Autor: Gerardo Reyes Guzmán
Publicación: E- Consulta, 19 de mayo de 2008
La recientemente desatada crisis alimentaria se puede entender como una secuela de la crisis energética y el cambio climático. Así lo afirmó el controvertido analista geopolítico Alfredo Jalife-Rahme, quien asegura que detrás del incremento en el precio de los granos básicos está no solo el fracaso de la intervención armada en Irak, sino la respuesta unívoca de occidente ante el embate a sus economías por parte de la OPEC y demás países productores de petróleo, vía altos precios.
Estados Unidos y la Unión Europea ocupan los primeros lugares a nivel mundial en la producción de granos, gracias a sus políticas agrícolas basadas en el subsidio. Como si se tratara de un juego de póker, en donde las naciones occidentales iban perdiendo la partida, responden ahora con la carta alimentaria para reivindicar sus severas pérdidas causadas por los altos precios del petróleo y cristalizadas en un creciente déficit externo.
Así, son 6 los factores que explican el aumento de precios de los granos: a) la demanda de maíz para el uso de biocombustibles; b) el incremento de la demanda tanto de carne como de granos por parte de China e India, a partir de un mayor poder adquisitivo en su población; c) la reducción de las reservas mundiales de granos; d) la restricción en las exportaciones de algunos países productores, e) la sequía en Australia y f) la amenaza que representa la propagación del hongo letal Ug99 a los campos de cultivo. En este último fenómeno, llama la atención que la única semilla resistente a ese hongo, sea la que patenta Monsanto, compañía trasnacional dedicada a la producción y comercialización de semillas genéticamente modificadas.
El Fondo Monetario Internacional, afirmó que el índice general de materias primas para alimentos observó en marzo pasado un crecimiento anual de 43.5% y de 38.6% en el primer trimestre de 2008; análogamente, el trigo muestra un aumento anual de 121% y de 107.4% respectivamente. El precio del arroz aumentó 77% en marzo y 52% en el primer trimestre del año en curso; mientras que el maíz lo hizo en 38% y 29% respectivamente. El efecto inmediato de este fenómeno ha sido el incremento de precios generalizado a nivel mundial, que golpea directamente el poder adquisitivo de la población.
La ONU ha declarado ya que la presente crisis mundial de alimentos, amenaza a 100 millones de personas que viven en países como Liberia, Costa de Marfil, Zimbawe, Mozambique, Somalia, Eritrea, Egipto, Irak, Uzbekistán y Afganistán, pero también Ecuador, Bolivia y Haití, país en donde la violencia en las calles es ya un hecho. Según la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), Latinoamérica es vulnerable a este problema y calcula que tan solo un 15% de incremento en los precios de alimentos, dispararía en 3 puntos porcentuales el índice de la indigencia en la región, lo que involucra a 15.7 millones de personas.
México reporta un déficit de 14.8 millones de toneladas de granos básicos, cuyo costo es de 3 mil 273 millones de dólares. Las importaciones de trigo, maíz y arroz en 2007 fueron de 12 millones 30 mil 966 toneladas, equivalentes al 68% de las compras al exterior y por lo que se pagó 2 mil 658 millones de dólares, monto cuatro veces mayor al de 1990. Las importaciones de estos granos cubren 70% del consumo nacional. En este tenor, las compras de maíz fueron de 7.9 millones de toneladas, es decir 66% del total. No obstante el gobierno es optimista, según la Sagarpa, en 2008 se alcanzarán records de producción en frijol, azúcar, carne, huevo, frutos y hortalizas. En maíz, se espera para 2008 una producción nacional record de 25 millones de toneladas. Además, se abrirán los cupos de importación y se garantizará el abasto a la población más pobre de productos alimenticios a bajos precios a través de Diconsa.
Pero por otro lado, las secuelas de la crisis alimentaria ya están causando estragos en el sector pecuario. Aunado a la sequía que se detecta en el norte del país, el incremento de los precios ha desestabilizado a este ramo. De agosto de 2006 a febrero de 2008, el precio nacional e internacional de los granos y pastas oleaginosas para la alimentación de ganado se ha incrementado en 89%, lo cual ha provocado que los costos de producción en este sector se hayan disparado hasta en 50%.
La sequía ha obligado a vender el ganado a precios bajos para con ello comprar alimento caro, es decir, las vacas terminan por comerse unas a otras. Los costos de producción se estiman entre 10 y 15 pesos el kilo, mientras que el precio de venta es de 17 pesos; el consumidor paga 30 pesos el kilo y la diferencia se la apropia el intermediario. Se estima que aproximadamente un millón de productores de carne vive una de las peores crisis que los obligará a reducir sustancialmente la producción.
Finalmente, el fenómeno ha detonado una presión inflacionaria severa. El índice nacional de precios al productor (INNP) de mercancías y uso intermedio, subió en 8.27% anual en marzo. En ese mismo periodo, el INNP de bienes intermedios para los productores de cárnicos y lácteos aumentó 17.75% y para aquellos dedicados a la producción de alimentos, el incremento fue de 7.67%. Con ello, el índice de precios de la canasta básica y el índice nacional de precios al consumidor fueron de 4.82% y 4.25% respectivamente.
Así, y desde la crisis asiática de 1997, se ve amenazada nuevamente la estabilidad de precios en México a raíz de un choque externo. El objetivo del Banco de México (Banxico) de mantener un índice inflacionario de 3% anual mas/menos un punto porcentual, se posterga conforme arrecian los efectos de la crisis alimentaria por un lado y los impactos que puedan tener el Impuesto Empresarial de Tasa Única (IETU), así como los ajustes en precios de energía y transporte por el otro.
Banxico estima que para el segundo y tercer trimestre de este año, la inflación alcanzará hasta un 5% anual y que para todo el 2008 podría ser de hasta 4.75%. Con estas declaraciones, se inquieta a sectores de la sociedad que ven amenazados sus intereses sobremanera. Por ejemplo, los bancos están ya ajustando al alza las tasas de interés de préstamos al consumo (tarjetas de crédito), y los trabajadores intensificarán su lucha por ajustes al salario, lo cual podría desatar una espiral inflacionaria precios-salarios de la que México tiene una amarga experiencia.
La crisis alimentaria deteriorará sin duda los índices de pobreza y desigualdad, mismos que ya se ven afectados por la mengua en el flujo de remesas, debido a la crisis económica de los Estados Unidos. Con ello, el programa eje de política social, lanzado por el presidente Felipe Calderón en abril pasado y bautizado como Vivir Mejor, no cuenta con los mejores augurios.
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