jueves, noviembre 23, 2006

MEXICO, DESARROLLO SUSTENTABLE, EL PROCESO GLOBALIZADOR Y LA SOCIEDAD CIVIL.

Autores: Vernice Sánchez Castillo y Benjamín Ortiz Espejel
Publicación: Síntesis, 23 Nov. 2006
La república mexicana, es otro más de los países en vías de desarrollo que vive e interactúa con el proceso globalizador y las políticas neoliberales; en donde “el ejercicio de la democracia se ha quedado representado en un voto, que casi siempre es la fachada para el bien de unos cuantos”. Esto es, lo se ha denominado una “democracia confiscada” que comparte el proceso capitalista, la globalización de mercados y que engrandece cada día más las desigualdades sociales, con la diferenciación entre los “seres humanos marginados y los beneficiarios de la civilización industrial”.

Aunado a lo anterior se sabe que México es un país de los llamados megadiversos, caracterizado por su gran potencial de flora, fauna, recursos suelo y agua, en donde los diferentes sistemas productivos manejados de manera poco sustentable están contribuyendo a su deterioro ambiental y por ende al agotamiento de dicha biodiversidad.

Esta problemática socioambiental constituye lo que se denomina “una sociedad del riesgo”; esta se puede entender como una red de relaciones en donde hay una población mayoritaria vulnerable con abandono del Estado, deterioro ambiental de su entorno e inequidad de oportunidades; que cree encontrar en la migración campo –ciudad mejores formas de vida, pero que generalmente no lo consiguen, asegurando con ello solamente el incremento en el desempleo, mayor índice de pobreza, aumento en la densidad poblacional urbana, menor acceso a las necesidades básicas y finalmente mayor inseguridad y violencia lo que repercute en todo el sistema social, pues “lo que afecta a un sector o a una esfera de la sociedad globalizada repercute en el resto y viceversa”.

Sin embargo la sociedad civil y sus organizaciones ante de los abusos y los impactos negativos recibidos por las políticas neoliberales; se han mantenido firmes ante este devastador proceso. Y más aún, resaltan las alternativas que ofrece la llamada sociedad sustentable como una opción para poner en práctica los valores de la solidaridad democrática y participación autogestionaria. Estas alternativas civilizatorias han obtenido logros que realmente son “del pueblo y para el pueblo”, además, de ser llamarlas a convertirse en “grandes protagonistas de la nueva ecología política de los albores del siglo XXI”. Resultado de ello se refleja en la amplia gama experiencias alternativas comunitarias desarrolladas en el país, que enseñan la lucha y resistencia de las comunidades en la búsqueda de soluciones a los problemas ambientales, económicos y sociales de su entorno.

Parte de estas experiencias han sido recopiladas recientemente en trabajos académicos y de investigación, como por ejemplo el “Atlas Nacional de Proyectos Comunitarios Sustentables” (Ortiz B, V. M. Toledo y colaboradores, 2005), en donde se proporciona un inventario de al menos 1´260 experiencias sociales en desarrollo rural sustentable en México. Estas, están clasificadas por actividad (miel, agroforesteria, artesanías, café orgánico, ecoturismo, café, orgánicos, café sustentable, forestal, agrícola, UMA´s, otros) y localizadas geográficamente por estados de la república; así mismo la obra proporciona un registro de las organizaciones civiles a nivel nacional con experiencia en esta área. De igual forma Sergio Zermeño, presenta en su libro “La Desmodernidad Mexicana” (Zermeño S, 2005), 53 tipos experiencias comunitarias desarrolladas en el país, en ello vale la pena resaltar la relevancia ambiental de estos trabajos, pues de estas 53 ejemplos 26 son de carácter directamente ambiental.

En la medida en que el futuro gobierno federal a través de los múltiples instrumentos de gestión ambiental construidos con muchos esfuerzos en los últimos 20 años ejerza una política de manejo y conservación de los ecosistemas que incorpore de manera participativa a todos los sectores de la sociedad, estaremos dando un avance sustancial para frenar los acelerados procesos de deterioro ambiental. Pero si por el contrario, la política ambiental se carga a favor de los intereses de empresas trasnacionales y nacionales que solo aprovechan nuestro país como sustrato para la extracción de riqueza en demérito de los grupos sociales, no sería extraño que de dichos grupos emergiera un inédito frente histórico ambiental solidario en defensa de condiciones de vida digna y por un proyecto de nación sustentable (PNS).

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