Autor: José Rafael de Regil Vélez
Publicación: Síntesis, 29 Mayo 2008
Ha comenzado el nuevo reallity de Televisa, emulando a sus similares estadounidenses. Se trata del programa: ¿Cuánto quieres perder?
Desde hace días, 14 “gorditos y gorditas” se han dado a la tarea de hacer reír y llorar con el drama de su vida a millones de mexicanos que siguen esta producción de horario AAA. Buscan en gran parte satisfacer el morbo que la desgracia ajena provoca, máxime si aparece en la gran pantalla chica.
Aun cuando en la página electrónica del programa se dice que el reto es que los participantes cambien su vida, la presentación dominical en televisión abierta del espectáculo pareciera enfatizar que lo que realmente importa es bajar de peso, incluso compitiendo de manera estandarizada.
Parece evidente que los obesos han de bajar de peso: lo hemos visto y oído en todos lugares, todos los años de nuestra vida. Cada uno de nosotros conoce a alguien que en pro de la esbeltez inicia una dieta, que lee todos los consejos de revistas y los “trucos” de quien tenga algo que decir y por lo general las llantitas regresan a su lugar –si es que se fueron-, cuando no sucede que cambian rodada.
¿Cuánto quieres perder, es esa la pregunta? Yo creo que no. Considero que lo que hay que cuestionarse es cuánto se quiere ganar. Porque en esto del sobrepeso de lo que se trata es de la salud y allí no hay fórmulas estandarizadas.
Antes que perder peso se requiere entender y asumir quiénes somos, cuál es nuestra complexión, cómo funcionan nuestro metabolismo y nuestro sistema endócrino; cuáles son nuestros antecedentes genéticos y qué nos permiten existir. Entonces estaremos en mejores condiciones de decidir cómo vivir de forma lo más saludable de acuerdo a lo que realmente nos es posible.
Así, personas delgadas en demasía si quieren ganar, organizarán su vida para poder recuperar los kilitos que les faltan; los diabéticos podrán llevar una vida suficientemente digna con la glucosa más cerca de su sitio, los cardiópatas vivirán con mayor normalidad y algunos gorditos podrán llegar al peso que les permita estar y ser bien, aun cuando no desaparezcan del todo sus detestadas llantitas.
Porque lo importante no es perder peso, sino ganar una forma de vida adecuada para uno mismo, aunque esto no satisfaga el morbo de una competencia televisiva.
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