Autor: Benjamín Ortiz Espejel
Publicación: La jornada de oriente, 22 de Mayo de 2008
Esta semana se esta llevando a cabo en la comunidad de Lipuntahuaca, municipio de Huehuetla, Puebla, el primer foro de investigación multidisciplinaria de la Sierra Norte de Puebla. La organización sede es la Universidad Intercultural del Estado de Puebla y a donde asistieron mas de 50 ponencias de diversas organizaciones entre las cuales la Universidad Iberoamericana asistió con 3 ponencias. El eje de la reunión además de establecer un balance de las investigaciones que se llevan a cabo, es el de poder confrontar diversos modelos de intervención y de educación para el desarrollo sustentable en una región indígena como es la Sierra Norte de Puebla. En este sentido varios de los asistentes pudimos coincidir en algunos aspectos clave de aquellos procesos organizativos a favor de un desarrollo sustentable. El primero de ello consiste en reconocer en cada una de estas organizaciones un sistema de valores autoadscriptivos y que podemos mencionar como una suerte de conciencia colectiva de una nueva ética de solidaridad con los seres humanos, con el planeta y con quienes lo habitan. Una conciencia que reconoce los límites de la naturaleza y los límites del ser humano en su manejo desenfrenado, descontrolado de los ecosistemas. En segundo lugar pudimos reconocer en todas estas organizaciones, un patrón constante en cuanto al valor de la herencia cultural de los diferentes pueblos indígenas que habitan nuestro país desde tiempos inmemoriables. Además estos pueblos coinciden geográficamente con las regiones mas ricas biológicamente y que de diversas maneras han sabido coexistir con en ellas sin destruirlas (como es el caso de la Sierra Norte de Puebla). Se trata de una matriz cultural intangible, que mas allá de de la presencia de infraestructuras de desarrollo (hospitales, universidades, caminos) es un soporte cultural vivo y vigoroso, que posibilita una diversidad de proyectos alternativos y endógenos. Un tercer aspecto que constatamos es la presencia de grupos de científicos e investigadores comprometidos con estas organizaciones. Se trata de una variedad grande de estrategias de intervención, que van desde las asociaciones y/o personas que se integran plenamente a la vida de las comunidades y de sus aspiraciones, hasta aquellas formas de intervención de tipo asistencialista permanente pero que encierra formas de control muy sutiles a pesar de parecer muy bien intencionadas.
Todo esto me fue posible percibir en este foro regional que invita a su vez a las universidades a realizar proyectos de investigación con sus estudiantes y profesores, a fin de poder construir juntos proyectos de desarrollo. Que lejos de esta circunstancia se encuentran las universidades centradas en un modelo educativo “bancario” donde los alumnos no salen al encuentro de la efervescencia social. Las universidades y centros de investigación deben ser no solo puertas abiertas a la sociedad y lectores atentos de los sucesos contemporáneos, deben además proponer nuevos esquemas de interpretación de la realidad acordes con la complejidad de los tiempos atreviéndose a transitar por nuevos senderos (hablo en sentido literal y metafórico). Celebro la realización de este tipo de encuentros por la sencilla razón de ponernos en contacto.
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