Autor: Miguel Santiago Reyes
Publicación: La Jornada de Oriente, 17 Abril 2008
Durante el porfiriato, era práctica muy común el que a través de los Consejos de Administración, se sellaran alianzas de largo alcance. La conformación de esa densa red de negocios casi única en América Latina, era el resultado del nulo funcionamiento de las instituciones formales, entiéndase por ejemplo, las leyes. Esta red era el mecanismo informal mediante el cual las élites económicas y políticas funcionaban de manera simbiótica. En muchas ocasiones, los líderes de alguna red de negocios, eran políticos que les permitían a las empresas, contar con ciertos privilegios y canonjías. Al mismo tiempo, los políticos eran el mecanismo ideal para intercambiar información entre las firmas de la élite, dado que pertenecían a muchos consejos de administración. Dentro de la élite, obviamente se encontraban los legisladores, quienes paradójicamente desde el marco institucional fortalecieron la interacción informal vía estas redes, al diseñar leyes que pudieran perpetuar la débil estructural institucional formal.
En términos generales, aunque existía capitalismo, no había protección a los derechos de propiedad de todos los capitalistas. El gobierno y las élites desarrollaron un pacto regulatorio implícito sobre la distribución de privilegios y rentas, garantizando la defensa de los derechos de propiedad de grupos selectos que daban apoyo político y mostraban lealtad al régimen. Ello le permitió al régimen tener altos niveles de crecimiento económico (que incluso muchos historiadores económicos lo llaman desarrollo), pero también altos niveles de desigualdad en riqueza y en oportunidades. Un capitalismo desarrollado de esa manera, donde una densa red de negociantes donde los políticos tuvieron un papel preponderante, incrementó las tensiones sociales y políticas que llevaron al estallamiento de la llamada Revolución Mexicana.
La cuestión de la iniciativa sobre PEMEX no es un hecho aislado, ni se debe obviamente a problemas financieros que tuviera la paraestatal (PEMEX el año pasado tuvo ganancias por encima de la mayor petrolera mundial Exxon Mobil, por alrededor de 22 mil millones de dólares). La iniciativa se enmarca en una estrategia económica de regresarnos a la época porfirista. ¿Quién de nosotros comprará bonos ciudadanos? Seguramente no lo hará la señora con la que compramos cotidianamente memelas, ni tampoco nuestra “chacha” (para estar ad hoc con la modernidad). Quienes se están frotando las manos con ello, son los grandes especuladores, que en un país como México donde los derechos de propiedad de los pequeños accionistas y tenedores de instrumentos financieros no cuentan.
La propuesta de incluir 4 consejeros independientes en el Consejo de Administración, no es más que una manera de fortalecer los nexos y compromisos con las grandes corporaciones petroleras internacionales, mediante sus personeros. La densa red de negocios configurada desde el salinismo será la gran beneficiaria. La literatura económica sobre redes, tiene mucha evidencia de que una de las causas del cruzamiento de consejeros de consejos de administración entre empresas, es la de apropiarse de recursos estratégicos. El petróleo, aunque nos lo nieguen cotidianamente con propaganda, es un recurso altamente estratégico. Sino habría que preguntarle a Estados Unidos porqué razón invadió Irak, ya que no encontró armas de destrucción masiva.
Y sin embargo, todo, absolutamente todo lo que se haga con PEMEX y con nuestro país dependerá de nosotros también. Asumamos nuestra corresponsabilidad en la omisión de la entrega de los recursos estratégicos del país, o defendamos abiertamente y con argumentos lo que pensamos muchos que es nuestro.
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