Autor: Eduardo Almeida Acosta
Publicación: E-Consulta, 3 de febrero 2009
Escribo el viernes 30 de enero en la víspera de que terminen los Foros de Belem y de Davos y unos días después del Foro legislativo “¿qué hacer para crecer?”. En este último, ex-presidentes de cuatro países recomendaron a nuestros gobernantes darse prisa, apurarse para acabar con la desregulación financiera, salvaguardar el empleo y la seguridad social, dedicar dinero al desarrollo social y a la producción, modificar la distribución de la riqueza y lograr readecuación entre los actores de la economía. Un programa difícil de poner en acción y más aún, de realizar, tomando en cuenta la orientación actual de la economía que manejan los que deciden el rumbo de nuestro país. Un programa bastante diferente al que se propone como “Rediseño del mundo post-crisis” en el Foro Económico Mundial de Davos por cuarenta jefes de Estado y participantes de 96 países. Un programa no tan radical, “descafeinado y pasteurizado” como diría Ricardo Rocha, pero apuntando a la propuesta del IX Foro Mundial Social de Belem por “una nueva civilización basada en otros valores”, una “postura clara y visible sobre la crisis”, como ha señalado Boaventura de Sousa Santos, analizando alternativas al capitalismo como las que proponen representantes de 4000 movimientos sociales de 150 países. Porque es preciso enfrentar ya la crisis mundial del capitalismo, las tremendas turbulencias financieras, el aterrorizador cambio climático, y la terrible escasez de alimentos. Y esto no se va a poder solucionar dedicando “recursos limitados” de billones de dólares al auxilio de fábricas automotrices, bancos voraces y empresas en quiebra. Está en juego la humanidad, el planeta y la naturaleza. Están en juego el presente y el futuro de la gran mayoría de compatriotas nuestros, ya de por sí sobreviviendo en la pobreza, carentes de acceso a la salud y a las instituciones de educación.
¿Qué hacer? Están ya en movimiento en México, esperando un mayor y más decidido respaldo de toda la sociedad, de los medios de comunicación, y de los líderes honestos de opinión y de acción, un gran número de iniciativas esparcidas a lo ancho y largo del país, como han documentado entre otros, Luis López Llera, Víctor Toledo, Sergio Zermeño y Sergio Rodríguez Lazcano, iniciativas que son como el punto de partida de ese otro mundo posible.
Como reconoce el Dalai Lama vivimos en un periodo oscuro de la humanidad que desafía a nuestra compasión, entendida como el “sentimiento de responsabilidad, de determinación de vencer el sufrimiento”. Para “la nueva civilización basada en otros valores” propone cooperación en vez de competición, altruismo en vez de ensimismamiento, compasión en vez de militarización, perdón en vez de venganza. Urie Bronfenbrenner, psicólogo infantil, sintetizaba su visión del crecimiento humano en el desarrollo de la compasión y del cuidado, en cuidar y vibrar, que era su comprensión del amor. Termino esta breve reflexión con las palabras finales del libro “Comunidad” de Zygmunt Bauman, uno de los sociólogos más lúcidos sobre la inseguridad que vivimos en este mundo hostil: “Si ha de existir una comunidad en un mundo de individuos, sólo puede ser (y tiene que ser) una comunidad entretejida a partir del compartir y del cuidado mutuo; una comunidad que atienda a, y se responsabilice de, la igualdad del derecho a ser humanos y de la igualdad de posibilidades para ejercer ese derecho”.
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