martes, abril 26, 2011

Joven infeliz, viejo feliz

Autor:  Alexis Vera
Publicado: E- Consulta, 4 de abril de 2011

     ¿En qué edad se es más infeliz? Si hacemos esta pregunta a cualquier persona que camine por la calle, la mayoría responderá que en la vejez. Sin embargo, una serie de estudios recientemente publicados por la revista británica The Economist revelan lo contrario. La edad más infeliz del ser humano contemporáneo tiende a ser por ahí de los 40 y, hacia la vejez, la infelicidad sede paso a la felicidad. A este fenómeno se le denomina “la curva en U de la vida” (the U bend of life) porque cuando empieza la adultez (a principio de los 20) la felicidad es alta, se viven las glorias de la juventud, pero después la felicidad empieza a caer conforme avanzan los años, llegando a su punto más bajo alrededor de la cuarta década, para después empezar a subir de nuevo y llegar a sus máximas alturas ya en la vejez. ¿Por qué ocurre así?
     Me parece que este fenómeno tiene cierta lógica. Cuando uno está a principios de los 20 todo brilla porque además de las mieles de la edad, la esperanza de un buen futuro es grande. Como dicen por ahí, se tiene todo un futuro por delante y no hay grandes responsabilidades qué cumplir, sólo sueños que alcanzar. En cuanto las responsabilidades llegan, la felicidad empieza a caer. De acuerdo con los estudios arriba mencionados, las personas con hijos tienden a sentirse mejor con su vida en general; sin embargo, la probabilidad de que estas personas se sientan más molestas o ansiosas en el momento presente aumenta considerablemente.
     En su tercera y cuarta década, las personas están en plena lucha por subir de puesto, ganar más dinero y estatus profesional, conquistar un maratón, etc. La sed de éxito les tensa cada vez más y, por si fuera poco, si se tienen hijos, éstos entran ya en la adolescencia. Por estas y otras razones, la mayoría de los encuestados de tales edades se declararon menos felices que los encuestados más jóvenes y que los más viejos también.
     En efecto, de los treinta y tantos a los cuarenta y tantos pareciera que se trata de demostrar que nuestra existencia vale la pena y eso, aparentemente, trae como consecuencia cierta infelicidad en el fondo.
     Si hubo hijos en el hogar, estos se van ya en nuestra quinta década. Y también se empieza a ir la ansiedad por conquistar el mundo. Entre más grandes somos, mejores nos volvemos para aceptar las infortunas de la vida; y también nos hacemos menos proclives al enojo. De acuerdo con Laura Carstensen, profesora de psicología en la Universidad de Stanford, como los viejos están más cerca de la muerte, tienden a vivir mejor el presente.    
     Llegan a enfocarse más en las cosas que importan ahora –como los sentimientos- y menos en objetivos de largo plazo. De esta manera tenemos que la felicidad empieza a aumentar conforme pasamos nuestra sexta década.
      Variación entre países
     Obviamente la U no es igual de ancha o angosta en todos los países. Cada cultura tiene sus variaciones, pero en todos los países estudiados (tanto ricos como pobres) se puede observar la famosa U en la “medición” de la felicidad. Por ejemplo, el peor momento en la vida para los ucranianos (que están al extremo del espectro) llega más o menos a los 62 años, y de ahí empieza a subir.  Para los suizos, que están del otro lado del espectro, la mayor infelicidad llega a los 35 años en promedio. Pero suizos o checos, mexicanos o japoneses, nuestra felicidad se comporta en U a través de los años, siendo 46 la edad global promedio de mayor infelicidad.
      ¿Qué podríamos concluir?
     Cada quien podrá sacar sus conclusiones en función de la felicidad que ha experimentado a lo largo de su propia (joven o vieja) vida. Sin embargo, yo me quedo con la idea de que, los que no somos adultos mayores, podríamos aprender de éstos la sabiduría de vivir en el presente y la sana indiferencia respecto al futuro –que de cualquier manera es incierto-.
     México no vivirá más que un aumento continuo de su población con pelo gris en los próximos años y, considerando los hallazgos de los estudios aquí discutidos, esto podría ser una gran oportunidad. Cada adulto mayor es un maestro de la vida en potencia. Hoy día desaprovechamos mucho –y seguido despreciamos- la sabiduría de los adultos mayores. Ojalá esto cambie; pero lo que con seguridad cambiará es la cantidad de personas de la tercera edad que habrá, lo que sugiere que México será un país más feliz en el futuro, y no precisamente gracias a sus jóvenes.















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