viernes, abril 29, 2011

Lucha de Gigantes

Autor: Alexis Vera
Publicado: La Primera de Puebla, 27 de abril de 2011

     Carlos Slim contra Emilio Azcárraga y otros millonarios mexicanos más, en una batalla entre poderosos que nadie sabe cuándo y en qué terminará. No, no se trata del título y subtítulo de una reciente película mexicana.  Se trata más bien de un caso de la vida empresarial detonado a principios de este año que se ha convertido en un espectáculo multicolor de doble moral.
     Muchos en México admiran a Carlos Slim. Uno de los pocos mexicanos rankeados en el top de una lista global. Para ellos es motivo de orgullo que un mexicano sea el número uno del mundo, como si fuese un logro compartido; como si su logro fuera nuestro logro. Aunque en cierta medida lo es: prácticamente todos hemos contribuido a su riqueza.
     Sin embargo, para otros, sus logros financieros son síntomas de una economía malsana; una economía de privilegios, de amiguismos, de camarillas de poder, de monopolios, de inequidad e injusticia de la que él ha sabido astutamente sacar provecho personal.
     En la otra esquina… Tenemos, como contendientes principales, a Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas, cabezas de Televisa y TV Azteca respectivamente. Los otrora enemigos comerciales, ahora son cuates en la alianza contra Slim. No se sabe con exactitud quién inició la batalla legal, comercial y mediática entre nuestros súper luchadores. Tampoco se sabe a ciencia cierta cuándo inició. Sabemos que los desacuerdos se hicieron públicos a finales de febrero de este año (unos días después de que Forbes entronó nuevamente a Slim como el hombre más rico del mundo, ¿coincidencia?) cuando Grupo Carso, de Carlos Slim, anunció que ya no compraría publicidad a Televisa y TV Azteca porque ambas le alzaron las tarifas injustificadamente. Después algunos diarios mencionaron que TV Azteca había condicionado la venta de publicidad a Telmex y Telcel a cambio de que éstas bajasen sus tarifas de interconexión que, reclamaban, eran de las más caras del mundo.   
     Con tarifas de interconexión más bajas se beneficiaría directamente a Iusacell, del mismo Ricardo Salinas, entre otras empresas de telecomunicaciones.
     Así pues, se inició una batalla de millonarios. Las televisoras subieron al ring a prácticamente todas las empresas de telecomunicaciones establecidas en México, incluyendo a las cableras y, desde entonces, este colectivo ha atacado frontalmente a Grupo Carso con anuncios en los principales diarios nacionales y con demandas ante la Comisión Federal de Competencia; ataques a los que Slim ha respondido con la misma intensidad y vehemencia.
     El propósito de este artículo nos es relatar la batalla sino reflexionar sobre ella. El que Televisa y TV Azteca acusen a Telmex y Telcel de prácticas y abusos monopólicos es, en el mejor de los casos, cínico. Las empresas de Azcárraga y Salinas critican al capitalismo irresponsable de Slim que ellas mismas practican y han practicado desde siempre. A eso los suizos le llaman doble moral. En México le llamamos el comal le dijo a la olla.
     Estos súper millonarios van a otros países en Sudamérica a pedir que se abran los mercados a la competencia para que ellos puedan entrar y allí vender, pero aquí en nuestro país ellos defienden ‘su feudo’ con estrategias éticamente cuestionables para que éste no se abra a otros competidores que podrían mermar sus ganancias.  
     Desafortunadamente, sus ganancias casi siempre se traducen en pérdidas para los consumidores en México.
     Nadie podría negar que Slim, Azcárraga, Salinas y sus colegas son gente brillante para los negocios. Por esa razón hay muchas personas que les admiran; quisieran imitarles, seguirles, alcanzar su gloria. Sin embargo, el dinero que ellos tienen sólo es una parte del iceberg, la parte que todos ven.  La otra parte, aquella grande y sumergida bajo el agua, está constituida en gran medida por el costo que sus fortunas tienen para un país en desarrollo como México. En efecto, me parece que no es ciencia lejana inducir que, a mayor riqueza y poder de estos hombres y sus empresas, menor calidad de vida para los consumidores mexicanos. Si entre ellos se coluden (como ha sido siempre), todos perdemos. Si se pelean (como ahora), puede ser que los consumidores algo ganen. Por ejemplo, el mes pasado el gobierno ordenó a Grupo Carso bajar un 60% los costos de interconexión. Ahora falta ver si Slim cumple y si sus acérrimos competidores trasladan el beneficio a los consumidores. 

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