Autora: Ma. Eugenia Sánchez D. de R.
Publicación: E-consulta, 7 nov 2006.
La decisión de enviar a la PFP a Oaxaca para “restablecer el orden”- ¿el de Ulises Ruiz? ¿El de las estructuras que hacen de Oaxaca el estado con mayores desigualdades según el informe del PNUD 2004?- es sin duda una más de las múltiples barbaridades cometidas por el gobierno actual y que está trayendo ya funestas consecuencias a todo el país.
No soy analista político, pero me parece que la recomposición de las elites políticas, el acotamiento al que el gran capital tiene sometidos a los gobiernos de nuestros países, lo que les obstaculiza las posibilidades de proteger los derechos laborales y ambientales de sus ciudadanos, y que los impulsa a criminalizar cualquier protesta social, no es explicación suficiente para entender el cinismo, la ceguera y la torpeza con la que el gobierno actual en contubernio con el PRI, está enfrentando la situación de Oaxaca.
¿A dónde vamos con un PAN que se está caracterizando por “colar el mosquito y tragarse el camello”? ¿Con los anuncios de Felipe Calderón de que gobernará con “mano dura” y “con la ley en la mano”? ¿Con un PRI que pensábamos que a partir del año 2000 podía convertirse en un verdadero partido político, y que lo que ha hecho es reforzar su perfil siniestro y manipulador? ¿Qué va a pasar, no solo en Oaxaca y con la APPO, sino con todos los movimientos de oposición, el de AMLO, o el de Marcos, y los que se van gestando en todo el país? ¿Cómo van a reaccionar o cómo se va a reprimir a esos movimientos, heterogéneos todos ellos, que expresan el hartazgo ante las desigualdades crecientes, la impunidad rampante, y la provocaciones de todo tipo a las que estamos siendo sometidos amplios sectores de la sociedad? Las múltiples anomalías del proceso electoral, la aprobación de la Ley Televisa, la alianza del PAN con Elba Esther Gordillo, el asunto Mario Marín-Lydia Cacho, los diálogos de Kamel Nacif y Emilio Gamboa, el encubrimiento del PRI y del PAN a Ulises Ruiz, no son sino algunas de las múltiples agresiones de la clase política y las cúpulas económicas, al pueblo, a la ciudadanía o como queramos denominar a los que habitamos este espacio social llamado México. Y por más que el poder mediático trate de esconder, endulzar y solapar esas acciones, o precisamente por ello, lo que se está incubando es una mayor violencia a corto y a largo plazo. Lo ocurrido estos días en Oaxaca es una terrible y dolorosa muestra de ello.
La negación de los antagonismos existentes, negación que ha caracterizado al gobierno de Fox, es la mejor manera de generar violencia, diría Alain Touraine. Y hemos sido, algunos espectadores, otros víctimas, una minoría beneficiarios, de esa incapacidad o de esa malicia de los gobernantes que les ha impedido reconocer los conflictos, para identificarlos seriamente, para nombrarlos adecuadamente, y finalmente para gestionarlos inteligentemente. Todos saldremos perdiendo con ello.
Ante este panorama oscuro e incierto, y tal vez con el afán de darle sentido al absurdo que estamos viviendo, quiero citar un texto de Eduardo Galeano.
"En tiempos oscuros, tengamos el talento suficiente
para aprender a volar en la noche, como murciélagos.
Seamos lo suficientemente sanos como para vomitar las mentiras que nos obligan a tragar cada día.
Seamos lo suficientemente valientes como para tener el coraje de estar solos y lo suficientemente valientes como para arriesgarnos a estar juntos.
Seamos lo suficientemente maduros como para saber que podemos ser compatriotas y contemporáneos de todos los que tienen una voluntad de belleza y una voluntad de justicia,
sin importar donde nacieron ni donde se encuentran, porque no creemos en las fronteras de los mapas ni del tiempo.
Seamos lo suficientemente tercos como para seguir creyendo, contra toda evidencia, que la condición humana vale la pena.
Seamos lo suficientemente locos como para ser llamados locos.
Seamos lo suficientemente inteligentes como para ser desobedientes cuando recibimos órdenes contradictorias a nuestra conciencia o contra el sentido común."
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