Autor: Benjamín Ortiz Espejel
Publicación: E-Consulta, 21 Enero 2008
En años recientes se ha difundido entre diversos círculos de educadores ambientales una polémica a partir de la declaración que hiciera la UNESCO sobre la Década de la Educación para la Sustentabilidad (2005-2014). Dicha declaración se realiza con el fin de poner en sinérgia diversas iniciativas internacionales relacionada con la educación y el medio ambiente a nivel mundial. Si bien esto pudiera parecer adecuado para focalizar esfuerzos y recursos de diversas instituciones tanto gubernamentales como de la sociedad civil, representa también un “descentramiento” del concepto de Educación Ambiental que tantos años ha costado construirlo. De esta forma se han constituido dos bloques de posturas. Por un lado se ubican los investigadores y ambientalistas que consideran que el concepto de educación ambiental debe quedar “intacto” dado que se trata de un campo de conocimiento aún en construcción. Por el otro lado se presentan aquellos que opinan que el nuevo concepto de Educación para la Sustentabilidad representa un avance en la integración de nuevos campos educativos a la dimensión ambiental.
De esta forma lo que en los próximos años veremos será un reconocimiento a los logros alcanzados por los educadores ambientales de todo el mundo, pero a la vez se trata de un reto de problematización entre educación y medio ambiente. La formula de Educación para la Sustentabilidad promueve un concepto que amplía el radio de acción de la educación ambiental, al integrar problemáticas de derechos humanos, laborales, asuntos de bioética, derechos intelectuales, entre otros, de manera que no se concibe la educación ambiental como un campo o sector educativo que debe integrase en los otros, si no mas bien se apuesta ahora por una problematización desde los diversos campos educativos, dicho de otra forma de trata ahora de ambientalizar la educación.
Así pues no es posible hacer tabla rasa de tantos años y esfuerzos de miles de educadores ambientales que construyeron las bases de muchas iniciativas educativas exitosas alrededor del mundo en relación a la problemática ambiental y se debe hacer su justo reconocimiento. Así mismo es preciso avanzar hacia nuevas estrategias educativas cada vez mas amplias que promuevan el desarrollo sustentable en todos los ámbitos de la sociedad pero reconociendo las especificidades culturales de cada región.
La educación para la sustentabilidad no debe caer en la tentación de fórmulas preestablecidas aplicables a la población en general tanto de países desarrollados con en desarrollo y por el contrario debe ser un faro orientador de nuevos horizontes de desarrollo, ojala y aún nos quede tiempo para ello.
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