Autor: Rodrigo Saldaña Guerrero
Publicación: E-Consulta, 28 enero 2008
He oído a varias personas acusar al presidente y al PAN de proteger al Gober Precioso. Llama la atención que, en cambio, no oiga uno pronunciamientos similares en contra del Pri. Con ocasión del tercer informe del famoso político conocido de esa manera en todo el mundo, la presidenta del Pri echó toda la carne partidista en apoyo del discutido gobernador poblano y… nada. Los que gritan, se rasgan las vestiduras y bailan extrañas danzas ante la maldad de que el PAN proteja a Marín Torres (según ellos, y sin pruebas), no dicen ni un tímido pío ante este muy público elogio de doña Beatriz Paredes a este mismo personaje.
Un efecto extraño de esta línea propagandística es que convierte los ataques al PAN, que podrían haber sido denuncias serias, en parte de un juego que nadie se toma en serio. Uno ve a los políticos del FAP y del Pri, principalmente, y a sus aliados en los medios, realizando extraños ritos y gritando ante todo el mundo que el pueblo repudia al PAN y a sus obras, sin que esos exorcismos parezcan afectar para nada al denunciado. Lo que hemos dicho explica por qué: aunque nuestro pueblo no sea muy sofisticado percibe la esencial hipocresía de todo ese circo.
No deja de llamar la atención, empero, que a pesar de las muy reales y conocidas culpas de los desgobernadores priístas de Oaxaca y Puebla, el efecto de sus escándalos en estas sufridas entidades haya sido muy escaso por meses. Hace que la mente se maree el pensar en un gobernador de Estados Unidos con una imagen preciosa que no saliera corriendo de la política… si no es que del estado. Que pueda haber gobernadores en México que resisten esta lluvia política ácida como si fueran el mismo Governator en una película, es inquietante. Nos dice algo poco agradable sobre México.
Que no sólo haya tal supervivencia política, sino que un partido que mantiene a estas bajas formas de vida política entre sus hijos favoritos pueda también caminar por el escenario político sin ser corrido a jitomatazos e insultos del mismo, hace que tengamos los más negros pensamientos sobre la salud política de la sociedad mexicana. Hay, naturalmente, explicaciones parciales. Los priístas están muy bien organizados y movilizados. Quiénes estamos en contra de ellos parecemos estar en el polo opuesto: desorganizados, inertes, sin una voz poderosa frente al ogro priísta.
Ésta debilidad tiene raíces históricas, pero la cuestión no es sólo de donde venimos, sino adonde vamos. Para ir a algún lado, necesitamos prepararnos, organizarnos, movilizarnos. Las excusas pueden tener sentido, pero nos sirven de muy poco. Seguirlas alegando es confesar que nos quedamos estancados en la ignominia. Si no queremos reconocer esta sentencia a trabajos forzados e improductivos, tenemos que comenzar ya a poner los medios capaces de liberarnos de ella. Y este comienzo en México pasa en gran parte por arrojar fuertes reflectores sobre el Partido Precioso y mostrarlo como lo que es, y lo que son las supuestas filantropías del ogro, como son sus ataques al TLCAN, a la reforma energética y a la fiscal. Cuando veas a unos preciosos no te calles, señálalos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario