Autora: Mtra. Laura Rodríguez M.
Publicación: Síntesis, 30 Noviembre 2006.
La globalización, como un fenómeno multidimensional e integrado, tiene variadas connotaciones en los diversos ámbitos de la vida humana: en el económico, cultural, político, social, psicológico y educativo. En efecto, Las megatendencias de los procesos globalizadores se traducen en grandes transformaciones en todas las esferas de la vida humana.
Lo expuesto plantea a la Universidad un doble desafío. Por un lado, la formación de cuadros profesionales que respondan a los requerimientos de la nueva economía y a la re-configuración de los mercados laborales. Por otro, la comprensión, análisis y diseño de propuestas ante las problemáticas mundiales que exigen la construcción de una globalización con rostro humano. Esto coloca a la Universidad en la encrucijada que se halla entre la necesidad de capacitar para promover la integración de los futuros profesionistas al proceso globalizador y la exigencia de propugnar por el cambio del paradigma economista y excluyente a otro que dé prioridad al ser humano y a la naturaleza.
Estos desafíos han sido asumidos por diversos organismos nacionales e internacionales. La UNESCO, tras estudiar el panorama mundial y reconocer el papel clave que las Instituciones de Educación Superior tienen en la Sociedad del Conocimiento, establece como objetivo de la mismas: el servicio a un orden mundial que contemple la construcción de una sociedad mejor, más justa, equitativa, tolerante y solidaria.
Por esto, las Universidades requieren responder a estos desafíos que se encuentran íntimamente relacionados, en su estructura y dinámica. Algunos de los ámbitos más destacados en las que las universidades deben hacer labor se desarrollan a continuación:
En el ámbito intelectual, las Universidades enfrentan, en el contexto de la Sociedad del Conocimiento, requerimientos de expansión y diversificación, actualización permanente, generación de conocimiento aplicado, interrelación con sistemas productivos y financieros, incorporación de nuevas tecnologías de información y comunicación en el proceso enseñanza-aprendizaje, entre otros. De ahí la relevancia de que se mantengan dispuestas a una permanente renovación e innovación de métodos y estrategias educativas.
En el ámbito social, las Universidades deben promover la construcción de una nueva ciudadanía, en la que prevalezca el compromiso con desarrollo humano, la cooperación, la solidaridad y la justicia social. De ahí la importancia de favorecer que los universitarios conozcan otras realidades como la migración, el cambio climático o los conflictos internacionales, que los sensibilicen al entorno actual.
En el ámbito laboral, las Universidades deben procurar un medio propicio para el desarrollo tanto de competencias cognoscitivas superiores como de competencias de empleabilidad que permitan al futuro profesionista integrarse y desenvolverse eficazmente en economías con fuertes presiones competitivas. También deben favorecer el análisis crítico de la realidad y la búsqueda del bienestar personal y social sustentado en la justicia, la paz y la equidad.
Finalmente en el ámbito ético, las Universidades deben contribuir al desarrollo de las potencialidades de las personas y formarlas para: realizar una actividad productiva; participar en el mejoramiento de su entorno familiar, comunitario y social; convivir en armonía con otras personas; y para incrementar la propensión a una vida sana y a una mejor calidad de vida.
Como vemos, las Universidades tienen gran injerencia en la vida futura de la sociedad en la medida que preparen a los universitarios a asumir sus futuras responsabilidades sociales, contribuyan a la formación de personas útiles y productivas, aporten a la generación de una convivencia más armoniosa y al ejercicio una participación respetuosa de la diversidad. Todo ello con miras a la construcción de sociedades más democráticas, tolerantes, estables, justas y pacíficas.
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