martes, septiembre 19, 2006

¿Quiénes somos los académicos?

Autora: Alejandra Díaz Rosales
Publicado en: http://www.e-consulta.com/ 19, Sep, 2006.

Ese personaje multidimensional sobre el que se posan las miradas de los estudiantes cada semana en el aula, así como las expectativas de las Instituciones y las ilusiones de la sociedad, esperando que rinda beneficios en pro de la formación de los profesionistas del mañana, se llama académico.
Somos los académicos, además de objeto de estudio para las ciencias sociales, tema de relevancia en los estados del conocimiento de la investigación educativa nacional; referente fundamental para los procesos de certificación de las universidades, actor esencial en el desarrollo del currículo y quizás un misterio para aquellos responsables de la formación docente que indagan hoy sobre las diversas competencias en las que debemos habilitarnos.
Sobra decir todo lo que podemos representar para nuestros alumnos en aquellas cuatro o seis horas en las que establecemos una relación educativa (si es que se produce este efecto de interacción formativa). Quizás para los estudiantes nuestro perfil multifacético lo determina un carácter esquizofrénico, algún brote poético o un planteamiento ascético. Tal vez el dominio de la didáctica o la disposición para acompañarlos personalmente en los aprendizajes nos hace eméritos.
Somos actores en un escenario compartido con otros personajes además de los educandos y la curricula; el conocimiento lleva también un rol estelar. Es el conocimiento el motivo y excusa de las interacciones racionales; sobre todo tipo de saberes producimos argumentos, debates, síntesis y conclusiones que sostengan y configuren la disciplina sobre la que se va preparando el universitario. Pero este movimiento de construcción de ideas o teorías no excluye la captación de intereses personales e intuiciones. Así que los académicos en espacio áulico enfrentamos un doble reto: animar la producción científica desde la disposición interna, es decir, promover que el alumno elija aquello que teóricamente le signifique, o en términos más simples, nuestra tarea comparte la atención a los asuntos de la razón, del corazón y del espíritu, pues la relación eminentemente educativa abarca la integralidad del ser humano.
Resulta además que no sólo en la docencia se construye la identidad del académico; son igualmente rasgos definitorios la investigación y la difusión, así que la pregunta inevitable es ¿cuánto tiempo le dedicamos a estas otras obligaciones que vienen incluidas en nuestra opción laboral?. Más allá de reconocer que investigar y divulgar la ciencia es necesario, mi cuestionamiento alude al cómo hemos integrado y asumido estos elementos en el trabajo diario, cualesquiera que sean las condiciones en que nos desempeñemos en la Universidad, y sobretodo, cómo las vamos disfrutando y equilibrando con una función tan rica pero demandante como lo es la docencia.
Sin embargo, hay un asunto en el que me gustaría reparar, ya que mucho puede decirse sobre las connotaciones establecidas para el ejercicio de nuestra profesión en la vida académica o simplemente para nuestro ser académicos, y es el de la auto-comprensión. Interesa valorar la configuración que otros hacen de nuestra identidad, pero ¿cuál es la propia y personal autodefinición?, porque considero que desde ésta es que vamos exhibiendo nuestro rol y compartiendo nuestra esencia.
Creo que en esta personal significación, por sobre las representaciones históricas, cabe la claridad de lo que va favoreciendo nuestro ser y quehacer; de esta manera podemos aprovechar todos los esfuerzos que las Instituciones realizan para formarnos como: espacios de academias, seminarios de actualización, programas de formación continua, participación en asesorías, intercambios, etc., pero también mantener una búsqueda consistente en aquello que sólo podemos proveernos a nosotros mismos: tiempo de lectura y encuentro con la cultura, diálogo espontáneo con los colegas y alumnos, escritura libre, introspección, dedicación a las aficiones personales como el arte, la ecología, el silencio y la contemplación.
Finalmente, los académicos seguiremos siendo determinados por múltiples factores externos, pero liberados por la conciencia-acción de las propias aspiraciones.

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