Autor: Rodrigo Saldaña Guerrero
Puboicación: E-Consulta, 22 de Abril de 2008
A principios del tercer milenio se escuchan cosas ultramodernas como éstas:
El presidente Correa se molesta por qué se le reclame la existencia de campamentos de las FARC en Ecuador alegando que en Colombia hay un número mucho mayor.
Y distinguidos periodistas mexicanos (orgullosamente egresados de la UNAM) nos dicen que es lo más lógico y racional del mundo que los estudiantes lleguen a saciar su sed de saber al corazón mismo de una organización que fue revolucionaria y que ahora se dedica al secuestro y tiene vínculos con los traficantes de drogas. Si las FARC de verdad se tragaron ese cuento, ¿cuántos estudiosos a sueldo de la CIA estarían estudiando la disidencia colombiana en sus campamentos?.
Académicos prestigiados consideran muy sesudamente la propuesta de un prolongado debate sobre la reforma petrolera, hecha por el mismo político que públicamente dijo estar dispuesto a diez debates y después no quiso ni dos. Hay que hacer del conocimiento de todos los mexicanos este asunto. ¿Cuántos mexicanos creen ustedes que están dispuestos a estudiar en serio este tema? ¿cuántos diputados y senadores lo harán?
El doctor Carrancá, lumbrera del derecho mexicano, ha dicho que la iniciativa de reforma petrolera es violentísima. Dicen que Confucio consideró que la primera tarea de un estadista era reformar el lenguaje. ¡Y cuanta razón tenía!
Hace ya cerca de un siglo los alemanes invadieron Bélgica sin tener ni la sombra de una excusa. Ya allí, nada los horrorizaba más que el hecho de que uno de ellos fuera ultimado por un francotirador. Y varias veces dijeron que, como el hijo del alcalde había matado a un oficial alemán, ¡no les quedó más remedio que quemar el pueblo!. Durante la invasión incendiaron la biblioteca de la Universidad de Lovaina. Y 95 de los más prestigiados académicos alemanes firmaron una carta justificando ese vandalismo.
Millones de estadounidenses han encontrado muy natural que su país invada a otro porque allí había armas de destrucción masiva… y que después resulte que siempre no estaban allí, y que se alegue que todo fue para liberar a un pueblo oprimido. También les parece muy lógico endeudarse en muchos miles de millones de dólares por esa invasión, y escatimar algunos dólares en atención médica a los pobres, y ¡hasta sus propios veteranos de guerra!
Todo esto nos recuerda la famosa afirmación atribuida a Einstein, no sé con que armas se librará la Tercera Guerra Mundial, pero sí sé que la cuarta será librada con piedras. ¿Es un progreso el gigantesco crecimiento del poder bélico? ¿lo es la cada vez mayor contaminación?. Hoy más personas que nunca están al borde de morir por inanición. ¿Es eso un avance, o una señal de progreso, o compatible con la creencia en un proceso general de mejoramiento social?. Los antiguos griegos no creían en tal proceso. Con el Cristianismo surgió la creencia en la Historia de la Salvación, que suponía una cierta dinámica unilineal en la historia. No postulaba la inexistencia de retrocesos, todo lo contrario, pero si sostenía que había un movimiento histórico central, y que este movimiento se dirigía hacia el establecimiento del Reinado de Dios en el universo.
Apareció después una versión secularizada de esta creencia, la fe en el progreso indefinido. A cada etapa debería suceder otra mejor que la anterior. Expuesta así, tal visión resulta absurda. Puede ser comprendida, con su talante religioso, a partir de su carácter de superstición nacida de una creencia religiosa. Por muy absurda que sea, la vemos en acción a cada paso. El aborto legal y el matrimonio gay son conquistas definitivas de la sociedad, y los que no los acepten marchan hacia el Cementerio de los Dinosaurios. ¿De verdad? ¿ya nunca habrá, en mil, diez mil, un millón de años, una sociedad que los rechace?. El capitalismo ha derrotado definitivamente al socialismo. Si no fuera trágico sería hilarante. ¿Cómo creer que un sistema económico nacido accidentalmente hace unos tres siglos regirá por millares y millones de años?. Uno de los espectáculos más entretenidos que hay es el de quiénes creen que la religión debe quedar recluida en el ámbito privado para que allí se vaya desvaneciendo, ante el fenómeno de un fundamentalismo religioso que amenaza con mandarlos a ellos al basurero de la historia.
Aplicadas estas lecciones a los temas del momento, nos dicen que las estructuras sociales, políticas y económicas no son ideas platónicas atemporales, sino construcciones humanas con una historia, promovidas por nuestros aciertos y que pueden desaparecer a causa de nuestros errores. No se puede aspirar a fundar un nuevo Reich de Mil Años y al mismo tiempo jugárselo todo a la conquista de la presidencia en un momento dado, omitir un proceso de formación de militantes y juntar en un solo día la elección de muchos miles de funcionarios partidistas, como lo ha hecho el PRD. Ni se puede seguir el guión priísta de cómo se hace la política y ofrecer un guión completamente nuevo para el futuro de México, como ha hecho el PAN. Ni decir, como hacen tantos, que los priístas si saben hacer las cosas, sin precisar que esas cosas que los priístas si saben hacer tienen más que ver con cacicazgos que descuartizan todo lo que está a su alcance y acaban cortándose en pedazos ellos mismos que con una política constructiva.
Se dice a todas horas que hay que modernizar a PEMEX, pero ¿es ese realmente el problema?. Lo malo no es que el viejo PEMEX sea viejo, sino que nunca debió haber algo así, una empresa pública dedicada a servir intereses muy privados (no sólo de empresarios-empresarios, también de políticos-empresarios, de líderes sindicales-empresarios, y de todos sus cuatachos y parientes). Ni se gana nada con envolverse en la bandera, entonar el himno con voz solemne y decir que PEMEX debe volver a ser… lo que realmente nunca fue. No es, ni será jamás, la empresa pública ideal ni la empresa privada ideal. La verdad es que todo México sigue viviendo mentalmente en la jaula de oro priísta, incapaz de ver el mundo real que está allá afuera.
Lázaro Cárdenas Del Río no nacionalizó el petróleo, éste era de la Nación desde 1917. Ni estaba en contra de la participación de empresas privadas en su explotación. Su Ley Reglamentaria permitía esa participación. Lo que hizo fue expropiar las instalaciones de unas empresas que se negaban a acatar su autoridad. Ese es el mundo real, fuera de las abstracciones y más allá de la mitología. Se puede mantener a PEMEX como es, en toda su pureza platónica de idea atemporal y en toda su inmundicia de estercolero priísta. Se la puede privatizar para que patrióticos empresarios como Montiel, Peña, Marín, Ruiz, Beltrones, Gamboa, Muñoz Ledo, Camacho Solís, Ebrard y demás pintoresca fauna política mexicana inviertan sus ahorritos.
O, enfrentémoslo, se puede hacer toda una serie de combinaciones creativas que podrán, también, tener éxito o fracasar. Preguntemos, entretanto, ¿quién está formando al personal administrativo, público y privado, capaz de jugar en la Liga Mundial de los Negocios sin caer en la primera eliminatoria? ¿quién está formando a un personal político capaz de hacer política en el Siglo XXI sin tropezarse con sus propios pies al tratar de bajar del carruaje de Juárez o del tren de Carranza para entrar al estadio ultramoderno de los tigres asiáticos? ¿quién está trabajando con el pueblo mexicano para que sepa que su papel no es el de apostar o vitorear por los jugadores de la cancha política, sino el de protagonizar en esa cancha su propio destino?
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