Autor: F.H. Eduardo Almeida Acosta
Publicación: La jornada de oriente, 15 enero 2008
Hay algo podrido en los fundamentos mismos de nuestra sociedad que nos está afectando a todos, a las ancianas y ancianos como señalaba el Domingo pasado el encabezado del diario Reforma, está afectando a las niñas y niños en particular. Leyendo la realidad social de la que formo parte y la que se manifiesta en los diarios es imposible mantenerse ciego y sordo ante el hecho de que nuestras vidas dependen fuertemente, están intensamente condicionadas, y en ocasiones hasta determinadas por el funcionamiento político de nuestra sociedad. La violencia política es una realidad cotidiana que se manifiesta hasta en la que se ejerce de manera supuestamente oculta en instituciones como la universidad, la escuela o la familia.
Hoy, en este inicio de año, invito a reflexionar sobre los impactos de los acontecimientos actuales en la vida de las niñas y los niños de nuestro país. ¿Se puede esperar que se sientan y crezcan en una sociedad democrática cuando se reprime toda protesta social, se ataca a los comunicadores inteligentes y críticos como Carmen Aristegui, se persigue a los defensores de los derechos humanos, se pavonean impunes políticos corruptos? ¿Puede esperarse que vivan en un mundo mínimamente no caótico? Los modelos que tienen frente a sus ojos: ¿Cuáles son? ¿Cuáles valen la pena? ¿Serán los seis ministros que exoneraron a los protectores de la pederastia o los cuatro que reconocieron la violación de garantías individuales de una mujer valiente? ¿Serán los comunicadores que informan según los intereses de las empresas que los contratan o los que tratan de mantener bien informada a la ciudadanía? ¿Serán los políticos que sostienen la podredumbre que nos rodea, o los que luchan por cambiar ese sistema? ¿Serán los intelectuales comprometidos con entregar la soberanía del país, o los que buscan su autonomía en un mundo de paz? Los mensajes que reciben de sus mayores: ¿Son las niñas y niños la gran riqueza del país y por ello se le da prioridad presupuestal a la educación? o ¿Son ellos prescindibles y por lo mismo se deja la educación en un segundo plano y en manos de quienes la manejan como negocio? ¿Es el país tan criminal que se requiere de una ley Gestapo? ¿Existen formas más civilizadas de combatir la criminalidad? Las relaciones económicas dentro de las que funciona nuestra sociedad: ¿Favorecen que las niñas y niños se desarrollen rodeados de cariño? ¿Pueden los encargados de velar por su socialización hacerlo cuando disponen de magros recursos económicos y de una carestía en aumento?
Deseo que en 2008 no vivamos con la cabeza baja aguantando tanto absurdo social sino resistiendo y participando en la lucha política cotidiana por transformar esta sociedad que es la de nuestras niñas y nuestros niños.
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