lunes, febrero 16, 2009

El mayor logro de los maestros

Autor: Guillermo Hinojosa Rivero
Publicación: E- Consulta, 16 de febrero 2009

La Secretaría de Educación Pública y muchos expertos en diseño de planes y guías de estudio sugieren que los objetivos educativos se señalen en tres apartados: los conocimientos, las habilidades y las actitudes que habrán de adquirir los estudiantes como resultado de sus estudios. Suena perfectamente racional pero me parece que ninguno de esos tres renglones, juntos o separados, describe lo que los maestros aspiran lograr con sus alumnos especialmente en la educación media y superior.

Aun los expertos en pedagogía dudarían antes de responder si se les preguntara su opinión sobre si los mejores maestros son aquellos que logran que sus alumnos adquieran los conocimientos, habilidades y actitudes especificados en la guía de estudios. Muchos relatos de escritores que rememoran sus años escolares nos hablan de algún maestro especialmente querido y admirado, el maestro mágico; invariablemente ponderan, no los conocimientos y destrezas que ese maestro les enseñó, sino algo más cercano a las actitudes que les mostró.

Si usted recuerda algún maestro mágico de sus años de estudiante, casi podría asegurarse que recuerda más sus rasgos de carácter, sus dichos, su manera de dar la clase, que los objetivos educativos del curso.

Creo que los maestros mágicos son aquellos que nos hacen amar el conocimiento. Aquellos que logran que estudiemos por nuestra cuenta. No necesariamente son aquellos que nos deslumbran con su saber o nos mantienen embelesados durante la clase. Aun los maestros aburridos pueden aspirar a la magia de transmitir el gusto por el estudio.

Ese es, me parece, el mayor logro a que puede aspirar la educación en general y los maestros en particular. Pero no sabemos cómo alcanzarlo ni hay recetas. Quizá así esté bien. Quién sabe qué pasaría si fuéramos capaces de manejar los gustos de nuestros alumnos.

En ocasiones les he preguntado a mis estudiantes de licenciatura cómo podríamos lograr que un maestro los motivara para que se pusieran a estudiar por el puro gusto de hacerlo. Primero no entienden bien el problema; responden con sugerencias para hacer la clase entretenida: trabajar en equipo, hacer buenas presentaciones, etc. Contraargumento que no se trata de tenerlos entretenidos las dos horas de clase. Cuando comprenden la intención de mi pregunta opinan que el amor al estudio ya es cosa de cada quien, que tiene poco que ver con el maestro.

Tal vez los estudiantes tengan razón en querer clases entretenidas como el mejor medio para que les guste la materia; aunque les hago ver que ni los cómicos de la televisión pueden hacer lo que esperan de los maestros: divertirlos durante las dos horas de clase. Tal vez también tengan razón en que el amor al estudio ya es cosa de cada quien. Pero me resisto a creer que no podemos hacer nada excepto confiar en la suerte de tener buenos alumnos que ya traigan el gusto por el conocimiento.
Creer que la responsabilidad es del estudiante es la posición cómoda para los maestros que pueden culpar a sus estudiantes por no aprender. Eso piensan algunos maestros. Creer que todo es responsabilidad del maestro es la posición cómoda para algunos alumnos que piensan que si el maestro fuera bueno ellos aprenderían. Así parecen creerlo cuando culpan al maestro por ser aburrido o poco motivador. ¿Quién tiene la responsabilidad?

No es una pregunta fácil de responder y tampoco vale la salida casi trivial de decir 'es responsabilidad de ambos'. Pero si estamos hablando del amor al estudio como un logro de los maestros, sin duda mucha de la responsabilidad es de ellos. Algo pueden hacer los maestros para ser, a veces, para algunos de sus estudiantes, un maestro mágico.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola:

Soy profesor de educacion media superior en una escuela publica en el norte del pais.

El gusto por el estudio es un asunto complicado, que basicamente proviene de la forma en que el joven fue educado en su casa, ya que nuestra labor consiste en formarlo para la vida y el trabajo. Me encuentro con una situacion de verdadera ausencia de valores basicos en los jovenes de hoy (Responsabilidad, respeto, tolerancia, por mencionar algunos) y eso complica bastante mi labor. Un numero creciente de familias disfuncionales trae consigo la buena educacion que desde casa adquirimos usted y yo.

Tenemos que reinventarnos y volver a ser lo que fuimos en la decada de los 50´s,60's y 70's, donde la disciplina y el respeto imperaban en la vida cotidiana de los ciudadanos. Como fue que perdimos eso?

Por bien que esten estructurados los planes y programas de estudio, con docentes mas comprometidos, con infraestructura educativa adecuada, no tendremos calidad educativa en tanto los padres no pongan su parte: Trabajar en la formacion de valores con sus hijos.

Saludos cordiales

Guillermo Hinojosa dijo...

Estimado profesor, le agradezco su comentario y la atención con la que leyó mi texto. A pesar de lo razonable que son sus argumentos, creo que los profesores podemos hacer mucho para despertar o incrementar el gusto de los estudiantes por el estudio. Personalmente, he decidido tomarlo como reto con mis alumnos de licenciatura a quienes les dije: ´me importa más lograr que a ustedes les guste el tema, que cumplan los objetivos formales del curso' No sé qué va a resultar al final del semestre. Espero tener oportunidad de comentarlo aquí.