Autor: José Rafael de Regil Vélez
Publicación: Síntesis, Tlaxcala, 27 de abril de 2010
La segunda mitad del siglo XX fue célebre por las revisiones que fueron hechas de todo lo que se pudo: las teorías, la familia, la educación, lo roles de género… todo.
En México Ivan Illich, quien en 1971 publicó el libro "La sociedad desescolarizada", criticó la insuficiencia de las instituciones educativas para una sociedad con necesidades emergentes y pugnaba por otras formas de aprendizaje, en las cuales las personas funcionaran mejor en la vida diaria.
Ahora, casi 40 años después, ideas como las suyas se antojan todavía provocadoras: los tradicionales métodos escolares, encerrados en el aula, confinados a las paredes de las escuelas, escinden la vida y, muchas veces terminan informando saberes impertinentes para lo social, lo político y económico que requerimos para vivir con dignidad.
Las actuales reformas de la educación básica y de la media, con una propuesta de enseñanza basada en competencias, pretenden dar pasos para allanar esa distancia tan criticada. Sin embargo, las prácticas escolares siguen estando lejanas de la meta.
La educación no formal, esa que practican los organismos no gubernamentales, ha desarrollado metodologías para que las personas aprendan significativamente al tiempo que responden a problemas concretos buscando soluciones auténticas. Invitan a "aprender haciendo", a empezar a ser ciudadanos responsabilizándose de cosas concretas.
Para este tipo de educación las aulas son la vida misma, los asuntos que nos preocupan a todos, sólo que ocupándose de ellos. Las problemáticas cotidianas son el material a partir del cual se busca información, se diseñan creativamente posibilidades, se comparte solidariamente, se toman decisiones.
La educación no formal, sin embargo, en sí misma tampoco es suficiente, pues puede carecer de rigor conceptual para entender la realidad, de rigor metodológico para comprender, reflexionar, criticar y proponer; acciones educativas muy valiosas que encuentran en las paredes escolares un mucho mejor lugar de realización.
Hoy que se habla de una educación que de veras permita formar el tipo de mexicanos que asuma las riendas del país me parece que es necesario insistir en que si las escuelas quieren vivir de acuerdo a su vocación formativa tienen que mirar a las instituciones que educan de manera no formal, aprender de sus métodos y romper los límites que marcan las paredes de las aulas, vinculándose con los actores sociales que buscan mejores condiciones de vida para todos nosotros, pero sin perder lo mejor de su aporte educativo: la seriedad académica.
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