Autora: María Isabel Royo Sorrosal
Publicación: La Jornada de Oriente, 29 enero 2008
Acaba de realizarse el Foro ciudadano sobre Participación social en la educación. Fue una de las actividades anuales que el Observatorio Ciudadano de la Educación AC., lleva a cabo generalmente en el DF. En esta ocasión fue en una entidad federativa y una universidad, la Ibero de Puebla, donde tuvimos la ocasión de presentar resultados de investigaciones y experiencias para debatir y proponer con ciudadanos interesados en el tema.
La participación social puede darse en los diversos ámbitos de la educación: en el que se refiere al desarrollo de la comunidad, en el ámbito pedagógico, en el de generación de política educativa, etc.; y a diferentes niveles: el de las aulas y escuela, de la comunidad y municipio, y el del sistema educativo nacional.
La participación social actúa según un marco legal que la rige, y su aportación es fundamental para propiciar la rendición de cuentas y la gobernabilidad madura, en los municipios, los estados y en el país.
Durante el Foro se resaltó la importancia de una formación de los actores de la participación social (padres, empresarios, especialistas, iglesias, medios de comunicación; maestros), y de las buenas condiciones que han de propiciar los gobiernos y las autoridades (económicas, culturales, escolares, etc.) con verdadera voluntad de logro, para el desarrollo y mejora de la educación de toda la sociedad.
Los graves problemas educativos del país reclaman la atención comprometida y las acciones coordinadas de todos los agentes sociales, quienes impactan en la tarea formadora de sus nuevas generaciones. No podemos dejar sola a la escuela, responsabilizarla y condenarla por los malos resultados obtenidos en pruebas internacionales (como PISA) o nacionales (como ENLACE). Estamos hablando de compromiso vivencial frente a la abstracción de la búsqueda de culpas.
Pero la escuela y sus autoridades no pueden encerrarse e ignorar todas las necesidades y aspiraciones culturales, laborales y de calidad de vida de las comunidades en las que se encuentran. Se trata de apertura, abrirse a buscar lo mejor para todos frente a la cerrazón de posturas egocéntricas e impositivas.
Tras el primer momento de declaración de los males que nos aquejan, es imprescindible dar un segundo paso: la propuesta de soluciones eficaces y monitoreadas en las que se escuche y colabore con los diferentes actores sociales. La salida es trabajar juntos, evitar la fragmentación desde un espíritu común que da seguimiento y busca el logro de la mejora común (del bien común)
Es mucho lo que nos estamos jugando, se trata del bienestar y desarrollo de nuestros pequeños, jóvenes y adultos quienes tienen derecho a mejores capacitaciones que les proporcionen superiores y variadas competencias. Estas, unidas a la visión del mundo que les heredemos -abierta a su crítica e innovación- deberán permitirles decidir consciente y generosamente sus acciones , clave de la apuesta a fondo por un futuro mejor para México.
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