamente la clase política?

Pero Morin, quien participó en la resistencia francesa, nos pone también en guardia acerca de la degradación ética de la política de resistencia. “Esta puede embarcarse en una espiral infernal en el que el terror del Estado represivo suscita el recurso a un terrorismo que golpea indiscriminadamente a las poblaciones. Un maniqueísmo de odio que exaspera a cada uno de los enemigos y suscita actos innobles. La degradación moral del represor se introduce en el alma del resistente”. El cinismo pragmático o el pragmatismo cínico se pueden instalar en esos procesos, como puede el dogmatismo volverlos inviables y destructivos. ¿ Cómo hacer para que los movimientos de resistencia - los movimientos de los que son catalizadores Marcos, la APPO, AMLO - y que mezclan indignación ética y rabia ante la injusticia establecida, organización democrática de diferentes grupos y a la vez intereses obscuros de políticos y de líderes de diferente perfil- no se entrampen en esas dinámicas?

Frente al déficit de futuro, ante la crisis sistémica y civilizatoria que vivimos, las decisiones morales se vuelven mucho más difíciles, pero tomarlas en serio es la única manera de vivir en humano.

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