viernes, abril 29, 2011

Acciones comunitarias a favor de nuestro país

Autor: Guillermo Hinojosa Rivero
Publicado: Puebla on Line, 27 de abril de 2011

     ¿Qué podemos hacer? se pregunta mucha gente indignada por los crímenes y violaciones que vemos a diario. Las marchas, las mantas y los discursos están bien pero no construyen mucho; a lo más, arrancan alguna promesa de la autoridad. Peor aún, la gente se cansa después de tres marchas y se decepciona porque nada cambia.
     Hay mucho que podemos hacer si queremos vivir en un país mejor. Si queremos que México comience a resolver sus problemas, podemos empezar a hacer algo más que criticar al gobierno y lamentarnos de que las cosas no funcionen bien. Los problemas de nuestro país no son sólo responsabilidad del gobierno, los tres poderes, sino de todos los que vivimos en este país: ciudadanos, medios de comunicación, cámaras empresariales, partidos políticos, sindicatos, activistas, intelectuales, periodistas, blogueros, tweeteros, etc.
     Aquí y ahora, en México 2011, el ciudadano que se requiere no es el que se conforma con cumplir la ley. Cumplir la ley es lo mínimo que hacemos para evitar multas y problemas. Se requieren personas, físicas y morales, que hagan algo más que el mínimo. El país no saldrá adelante si esperamos que las soluciones vengan del gobierno y le gusten a todos. Hay que decirlo fuerte y claro: el gobierno solo no puede hacer todo lo que el país necesita; menos aun si, en nuestra pasividad, los mexicanos hacemos sólo el mínimo para evitar sanciones y nos dedicamos a repelar porque las cosas no son perfectas.
     Se requieren ciudadanos activos; que hagan más de lo que hacen ahora; ciudadanos activos interesados en construir a partir de lo que hay, y no en destruir para abrirle camino a la utopía. No estoy pensando en los autodenominados 'activistas' cuya principal actividad consiste en oponerse a todo y en desafiar a la fuerza pública para luego denunciarla.
     El ciudadano activo que propongo es aquel capaz de asociarse con otros para hacer de manera voluntaria un trabajo concreto en beneficio de su comunidad. Ejemplos: un comité de vecinos que se ocupa del aseo y de alumbrado de su calle o de su unidad habitacional; un grupo de padres que detecta e impide el acceso de los vendedores de drogas minoristas a la escuela de sus hijos; una red de vecinos para la autodefensa y para impedir los robos en su entorno.
     La clave es organización y trabajo colectivo en beneficio de la comunidad. Esto incluye participar en boicots contra empresas abusivas; formación de colectivos para hacer compras a precios bajos o para favorecer a productores que no contaminan; organización de protestas vecinales contra antros ruidosos.
     Las acciones colectivas que propongo no se limitan a una tarde de entusiasmo con los vecinos; requieren trabajo sostenido hasta lograr la meta propuesta.
     Los medios de comunicación podrían reconocer, alentar y dar seguimiento a las acciones colectivas. Las redes sociales son un medio idóneo para la organización de acciones; los tweeteros y blogueros pueden ser los intermediarios de la comunicación colectiva que ayuda a sostener el ánimo. Las cámaras y las asociaciones empresariales podrían empezar a hacer algo más que defender sus intereses de grupo y usar su potencia para ayudar a las comunidades organizadas a lograr sus fines; un país más civilizado está en el mejor interés de los empresarios e inversionistas.
     En México 2011, lo anterior puede sonar utópico, pero nada de lo propuesto es irrealizable ni requiere milagros ni líderes mesiánicos. Tampoco se hará de un día para otro, pero puede empezarse mañana. Si México ha de ser un estado viable a mediano plazo, empecemos a comportarnos como los ciudadanos del país que deseamos.

Las TIC’s y la formación de profesores

Autora: Laura Angélica Bárcenas Pozos
Publicado: e-consulta. 27 de abril de 2011

     Recientemente estuve como alumna en un curso en línea dirigido a profesores para aprender a usar y sacar el mejor provecho de las llamadas tecnologías de información y comunicación (tic’s) para apoyar los procesos de enseñanza y aprendizaje. Debido al boom que estas herramientas han tenido, ya venía usándolas, aunque de manera más empírica y   llevada por mi intuición, más que por considerarme una experta.
     Me acerqué al curso pensando que aprendería más sobre cómo sacarles más provecho pedagógico, pues debo confesar que no me deshago de mis deformaciones profesionales y siempre espero que los procesos de formación de profesores tengan un toque didáctico-pedagógico que mejore la práctica docente de los profesores, sobre todo cuando los cursos están dirigidos a docentes universitarios, que como todos sabemos no necesariamente tienen formación pedagógica para enfrentar el proceso enseñanza-aprendizaje.
     Mi experiencia en este curso fue desalentador, efectivamente aprendí más sobre las  herramientas tecnológicas de una plataforma educativa denominada moodle, el curso me ayudó a pensar cómo podía sacarle mayor provecho a herramientas como el foro, la wiki, el glosario, entre otros… sin embargo el curso se limitaba a dar información sobre cómo activar, desactivar, dar instrucciones, etc., de estas herramientas, pero no se reflexionaba sobre cuáles serían los beneficios pedagógicos, sobre todo en el hecho de que a través de estas herramientas se favorecen los procesos de construcción de conocimientos de manera colaborativa. Es decir, mis propios conocimientos previos me permitieron hacer estas conjeturas y generar mis propias reflexiones, pero qué pasa con profesores universitarios que en su bagaje cultural no se encuentran estos conocimientos… pues seguramente nada… utilizarán estas poderosas herramientas sin darle su real sentido pedagógico, constructivo y colaborativo.
     El curso siguió avanzando y empezamos a ver otro tipo de herramientas que pueden ligarse a la plataforma de moodle, como el webquest y el hotpotatoes; el primero me impresionó, pues nuevamente se trata de una herramienta que favorece de manera  lúdica el desarrollo de aprendizajes a través de una estrategia colaborativa. Sin embargo me dejó un mal sabor de boca que una de las indicaciones es que el profesor debe buscar las páginas web en las que los alumnos deben analizar la información para trabajarla y lograr el producto establecido, pero si consideramos que los alumnos universitarios son prácticamente adultos, debería cambiarse esta estrategia y parte de la dinámica entre el equipo y el profesor debería ser la de discutir qué tan pertinente es una página seleccionada por los alumnos para el manejo de la información, además de no limitarse sólo al internet.
     Mi angustia llegó a su límite cuando vi las actividades propuestas por el hotpotatoes, pues son actividades memorísticas que hemos criticado desde ya hace mucho tiempo y fuertemente pues en nada favorecen la construcción de aprendizajes, tales como crucigramas, completar espacios vacíos, relacionar columnas, etc.; actividades muy utilizadas en la época de la educación conductista y que se opone radicalmente a la construcción de aprendizajes por colaboración, en situ o basándose en problemas.
Es cierto que la memoria es parte fundamental de construir y generar nuevos aprendizajes, sin embargo parece irrisorio que se de lugar a este tipo de acciones en cursos en línea en donde se pretende generar la construcción de conocimientos en un momento histórico en donde se ha reconocido que el conductismo no es una buena vía para generar sujetos pensantes.
     Así que ya muy desanimada por el curso, me puse a analizar cuál era la intención de los organizadores e impartidores del mismo. Primero observé que todos eran ingenieros, segundo llegué a la conclusión de que su única intención era la de promover las actividades de la plataforma y cómo se lo podría sacar un mejor provecho tecnológico, pero de ninguna manera había la intención de promover en los profesores una construcción didáctico-pedagógica para favorecer estrategias constructivistas en los procesos de aprendizaje. Entonces dejé el curso, no continúe, estaba demasiado desanimada y no encontraba el sentido para seguir participando.
     Sin embargo y también por deformación, siempre busco aprender hasta de las experiencias menos significativas. Así que pensé que es necesario que junto a ingenieros en sistemas conocedores de los softwares educativos, debe haber un pedagogo que conozca de los procesos de aprendizaje, ambos deben diseñar un curso dirigido a profesores para sacar todos los posibles beneficios para que los alumnos construyan y aprendan, además que cuando se trata de profesores universitarios, no se debe partir del supuesto de que sólo requerirán el conocimiento de las tic’s sino es necesario considerar cómo utilizar pedagógicamente estos. Por lo que concluyo que muchas veces los cursos de formación de profesores no funcionan porque no se favorece la construcción de aprendizajes sobre lo que los profesores requieren, limitándose estos a dar información, que hoy en día podemos encontrar en una buena página web.










Lucha de Gigantes

Autor: Alexis Vera
Publicado: La Primera de Puebla, 27 de abril de 2011

     Carlos Slim contra Emilio Azcárraga y otros millonarios mexicanos más, en una batalla entre poderosos que nadie sabe cuándo y en qué terminará. No, no se trata del título y subtítulo de una reciente película mexicana.  Se trata más bien de un caso de la vida empresarial detonado a principios de este año que se ha convertido en un espectáculo multicolor de doble moral.
     Muchos en México admiran a Carlos Slim. Uno de los pocos mexicanos rankeados en el top de una lista global. Para ellos es motivo de orgullo que un mexicano sea el número uno del mundo, como si fuese un logro compartido; como si su logro fuera nuestro logro. Aunque en cierta medida lo es: prácticamente todos hemos contribuido a su riqueza.
     Sin embargo, para otros, sus logros financieros son síntomas de una economía malsana; una economía de privilegios, de amiguismos, de camarillas de poder, de monopolios, de inequidad e injusticia de la que él ha sabido astutamente sacar provecho personal.
     En la otra esquina… Tenemos, como contendientes principales, a Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas, cabezas de Televisa y TV Azteca respectivamente. Los otrora enemigos comerciales, ahora son cuates en la alianza contra Slim. No se sabe con exactitud quién inició la batalla legal, comercial y mediática entre nuestros súper luchadores. Tampoco se sabe a ciencia cierta cuándo inició. Sabemos que los desacuerdos se hicieron públicos a finales de febrero de este año (unos días después de que Forbes entronó nuevamente a Slim como el hombre más rico del mundo, ¿coincidencia?) cuando Grupo Carso, de Carlos Slim, anunció que ya no compraría publicidad a Televisa y TV Azteca porque ambas le alzaron las tarifas injustificadamente. Después algunos diarios mencionaron que TV Azteca había condicionado la venta de publicidad a Telmex y Telcel a cambio de que éstas bajasen sus tarifas de interconexión que, reclamaban, eran de las más caras del mundo.   
     Con tarifas de interconexión más bajas se beneficiaría directamente a Iusacell, del mismo Ricardo Salinas, entre otras empresas de telecomunicaciones.
     Así pues, se inició una batalla de millonarios. Las televisoras subieron al ring a prácticamente todas las empresas de telecomunicaciones establecidas en México, incluyendo a las cableras y, desde entonces, este colectivo ha atacado frontalmente a Grupo Carso con anuncios en los principales diarios nacionales y con demandas ante la Comisión Federal de Competencia; ataques a los que Slim ha respondido con la misma intensidad y vehemencia.
     El propósito de este artículo nos es relatar la batalla sino reflexionar sobre ella. El que Televisa y TV Azteca acusen a Telmex y Telcel de prácticas y abusos monopólicos es, en el mejor de los casos, cínico. Las empresas de Azcárraga y Salinas critican al capitalismo irresponsable de Slim que ellas mismas practican y han practicado desde siempre. A eso los suizos le llaman doble moral. En México le llamamos el comal le dijo a la olla.
     Estos súper millonarios van a otros países en Sudamérica a pedir que se abran los mercados a la competencia para que ellos puedan entrar y allí vender, pero aquí en nuestro país ellos defienden ‘su feudo’ con estrategias éticamente cuestionables para que éste no se abra a otros competidores que podrían mermar sus ganancias.  
     Desafortunadamente, sus ganancias casi siempre se traducen en pérdidas para los consumidores en México.
     Nadie podría negar que Slim, Azcárraga, Salinas y sus colegas son gente brillante para los negocios. Por esa razón hay muchas personas que les admiran; quisieran imitarles, seguirles, alcanzar su gloria. Sin embargo, el dinero que ellos tienen sólo es una parte del iceberg, la parte que todos ven.  La otra parte, aquella grande y sumergida bajo el agua, está constituida en gran medida por el costo que sus fortunas tienen para un país en desarrollo como México. En efecto, me parece que no es ciencia lejana inducir que, a mayor riqueza y poder de estos hombres y sus empresas, menor calidad de vida para los consumidores mexicanos. Si entre ellos se coluden (como ha sido siempre), todos perdemos. Si se pelean (como ahora), puede ser que los consumidores algo ganen. Por ejemplo, el mes pasado el gobierno ordenó a Grupo Carso bajar un 60% los costos de interconexión. Ahora falta ver si Slim cumple y si sus acérrimos competidores trasladan el beneficio a los consumidores. 

No quiero entrar a Facebook

Autor: Alfonso Álvarez Grayeb
Publicado: Síntesis Puebla, 28 de abril de 2011

     Me rehusé un par de años a ingresar a Facebook mientras todos a mi alrededor me soltaban con un tono entre incrédulo y compasivo un “¿tú (tontito tecnológicamente retardado y excluido social)… no tienes cuenta?”  El argumento para mi negativa era que aquella cosa no era más que un lugar para andar chismeando en la vida de los otros, algo hecho para gente cuya vida era tan gris y tan plana que para no morir de hastío necesitaban asomarse a la excitante vida de otros, a esa parte de la vida cuidadosamente escogida por ellos para dar alguna impresión particular a un grupo escogido de ingenuos.   
     Por supuesto no era un producto destinado a gente seria como yo. Pero caí. Un buen día yo ya tenía mi cuenta, abierta por algún alma caritativa que no pudo soportar más la pena de que alguien cercano no estuviera en La Red, pensando quizá en que si no lo estás equivale simplemente a que no existes. Ahora el círculo de mis amigos rebasa el número cien, casi todos parientes y amigos antiguos reencontrados con el poderoso sistema de búsqueda de personas, un endemoniado artilugio que abre la posibilidad de caer en la malsana tentación de buscar por ejemplo la foto actualizada de alguna ex novia, al menos por la retorcida curiosidad de ver su rostro después de tantos años y saber si se tuvo buena o mala suerte al haberse alejado de ella. Así van apareciendo unos rostros, y en algunos casos después del rostro la solicitud de “amistad”, y después de la mutua aceptación, algunas graduales confidencias, catarsis y descargas anímicas que resultan a estas alturas absurdas y extemporáneas pero que son igualmente saludables, total, ojos que no ven (aunque chatees y compartas la escritura) corazón que no siente (tanto). Pero ese definitivamente no es mi interés.
     No. La oportunidad fecunda para mí en La Red resultó ser finalmente el encontrar a mi familia ampliada a través de fotos antiguas y recientes, una familia de ramas mexicanas muy cortas por venir por ambos lados de emigrantes, pero prolíficas. Me dedico pues a armar un gran álbum familiar de imágenes que circulan por entre el Facebook de mi parentela. Por eso ahora conozco el rostro de bisabuelos que nunca pisaron esta tierra, fotos infantiles de mis padres o de mi abuela guardadas en álbumes familiares de primos insospechados y lejanos y ahora súbitamente cercanos gracias a esta tecnología del demonio. Bueno, mejor sí entro a Facebook.



martes, abril 26, 2011

Antropología y pensamiento en tiempos de crisis

Autora: Ma. Isabel Royo Sorrosal
Publicado: E-consulta, 12 de Abril de 2011 

     Vivimos en condiciones difíciles por la inestabilidad de las circunstancias. Todo se mueve, las metas parecen lejanas y es débil la fuerza de la responsabilidad ante el compromiso. Envueltos en la sociedad actual, donde las condiciones de vida cambian tan rápido que difícilmente se consolidan hábitos y el vértigo nos produce inseguridad, la antropología filosófica nos aproxima a la persona, su constitución y necesidad de unidad y sentido para conducirnos entre los peligros y oportunidades donde nos encontramos.
     Para la filósofa malagueña María Zambrano, exiliada en México, las crisis tienen la propiedad de mostrar lo más interior de la vida humana. En las crisis se da el privilegio de ver más claramente nuestra vida porque impactan en la vinculación de nuestro ser con la realidad. Podemos acudir al patrimonio humano adquirido, lo aprendido, constatado y vivenciado en anteriores rupturas similares y preparatorias. Pero este patrimonio puede estar olvidado, o se nos antoja poco accesible por falta de uso y de actualización.
     Por su parte, el filósofo madrileño Fernando Rielo señala que comparar a los seres humanos y a los animales nos arroja la diferencia radical de sus comportamientos. El comportamiento basado en estímulos de los animales, tiene su origen en la necesidad de adaptación al medio; mientras que el comportamiento humano es motivacional, es decir, tiene su origen en la libertad y puede retardar e incluso negarse a dicha acomodación. De aquí la importancia de saber encontrar motivaciones que capaciten para percibir y transmitir valores básicos y coherentes para un compromiso serio en la vida. También argumenta que la persona, desde el punto de vista formal, está estructurada unitivamente por la libertad que presenta dos funciones: inteligir y querer; es decir, la persona humana es más que pensamiento y más que voluntad, es libertad abierta al absoluto al que puede entender y desear, pero sobre todo está llamado a unirse. El absoluto se experiencia –no experimenta- y tiene capacidad de dar sentido último a los seres, se nos da a la experiencia y a la reflexividad; responde, por tanto, a la sed de conocimiento de la persona, y a la escasez de dirección y sentido que padece; abre el espíritu humano al infinito otorgándole una capacidad salir de su individualidad y relacionarse con los otros y el entorno, una capacidad extática cuyo ejercicio y actualización conforma y consolida la personalidad, convirtiéndose en la misión fundamental de la educación.
     En momentos de crisis es preciso pensar. Blaise Pascal, matemático y filósofo francés del siglo XVII escribía al respecto: Esforcémonos por pensar bien, ahí reside el principio de la moral. Académicos actuales que trabajan en organismos internacionales como Jérome Bindé abogan por una ética del futuro. En medio de la confusión y falta de confianza en todo y todos, apuestan por ir más allá, no abandonar el por-venir, el futuro que se ha de hacer aquí y ahora, desde la inclusión de todos los sujetos y realizando proyectos a corto y mediano plazo, junto a las proyecciones prospectivas. Tenemos la responsabilidad actual de poner las bases del devenir, de posibilitar y asegurar la sostenibilidad del patrimonio humano, natural y cultural. 

¿Qué nos queda por hacer?

Autora: Laura Angélica Bárcenas Pozos
Publicado: Síntesis Puebla, 12 de abril de 2011

     Hace poco vino a La Ibero Puebla, la doctora Margarita Zorrilla, directora del Instituto Nacional de Evaluación de la Educación, que se encarga del diseño, aplicación y sistematización de resultados de la prueba Enlace. En esta ocasión la doctora Zorrilla mencionaba que en el nivel de secundaria se encuentran los más altos índices de deserción en nuestro sistema educativo, y que esto se debe a que los estudiantes no ven ningún sentido en asistir a la escuela y prepararse.
     Ya se ha señalado que esto tiene que ver con la idea de que prepararse técnicamente o profesionalmente en México ya no representa la posibilidad de movilidad social, ni la garantía de que se tendrá un empleo y una forma honesta de vivir. También la familia se ha modificado tanto que ahora no hay quién oriente a los muchachos inquietos y confundidos entre los 12 y.15 años, edad complicada en donde considerándose mayores toman muchas decisiones que no son siempre las más adecuadas. Además, hay claridad en que la escuela no se ha modificado lo suficiente para responder a la nueva dinámica social en la que viven los alumnos.
     Así que creo dos cosas centrales de estas reflexiones: una es que los profesores no son los únicos responsables de que estos phi-Los no se formen bien o de que no le encuentren sentido .a la escuela; nuestros últimos gobiernos (y no me refiero sólo a los panistas) no han tornado las decisiones más adecuadas para que México continúe con su desarrollo, tanto que los analistas económicos dicen que países más pobres y atrasados que el nuestro han logrado salir adelante y tener un buen crecimiento por las políticas de estado que han asumido.
     Y dos, que los padres de nuestros alumnos requieren mayor responsabilidad; debido al problema económico muchas familias se desintegran para que uno de los padres o ambos busquen mejores formas de vida en el país del Norte; además de que algunos otros han relajado su compromiso como padres para vivir sus propias vidas, dejando en el abandono a sus hijos. Esto no tiene que ver con una condición social, pues el fenómeno está presente en todas las esferas.
     Entonces, ¿Qué nos queda hacer a los profesores con estudiantes que no quieren estudiar porque creen que no tiene sentido hacerlo, pues no encontrarán trabajo al terminar la escuela?, ¿Qué pasa si no hay padres que los obliguen a asistir ala escuela porque están ocupados en ganarse el pan de todos los días o en vivir sus vidas locas? Lo que quiero decir es que educara nuestros jóvenes es una responsabilidad de todos.

Ética Indignación o ética de la indignación

Autor: Rubén Hernández Herrera
Publicado: Síntesis Puebla, 10 de abril de 2011

     ¿Qué tanta capacidad de indignación tenemos los mexicanos?. ¿Qué cosas nos indignan: Por indignación los diccionarios registran esta idea: sentimiento de enorme enfado que provoca un acto que se considera injusto, ofensivo o perjudicial.
     Sin duda alguna, los tres registros de esta definición: injusticia, algo que nos ofenda o que sea perjudicial para la sociedad, son una constante en nuestro diario vivir.
      Los registros reales que podemos enumerar parecen interminables: corrupción, inseguridad, irresponsabilidad, incumplimiento de leyes y principios, mentiras y engaños sistemáticos, afrentas contra los más débiles, iniquidad, aumento de la miseria, falta de oportunidades de realización humana, desempleo, vejaciones contra la dignidad humana, injusticia generalizada, atentados contra los derechos humanos, etc., pero lo sorprendente no es que estén presentes, sino que apenas la gente esté manifestando su indignación.        
     Parece ser que nuestra capacidad de indignación está reservada contra los atentados que sufre nuestro equipo favorito en la jornada futbolera: no soportamos que se corneta una falta, o una expulsión, o que se marque o no un penalti -según nos convenga o no-.
     Nuestra ira la dirigimos hacia el árbitro que se atrevió a ir en contra de nuestro equipo `razón' y 'meta' de nuestros ideales. En Europa, un anciano de 93 años llamado Stéphane Hessel, veterano de la Resistencia, recientemente ha escrito un pequeño libro de 64 páginas: Indignaos!: Un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica', el cual es hoy mismo un éxito millonario en ventas. Y lo es porque se ha constituido en un reclamo ante la pasividad de la sociedad, especialmente la de los jóvenes y la indiferencia ante la crisis. Indignarse por el estado caótico en el que se encuentra el mundo es por demás asumir una posición ética, y la ética no es otra cosa que tener consciencia del dolor y mal del otro, los otros; y asumir un compromiso por remediar ese estado y lograr que al mirar a los otros, nos veamos en ellos.

Decisión, sí; Resignación, no

Autora:  Celine Armenta datos del autor haz click aquí
Publicado: Puebla on Line, 11 de abril de 2011

     La fecundidad de los creadores de objetos de fe solo es superada por la credulidad de sus creyentes. Sobran quienes creen en todo y en cualquier cosa: en los poderes de imanes y medallitas, zapatos de suela convexa y flores de Bach; diluciones homeopáticas y escobas tras la puerta; exorcismos y bendiciones; brujerías y maldiciones; pasar bajo escaleras y comprar lotería en luna llena; ángeles y demonios; santos degollados y desollados; cruzar los dedos y tocar madera. Cientos de millones creen en seres inmateriales, en difuntos que viven, en objetos que en vez de caer se elevan, en que ellos mismos, los creyentes, vivieron antes y vivirán después de su vida; en sanaciones milagrosas, seres que violan todas las leyes de la física y la biología; en rituales mágicos, sangrientos unos y sutiles otros.
     Pero lo interesante es que incluso quienes creemos que no creemos tanto, quienes pensamos que somos escépticos y todo lo cuestionamos, también creemos en muchísimos hechos y principios que no resistirían el juicio riguroso de un examen racional, ni menos aún pruebas más rigurosas.
     Nuestra especie, la humana, bien podría llamarse Homo fidelis en vez de Homo sapiens. Porque la sapiencia reiteradamente queda opacada por la credulidad. Y porque acabamos muriendo y matando, amando y odiando, viviendo o vegetando, por causa de nuestras creencias que marginan y condicionan a nuestros saberes. Así somos.
     Esto explica mi malestar de cada mañana, cuando el autobús de la ruta 29 que me lleva a la universidad,  pasa —y generalmente se detiene— frente a una banderola del ayuntamiento que dice lo que para mí es un insulto y un dislate: ”Por azar o por destino, Puebla es nuestro hogar”.
     Leo, releo e imagino cada mañana al funcionario que ideó la frase y mandó que la publicaran para que miles de poblanos la leyéramos y releyéramos en el cruce de los Bulevares Atlixco y Niño Poblano. Es posible que quien ordenó escribir la frase no la comprendiera; y eso sería lamentable. Pero temo que sí la comprendió, que cree en lo que significa; que no se avergüenza de esta creencia, e incluso confía en que si compartimos su fe seremos buenos ciudadanos. ¡Y eso me enoja!
     La frase va contra una de mis creencias más queridas: mi fe en la libertad humana; y en nuestra capacidad y obligación de decidir. Quiero creer en ello.
Creo que vivo en Puebla porque aquí quiero vivir.
      Nací aquí, ciertamente por azar y por causalidades; me niego a creer que fue por destino. Pero como adulta, vivo aquí porque quiero. Un día decidí —palabra fuerte pero cierta— que no quería vivir en la ciudad de México sino aquí. Otro día decidí que quería vivir aquí en vez de en Nueva York; y en estos días estoy decidiendo que quiero seguir viviendo aquí en vez de mudarme a Cuernavaca.
     Y por eso, solo por eso, estoy obligada a portarme como ciudadana. En cambio, si creyera que el azar o el destino me pusieron aquí, podría eludir las responsabilidades con mi ciudad y mis conciudadanos. Fácilmente podría decir: Yo no decidí estar aquí; ni soy responsable de ello; por tanto, que el azar o el destino se encarguen de lo que suceda.
     Quien mandó colocar la frase en sitio tan visible haría bien en repasar sus creencias, e incluso en cambiar su fe. Porque sospecho que la convivencia sería deleitable si fuéramos mayoría los poblanos creyentes en que vivimos aquí porque queremos; porque hemos decidido llamar hogar a esta tierra con su sol, su lluvia y sus volcanes, con sus mercados y su centro histórico, sus barrios y sus juntas auxiliares, sus chalupas, su mole y su nogada; sus dulces, su laboriosidad y hasta su arrogancia. En vez de mirar nuestra estancia en esta Puebla con la resignación de quien cree que el destino o el azar lo pusieron aquí, sin tomar en cuenta su voluntad, e incluso quizás violentándola.
     Dicen que Ernesto "Che" Guevara dijo: "Sólo hay una cosa más grande que el amor a la libertad, el odio a quien te la quita." Pues bien, quien niega la libertad como posibilidad, hace algo peor que quitar físicamente la libertad.
Si por mí fuera, llenaría la ciudad con frases provocativas: “Si no estás aquí porque quieres, ve pensando en irte a otra parte”. “Si sientes que el azar o el destino te obligan a vivir en Puebla, estás invitada a irte”.
     Quizás paliaría tan hirientes frases con otras que dijeran: “Si de verdad no puedes vivir donde quieres, empieza a querer la ciudad en que vives”. “Decídete a vivir en Puebla; no te resignes”.
     El tema puede parecer trivial, pero no lo es. De verdad  no lo es.

Constructores de nuestro propio futuro

Autora: Laura Angélica Bárcenas Pozos
Publicado: Síntesis Puebla, 03 de abril de 2011

     La construcción del futuro está dada en cada decisión que voy tomando todos los días de mi vida; lo que determino sobre mi persona y Sobre otras personas en el presente tendrá consecuencias que impactarán en mi futuro cercano o lejano, irremediablemente. Hoy soy un conjunto de consecuencias de las decisiones que tomé en el pasado, pues hasta cuando no torno una decisión, estoy decidiendo no decidir; las decisiones están impregnadas al libre albedrio que es parte de nuestra naturaleza humana, por lo que todo el tiempo estarnos decidiendo.
     Decidir es francamente una dificultad, pues nunca sabemos cuales la consecuencia que vendrá detrás de esa decisión, lo único que sabemos es que habrá una consecuencia Hay dos maneras de decidir: una poco reflexionada, dejándose llevar por las emociones que nos implica la situación; y otra pensada detenidamente sobre cuál es aquella opción que me permite mayores posibilidades de hacer el mayor bien común, incluyéndome a mí.
     Esta forma de decidir es compleja, y aún haciéndola de manera cociente, a veces nuestras emociones nos hacen malas bugadas. Recientes estudios han mostrado que las personas al decidir nos dejamos llevar más por nuestras emociones y muy pocas veces por nuestros pensamientos, por lo que se cree que es importante que en las escuelas se trabaje más con la inteligencia emocional, que implica reconocer las propias emociones y las de otras personas cercanas a mí. Se dice que no se pueden educar las decisiones, pero que se puede mostrar que no es conveniente tomar decisiones cuando hay emociones dominando sobre nuestro ser por lo que es importante reconocer cuando uno está triste, enojado, o demasiado alterado para tomar una decisión, y cuando el estar bajo el control de una emoción puede ser ocasión de tomar una decisión poco acertada.
     Si mis emociones son inteligentes, podré postergar una decisión, hasta que mi estado emocional me permita hacerlo... de otro modo, tendré el futuro que no quiero y del mismo modo habré construido mi propio destino: bueno, regular o tal vez malo; sin embargo, ahora que estamos conscientes del proceso de tomar decisiones ya no poderlos responsabilizar a otros acerca de la vida que nos ha tocado vivir, pues cada uno de nosotros la ha ido construyendo a partir de las decisiones que ha tomado día con día

Educación contra la violencia: tarea inaplazable

Autor: Martín López Calva datos del autor haz clik aquí
Publicado: Puebla on Line, 04 de abril de 2011

“El mundo ya no es digno de la palabra
 Nos la ahogaron adentro
Como te asfixiaron,
Como te desgarraron a ti los pulmones.
Y el dolor no se me aparta
Solo queda un mundo
Por el silencio de los justos
Solo por tu silencio
y por mi silencio, Juanelo”
Javier Sicilia

         No han pasado aún dos semanas del terrible asesinato del hijo del poeta, periodista y activista social Javier Sicilia y de otros jóvenes amigos de él a manos del crimen organizado. El dolor sigue fresco y parece haber calado muy hondo en amplios sectores de la sociedad mexicana y la indignación frente a la situación de violencia aparentemente incontenible en nuestro país, está creciendo.
         Se trata nuevamente de personas ajenas al mundo de la delincuencia, jóvenes estudiosos y moralmente intachables que fueron víctimas de la irracionalidad que se ha ido apoderando de nuestra sociedad de manera constante, silenciosa primero, estruendosa en los últimos tiempos, hasta llegar a este momento que debería hacernos pensar seriamente en formas concretas de manifestar colectivamente que no podemos aceptar seguir viviendo en esta espiral de muerte y desmoralización.
         Manifestar clara y contundentemente –no darlo por hecho, ni asumir que está implícito- nuestro rechazo colectivo a los criminales que como afirma el poeta Sicilia en su carta publicada en un semanario de circulación nacional, han roto sus propios códigos de honor y han traspasado todos los límites, sometiendo a la sociedad mexicana a una situación de terror y barbarie que nuestra patria no merece.
         Expresar de manera igualmente clara y enérgica nuestra condena a la ineficiencia y la falta de respuesta inteligente y estratégica de la clase política que como también afirma Sicilia, está enfrascada en una lógica de disputas de poder, visiones electoreras y cuidado de sus propios intereses individuales y de grupo, incumpliendo con su deber elemental de brindar protección a los ciudadanos desde sus tareas ejecutivas, de legislación o de impartición de justicia.
         La violencia que vivimos se ha convertido en una violencia estructural, en una forma de organización bajo la que funcionan las instituciones y la sociedad toda y, lo más grave, se ha ido transformando en una cultura en la que están creciendo las nuevas generaciones. Una cultura distorsionada y aberrante en la que se va perdiendo la capacidad de asombro e indignación ante la muerte y la impunidad, una cultura que ve como natural la exposición mediática de ataques, asesinatos, ejecuciones y torturas; una cultura que asume que no se puede hacer nada para revertir esta situación y que la autoridad es incapaz por naturaleza de impartir justicia y frenar la delincuencia; una cultura en la que la corrupción se mira como la forma natural de estructurarse de la maquinaria social y de gobierno.
         La muerte de estos jóvenes es una más en medio de otras miles de muertes generadas por esta decadencia social, pero por la autoridad moral y el prestigio de Javier Sicilia ha cobrado una gran relevancia. Ojalá esta relevancia sirva para convertir este hecho dolorosísimo –un dolor imposible de ser nombrado, dice Sicilia, “por eso un padre que pierde un hijo no es huérfano ni viudo, es simplemente nada”- en un punto de inflexión, en un momento simbólico para que la sociedad mexicana despierte e inicie con inteligencia y creatividad un proceso de reversión de este mal estructural y de esta aberración de la cultura.
         Por lo pronto desde el campo educativo habría que preguntarnos seriamente qué papel le toca jugar a la escuela y a la universidad en este momento crítico de nuestra historia nacional. No es fácil sin duda pensar en cuál sería la mejor forma de contribuir a un verdadero cambio de fondo como el que se requiere pero la escuela y la universidad son los espacios de la inteligencia, la creatividad, el pensamiento crítico y la posible regeneración de la cultura.
         Quizá habría que empezar por cambiar las prioridades de los planes de estudio, de las prácticas educativas, de los actos cívicos y la organización escolar toda. Seguramente habría que plantearnos seriamente que el reto fundamental de la Educación en nuestros tiempos no es el de formar personas eficientes para insertarse en la sociedad que tenemos, sino el de formar personas que aprendan a vivir y a convivir sin violencia, con respeto y tolerancia; sin tener como fin último la obtención de dinero, poder y “éxito”; volviendo a pensar en el verdadero bien de la sociedad y en el futuro de la especie humana como la meta fundamental de la existencia; sabiendo que esta forma de ver y afrontar la vida es la única que puede realmente aportar felicidad individual. Quizá…




Joven infeliz, viejo feliz

Autor:  Alexis Vera
Publicado: E- Consulta, 4 de abril de 2011

     ¿En qué edad se es más infeliz? Si hacemos esta pregunta a cualquier persona que camine por la calle, la mayoría responderá que en la vejez. Sin embargo, una serie de estudios recientemente publicados por la revista británica The Economist revelan lo contrario. La edad más infeliz del ser humano contemporáneo tiende a ser por ahí de los 40 y, hacia la vejez, la infelicidad sede paso a la felicidad. A este fenómeno se le denomina “la curva en U de la vida” (the U bend of life) porque cuando empieza la adultez (a principio de los 20) la felicidad es alta, se viven las glorias de la juventud, pero después la felicidad empieza a caer conforme avanzan los años, llegando a su punto más bajo alrededor de la cuarta década, para después empezar a subir de nuevo y llegar a sus máximas alturas ya en la vejez. ¿Por qué ocurre así?
     Me parece que este fenómeno tiene cierta lógica. Cuando uno está a principios de los 20 todo brilla porque además de las mieles de la edad, la esperanza de un buen futuro es grande. Como dicen por ahí, se tiene todo un futuro por delante y no hay grandes responsabilidades qué cumplir, sólo sueños que alcanzar. En cuanto las responsabilidades llegan, la felicidad empieza a caer. De acuerdo con los estudios arriba mencionados, las personas con hijos tienden a sentirse mejor con su vida en general; sin embargo, la probabilidad de que estas personas se sientan más molestas o ansiosas en el momento presente aumenta considerablemente.
     En su tercera y cuarta década, las personas están en plena lucha por subir de puesto, ganar más dinero y estatus profesional, conquistar un maratón, etc. La sed de éxito les tensa cada vez más y, por si fuera poco, si se tienen hijos, éstos entran ya en la adolescencia. Por estas y otras razones, la mayoría de los encuestados de tales edades se declararon menos felices que los encuestados más jóvenes y que los más viejos también.
     En efecto, de los treinta y tantos a los cuarenta y tantos pareciera que se trata de demostrar que nuestra existencia vale la pena y eso, aparentemente, trae como consecuencia cierta infelicidad en el fondo.
     Si hubo hijos en el hogar, estos se van ya en nuestra quinta década. Y también se empieza a ir la ansiedad por conquistar el mundo. Entre más grandes somos, mejores nos volvemos para aceptar las infortunas de la vida; y también nos hacemos menos proclives al enojo. De acuerdo con Laura Carstensen, profesora de psicología en la Universidad de Stanford, como los viejos están más cerca de la muerte, tienden a vivir mejor el presente.    
     Llegan a enfocarse más en las cosas que importan ahora –como los sentimientos- y menos en objetivos de largo plazo. De esta manera tenemos que la felicidad empieza a aumentar conforme pasamos nuestra sexta década.
      Variación entre países
     Obviamente la U no es igual de ancha o angosta en todos los países. Cada cultura tiene sus variaciones, pero en todos los países estudiados (tanto ricos como pobres) se puede observar la famosa U en la “medición” de la felicidad. Por ejemplo, el peor momento en la vida para los ucranianos (que están al extremo del espectro) llega más o menos a los 62 años, y de ahí empieza a subir.  Para los suizos, que están del otro lado del espectro, la mayor infelicidad llega a los 35 años en promedio. Pero suizos o checos, mexicanos o japoneses, nuestra felicidad se comporta en U a través de los años, siendo 46 la edad global promedio de mayor infelicidad.
      ¿Qué podríamos concluir?
     Cada quien podrá sacar sus conclusiones en función de la felicidad que ha experimentado a lo largo de su propia (joven o vieja) vida. Sin embargo, yo me quedo con la idea de que, los que no somos adultos mayores, podríamos aprender de éstos la sabiduría de vivir en el presente y la sana indiferencia respecto al futuro –que de cualquier manera es incierto-.
     México no vivirá más que un aumento continuo de su población con pelo gris en los próximos años y, considerando los hallazgos de los estudios aquí discutidos, esto podría ser una gran oportunidad. Cada adulto mayor es un maestro de la vida en potencia. Hoy día desaprovechamos mucho –y seguido despreciamos- la sabiduría de los adultos mayores. Ojalá esto cambie; pero lo que con seguridad cambiará es la cantidad de personas de la tercera edad que habrá, lo que sugiere que México será un país más feliz en el futuro, y no precisamente gracias a sus jóvenes.















miércoles, abril 06, 2011

Sumar voluntades para compartir mejores mundos

Autor: José Rafael de Regil Vélez datos del autor haz click aquí
Publicado: Síntesis Tlaxcala, 02 de abril de 2011.

               Hay una cosa importante en la vida que no se nos da tan sólo por haber nacido: la visión del mundo, esa que nos da un lugar ante nosotros mismos, ante los demás, ante las cosas con las cuales nos relacionamos cotidianamente, ante lo que consideremos dios. Tan humanamente necesaria es esta visión[Y1]  que sin ella prácticamente somos nadie y sin irla adquiriendo vagaríamos como extranjeros de nuestra propia existencia, sino es que como quien se extravía en una gran urbe.
                Al pasar de los días, los meses y los años va llegando a nosotros toda una forma de entender situaciones, personas, lugares, objetos. Todo lo que para nosotros significa una madre es el producto de la interacción no sólo con ella, sino con toda una cultura que asigna un sentido a la maternidad. Lo mismo puede decirse del trabajo, de la amistad, del significado del dinero o el poder, del estudio, las profesiones, del amor… Todo lo que venga a nuestra mente.
                Y todavía más: en la interacción con los demás nos llega también una forma de valorar las cosas, eso que llamamos valores y que tienen que ver con aquello por lo cual nos jugamos la vida en el día a día, desde lo más sencillo hasta lo más sublime, lo que nos vale la pena.
Nuestra familia, las personas del vecindario, los educadores de la escuela, las personas de la comunidad de culto a la cual pertenezcamos son portadores de significados y valores. Ellos en sus múltiples actos comunicativos nos abren paso a lo que las cosas son, y también a lo que pueden ser aunque no lo hayamos visto. Pero son demasiado inmediatos, digamos que reduciéndonos a ellos el mundo todavía es pequeño.
                La escritura ha permitido la ruptura de esa pequeñez y su hermana, la lectura, nos puede llevar a lugares que rompen tiempo, espacio y circunstancia. Esa es la magia de los libros: contienen mundos, significados y valores más allá de nuestra inmediatez, portan de mil formas lo que otras personas encuentran para vivir: historias, fábulas, sesudos razonamientos. De su mano nos zambullimos en lo que ha sido, en lo que es y en lo que puede ser en la milenaria labor de construirnos seres humanos.
                Las personas cuando tienen contacto con los libros tienen muchas más puertas abiertas. Pero la realidad es complicada: la mayor parte de nuestra gente no tienen acceso a estos medios de humanización. No hay impresos ni en sus casas ni suficientes en sus escuelas. Habilitar bibliotecas sigue hoy siendo una buena apuesta.
                Para ello hay que sumar voluntades: para compartir visiones, significados, valores y que haya posibilidad real de comprensión del mundo y las posibilidades que en él tenemos para generar mejores condiciones de vida para las personas. Compartir libros es una buena causa común.
                Los próximos sábado 9 y domingo 10 de abril en Tlaxcala tendremos el Kilómetro de libros infantiles. Aunaremos voluntades para conseguir mil metros de volúmenes para que niñas y niños de cinco primarias oficiales de la entidad cuenten con mejores bibliotecas escolares. La cita con un libro infantil (que no libro de texto sep) es en el Zócalo de la ciudad a partir de las 11.00 hrs. ambos días… Habrá en las jornadas lecto juegos y actividades culturales porque se trata de una gran fiesta del libro. Niños, jóvenes y adultos podrán pasar un buen momento.
Sumemos voluntades y compartamos mejores mundos.


Sin querer queriendo

Autor: Martín López Calva
Publicado: La Primera de Puebla, 30 de marzo de 2011

     “No hagas hoy lo que puedas dejar para mañana” y “no hagas tú lo que puedan hacer otros”. Estos dos principios se mencionan de modo humorístico refiriéndose a la “cultura del menor esfuerzo” que parece caracterizarnos a los mexicanos.
     Una manifestación moderna de esta cultura distorsionada en la que tratamos de evadir nuestros compromisos es la del copiar y pegar en la realización de tareas escolares y ensayos académicos encargados por los profesores.
     En mi experiencia como docente y en el trato cotidiano con los maestros con quienes trabajo en cursos y talleres de formación, es cada vez más frecuente encontrar y comentar los múltiples casos de estudiantes que entregan trabajos plagiados de artículos que bajan de internet.
     En efecto, el copiar-pegar se ha convertido en toda una cultura que afecta los procesos de aprendizaje en todos los niveles y modalidades educativas como una plaga que pareciera imposible de detener. Cuando digo “en todos los niveles y modalidades educativas” no estoy haciendo una falsa generalización sino reflejando una realidad que por desgracia es cada vez más común en la vida cotidiana de las escuelas y universidades.
     Como docente en activo he vivido en carne propia este mal, al recibir trabajos copiados y pegados de internet no solamente por alumnos de licenciatura sino incluso por profesores en talleres y diplomados de formación docente, lo cual resulta terrible si pensamos que son precisamente estos profesores los que están educando a las nuevas generaciones. ¿Qué aprenderán los alumnos de educación básica, media superior o superior de un profesor que no es capaz de realizar un trabajo por sí mismo o que siendo capaz no quiere hacer el esfuerzo de pensar y escribir sino que copia las ideas de otros? ¿Cómo evitar que los alumnos cometan plagio si están diariamente en el aula con ?profesores pirata??
     Los dos casos que creía más graves los viví recientemente con alumnos de doctorado que plagiaron, en un caso, un gran porcentaje de un ensayo final de una asignatura y en el otro, gran parte del borrador del marco teórico de su proyecto de investigación.
     Sin embargo y para que no pensemos que este mal es exclusivo de nuestro país, está el caso de un escándalo que está causando gran polémica en Alemania. Se trata nada menos que del Ministro de defensa Karl-Theodor Zu Guttenberg quien ha sido descubierto y acusado a principios de este año 2011 de haber plagiado un gran porcentaje de su tesis doctoral.
     El ministro ha reconocido este plagio y ha renunciado ?temporalmente? a su grado de doctor por la Universidad de Bayreuth, pero no a su cargo.
     “Sí. Cometí errores, graves errores que lamento. Pero no incurrí en plagio, ya que no hubo por mi parte, intención de engañar”, declaró el ministro al reconocer el “corta y pega” realizado en su tesis doctoral que fue denunciado por un periódico.
     Esta declaración llama poderosamente la atención porque parece ser el común denominador de los que cometen este tipo de fraude intelectual. La constante tiene siempre estos dos elementos: El primero, suavizar el hecho llamando “error” a un acto inmoral y el segundo, exculparse apelando a que “no hubo mala intención” en la acción cometida.
     De manera que por una parte, las acciones dolosas y el comportamiento no ético ya no es considerado con toda la fuerza negativa que tienen sino como simples “errores” de quienes los cometen y por otra parte, siempre hay una excusa exceso de trabajo, combinación de muchas actividades, falta de tiempo, etc. que justifican el plagio y buscan negar o reducir la responsabilidad y las consecuencias de estos hechos.
     Algo estamos haciendo mal en la formación ética de los niños y jóvenes de hoy, no solamente los profesores y las escuelas sino los padres de familia, los medios de comunicación, los políticos y la sociedad en general donde estamos llegando a construir esta cultura distorsionada en la que no solamente es cada vez más frecuente robar las ideas de otros sino que se empieza a mirar este patrón de comportamiento como menos grave y hasta “natural”.
     Este es un gran desafío para la educación en valores de nuestro tiempo. Formar la conciencia sobre la gravedad de las acciones no éticas y la responsabilidad para asumir las consecuencias de estas acciones, consecuencias que no pueden atenuarse o borrarse diciendo como aquel personaje cómico de nuestra infancia: “fue sin querer queriendo”.

El profesor es culpable, hasta que demuestre lo contrario

Autor: José Rafael de Regil Vélez  datos del autor haz click aquí
Publicado: E- Consulta, 30 de Marzo de 2011

     Hace algunos años era típica la figura del maestro que podía hacer y deshacer los trabajos y las calificaciones de los alumnos. En las generaciones que van de los cuarenta a más años de edad circulan un sinfín de historias de docentes que cual Júpiter tronante hacían gala de su poder, como aquel que cuando entregaba calificaciones decía a sus alumnas menos agraciadas físicamente: "mija, usted va a tener que estudiar mucho", a diferencia de sus contrapartes, quienes seguramente encontrarían marido que las mantuviera.
     De hecho, estos cuadros todavía existen en las instituciones educativas y los estudiantes padecen entre otros, a los autodesignados educadores que ponen y quitan calificaciones y ensalzan y denigran a sus pupilos con todo el autoritarismo del mundo.  
     Emulan aquellas escenas que en la película de Alan Parker "The Wall" acompañan la secuencia de la canción "Another brick in the Wall", de Pink Floyd y que muestran el autoritarismo magisterial que ha campeado en diversas latitudes y tiempos.
     La tiranía y el autoritarismo hoy siguen presentes en las aulas. Tienen el rostro viejo ya descrito, pero también uno nuevo: el de los alumnos que han tomado en sus manos el dudoso privilegio de imponer su visión por encima de sus mentores, e incluso de las propias instituciones, sin que necesariamente el aprendizaje o la preparación para una vida económica y civil pertinente sean el propósito.
     Antaño el docente podía imperar y decretar culpables a sus pupilos; hogaño los estudiantes decretan que si ellos obtienen malos resultados la culpa es de su profesor.
Un cada vez mayor número de académicos de universidades comentan entre pasillos algunas reglas básicas de supervivencia escolar: "fotocopia los trabajos de tus alumnos, para que si te reclaman tengas con qué defenderte"; "no te metas en problemas, porque cuando sea la evaluación de profesores tus alumnos te van a castigar".
     Llegado el momento de las evaluaciones intrasemestrales no faltan quienes se enfrascan en agrios alegatos porque no están de acuerdo con su calificación, basados en el argumento de que merecen una mejor nota. Si no llegan a un acuerdo suelen terminar el asunto señalando lapidariamente: "lo voy a acusar con el coordinador".
     Que quienes estudian exijan ser evaluados más allá del capricho de quien tiene a cargo una asignatura ha producido enormes beneficios a la educación: hoy se piden rúbricas de evaluación, instrucciones más precisas, instrumentos que objetiven los propósitos de aprendizaje de los cursos. Prácticamente en todas las instituciones hoy se asignan calificaciones utilizando más evidencias que sólo exámenes.
     El problema viene cuando todo ello no es suficiente, cuando lo que se busca es una buena calificación por el valor de ésta en sí mismo y no como el reflejo de que se tienen las competencias adecuadas para incursionar en el ámbito profesional e integrarse en el espacio laboral para proponer, competir, y crear empleo; y en la vida social para generar ciudadanía siendo capaces de resolver conflictos mediante mediaciones y no sólo por el ejercicio unilateral del poder. Suponer que el profesor es culpable hasta que no se demuestre lo contrario es una perversión que hay que dejar urgentemente de lado.
     En educación no se trata de culpables e inocentes, ni siquiera de sacar "buenas calificaciones", sino de tener claro que la complejidad del mundo es tal que requiere personas críticas, libres, creativas, solidarias, integradas afectivamente, abiertas a posibilidades trascendentes, tan integradas en sí mismas y con su comunidad que puedan entrever posibilidades para una vida humana digna, con mejores indicadores de calidad, con mejores interacciones políticas para recrear marcos jurídicos e instituciones.
     Sumarse constructivamente a la vida adulta supone habilidades, conocimientos y actitudes a partir de los cuales sean diseñados programas formativos con propósitos claros a partir de los cuales se vaya sumando a los niños y los jóvenes a lo que serán más tarde. 
     Ese ha de ser el punto de partida de la evaluación y debe quedar claro a todos los involucrados en el proceso. Así podrá hablarse de calidad educativa.
Padres de familia informados de lo que se pretende con los planes y programas de estudio, profesores que puedan ubicar claramente el aporte de su asignatura en el contexto más amplio de toda la propuesta formativa de su institución, y alumnos que apelen a lo que se les propone para que con base en ello reciban retroalimentación, supondría una educación en la que nadie tiene que demostrar su inocencia ni su culpabilidad… ¿Será posible realizar ese tránsito?

Realidades de la "red social"

Autora: Betzabé Vancini Romero
Publicado:  Puebla on Line, 29 de marzo de 2011

     Durante los últimos años hemos sido testigos del auge, no sólo de las nuevas tecnologías de la información, sino también de las llamadas "redes sociales" que además de ser una forma de establecer contactos y relaciones interpersonales, también se han convertido en excelentes herramientas para la mercadotecnia y una nueva forma de enviar y recibir información nacional e internacional. Facebook y Twitter se han convertido en puentes de enlace entre personas, negocios, universidades, comunidades e incluso entre políticos y celebridades, con el resto de nosotros: usuarios mortales. Facebook fue creado por Mark Zuckerberg y Eduardo Saverin como una plataforma para los estudiantes de Harvard. El éxito no previsto de esta red social saltó barreras internacionales y pronto estuvo en las universidades más importantes de Estados Unidos y Europa y el objetivo de su creación fue implementar una forma exclusiva de relación entre estudiantes de universidades muy selectas. Ahora, a unos cuantos años de su creación, dista mucho de ser "exclusiva" pues entre sus usuarios se encuentran desde celebridades, hasta habitantes de poblaciones rurales. Hasta el año pasado, Facebook contaba con 500 millones de usuarios y tiene opción de ser traducido a 70 idiomas diferentes. Mientras Facebook tiene como objetivo compartir no sólo información, sino también imágenes, grupos de amigos, publicaciones y enlaces; Twitter se limita a la publicación de información concreta, fotografías de una en una y enlaces cortos que no pueden ser reproducidos desde la misma página.
     Dentro de los mitos más comunes de estas redes sociales se encuentra la veracidad de la información. Es decir, que no obstante que la información -cualquiera que esta sea- esté publicada en alguno de estos sitios, las fuentes de donde se obtiene la misma, pueden no ser confiables o verificadas. Sin embargo, una de las realidades es que tanto Facebook como Twitter han resultado una excelente fuente de información para agencias de publicidad y mercadeo que obtienen datos importantes sobre su mercado meta, y además, pueden al mismo tiempo anunciarse a un costo prácticamente nulo. La construcción de perfiles empresariales o comerciales dentro de Facebook -bares, restaurantes, universidades, boutiques, etc.- garantizan a estas organizaciones estar en contacto con sus posibles consumidores, estar actualizados en la información y además publicar promociones y ofertas especiales. En el marketing político también se ha visto un auge en la creación de perfiles de Facebook y cuentas de Twitter de candidatos, quienes no sólo pueden publicar sus propuestas, sino estar en frecuente contacto con sus votantes, recibir comentarios y críticas.
     La idea de poder tener acceso a toda esta información de manera práctica, fácil y casi gratuita mejora aún con los nuevos dispositivos móviles que permiten que uno esté informado en todo momento y en todo lugar. Existen no sólo computadoras portátiles, sino además, una gran gama de teléfonos celulares y tabletas electrónicas que garantizan el acceso inmediato y continuo a las redes sociales. Esta facilidad de contacto virtual, a pesar de sus múltiples ventajas, también nos aíslan del contacto real, pues estamos neuróticamente pendientes de algo que sucede en tiempo real, pero no de manera tangible. Así, mientras estamos informados de las últimas noticias de Libia, y del reactor nuclear en Fucushima, Japón, podemos estar perdiéndonos de lo que sucede a unos cuantos metros de nosotros.
     El uso de las redes sociales y la comprensión de las mismas se ha expandido a partir de la gran utilidad que representan, el sector de mercado al que llegan -principalmente jóvenes adolescentes y universitarios- y la facilidad de acceso. Incluso el mismo sector de mercado se ha ido ampliando, al grado de poder encontrar en Facebook usuarios menores a 10 años de edad, y también despertar el interés de personas de la tercera edad que asisten a cursos sobre el manejo de redes sociales y mensajería instantánea. Cierto es, que este auge de redes sociales nos ha permitido mantener el contacto o bien, retomarlo, con compañeros y amigos de la infancia, estar al pendiente de las últimas novedades en la vida de amigos y familiares y además, poder compartir los acontecimientos de nuestra vida. Sin embargo, también nos ha permitido generar una falsa identidad o una personalidad moldeable a la red. Es decir, que seleccionamos nuestra fotografía de perfil a partir de lo que queremos que los demás perciban de nosotros: ¿Somos divertidos?, ¿atractivos?, ¿artísticos?, ¿modernos?. De la misma manera en la que discriminamos la información a publicar: situación sentimental, fotografías de viajes, fiestas, amigos y familia, enlaces, etc., sin mencionar el cambiante "estado". Finalmente, todo aquello que queremos que se perciba de nosotros, es construido a través de nuestros propios filtros. Seleccionamos y discriminamos la información, de la misma manera en la que seleccionamos –agregamos- o discriminamos amigos y contactos. Si tú, querido lector, tienes algún comentario o sugerencia sobre este artículo puedes hacerlo llegar vía Twitter a mi cuenta: @betvan11, agrégame y ¡sígueme!