Autora: Celine Armenta
Publicación: Síntesis, pendiente
Hay diferencias claras entre festejar y conmemorar. En estos días festejamos a las madres, a los niños, los albañiles y los maestros, pero conmemoramos el día de los trabajadores y el trabajo. Por ello felicitamos a madres, maestros, niños y albañiles en días instituidos para manifestarles nuestro cariño y reconocimiento, y para gastar dinero en agasajarlos. El consumismo se impone, y el espíritu festivo domina. En cambio, al trabajador no se le felicita. El primero de mayo nos solidarizamos los unos con los otros para apoyar demandas, revisar pactos, recordar que pese a los avances hay camino por andar. Cuando la condición del trabajador sea digna de celebrarse, no hará falta conmemorar el día de los trabajadores.
Lo que me lleva a pensar que todavía faltan 10 meses para conmemorar el Día Internacional de la Mujer: tiempo suficiente para que al menos algunos de nosotros nos instruyamos al respecto. El 8 de marzo debe asemejarse más al día del trabajador que a la mercantilizada fiesta de las madres. No hay razón para que la ignorancia lo convierta en un festejo simplón. En el Día de la Mujer deberíamos unirnos para demandar equidad en oportunidades y el desmantelamiento de las estructuras misóginas y machistas; e indignarnos si alguien lo convierte en festejo.
He llegado a pensar que si rodeáramos el Día Internacional de la Mujer de otras conmemoraciones, sería más evidente su carácter de denuncia y demanda. ¿Qué pasaría si el 6 de marzo se celebrara el día internacional del ciego y el sordo; el 7 el día internacional del indígena; el 9 el del anciano; el 10 el del síndrome Down, y el 11 el día del gay y la lesbiana? Así sería evidente la intención de dedicar una fecha a cada minoría que sufre trato discriminatorio. Pocos buscarían a sus parientes y colegas indígenas, ciegos y sordos para felicitarlos. Parecería una burla. En cambio con este marco, el 8 de marzo, día internacional de la mujer, no se desperdiciaría obsequiando rosas e ignorancia a diestra y siniestra, ¡como si no hubiera tareas urgentes por realizar!
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