Autora: Celine Armenta
Publicación. Síntesis, 10 Enero 2008
Los maestros tenemos el hábito de buscar en todo una lección. Por eso veo el reciente caso Aristegui como una formidable lección acerca de la naturaleza humana. Si aprendemos de ella, enriqueceremos nuestra percepción de la realidad y creceremos en sabiduría.
Vayamos por partes: sólo los muy ingenuos creían que Carmen Aristegui podía durar en los micrófonos de la XEW. Se necesita audacia, fortaleza y sabiduría para abrirse a la diversidad. A los directivos de Televisa les resultó intolerable escuchar una voz diferente a la de su conveniencia; tal como muchos de los seguidores de Carmen nos manifestamos intolerantes ante quienes sostienen otras versiones de la realidad.
Aquí encontramos una lección importante: ser intolerante es fácil, casi es natural, aunque la intolerancia vuelve al mundo cada vez más hostil para todos. Lo realmente intolerable de la salida de Carmen Aristegui no es que Televisa la haya despedido, sino que la diversidad perdió espacio; que se va consolidando un duopolio en el que ni siquiera escuchamos dos, sino una sola voz respondiendo a intereses y miradas similares en casi cualquier punto del cuadrante. Los espacios para disentir se van cerrando y el gobierno, en vez de asegurar espacios para la pluralidad de sus gobernados, parece aliarse con el duopolio, mientras la inmensa mayoría de mexicanos no tenemos espacios para discernir y decir nuestra verdad. Además, ante la gritería monofónica del duopolio y el gobierno, es casi heroico asumir la responsabilidad de pensar con independencia.
La intolerancia es intolerable tanto en los medios como en el corazón de cada uno de nosotros. Para combatirla habrá que resistir al duopolio y apoyar las voces independientes; incluso si difieren de la nuestra. Es momento de exigir una Ley de Medios donde sea evidente que los consorcios televisivos y radiofónicos operan concesiones, pero no son dueños de la comunicación; y donde se asegure una distribución del poder que hoy detentan unos cuantos en detrimento de los derechos de todos de pensar, hablar y escuchar.
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