lunes, marzo 30, 2009

Tiempos de aprender democracia

Autora: Celine Armenta
Publicación: La Jornada de Oriente, Pendiente

Por la naturaleza de nuestro quehacer cotidiano, los educadores tenemos que ser optimistas; alguien incluso nos definió como profesionales de la esperanza: renuentes a darnos por vencidos, capaces de renovar cada mañana, cada periodo de clases y frente a cada estudiante nuestra fe en que todos podemos aprender.
Esto explica mi optimismo prudente pero auténtico al creer que el polémico decreto para reformar la Constitución Política de nuestra entidad, conocida como ley poblana de la familia o ley antiaborto, pone en nuestras manos una oportunidad preciosa de aprender democracia. Es momento de cobrar conciencia de la inequidad de las reformas y debatir al respecto en el salón de clase, el mercado, la comida familiar, las combis, el trabajo y la cama; Es tiempo de aprender sobre democracia, aprovechando el repulsivo abuso de poder que desplegó la mayoría de nuestros legisladores locales.
Estamos estrenando democracia y apenas entendiendo que no se trata de una dictadura de mayorías, sino de respeto a las minorías. La democracia es un régimen de inclusión y tolerancia. Pretender que cierto punto de vista se convierta en ley para todos, por el simple hecho de que lo comparte una aparente mayoría, es condenarnos a la más veleidosa de las injusticias: la que sólo depende de la proporción de ciudadanos “con voz” que coinciden en algo; la que deja a las minorías numéricas, pero también a mayorías víctimas de asimetrías de poder, en total desprotección. La dictadura de mayorías tiene otro agravante que sólo tendría cabida en el absurdo País de las Maravillas: que las proporciones cambian y lo que hoy se prohíbe, mañana se exija; lo que hoy se tolera, mañana se sancione; que una minoría radical crezca mañana, y elimine nuestras libertades.
Estamos obligados a escuchar e intentar entender a quienes se oponen a cualquier tipo de interrupción del embarazo, tanto como a quienes consideramos que hay que despenalizar tal interrupción y brindar apoyo a las mujeres que decidan realizarla. También escuchar las diferentes posiciones sobre decidir nuestra propia muerte y el reconocimiento legal de la diversidad de familias. Hay que intentar comprendernos mutuamente y obligar a nuestros legisladores a que cumplan con su deber de construir una entidad incluyente, en la que unos y otros podamos actuar de acuerdo a nuestra conciencia, con límites acordados por la pluralidad.
Es tiempo de educarnos los unos a los otros en la escucha mutua y en el respeto a todos; en el ejercicio de la Regla de Oro, cuya versión más antigua y también más realista se atribuye a Pitacos de Lesbos (650-570 A.C.): “No hagas a tu vecino lo que no pudieras sufrir tu mismo”.
Hoy es tiempo de aprender democracia actuando, y aprenderla bien pues según los grandes pedagogos actuar es la mejor manera de aprender. Levantemos la voz no sólo quienes consideramos que nuestros derechos fueron vulnerados; es tiempo de que todos nos inconformemos para asegurar que sin importar si en algún aspecto somos minoría o mayoría, nuestros derechos están asegurados.
¿Qué hacer ahora? Las reformas no surten efecto si no se publican; y Mario Marín puede impedir que se publiquen en su forma actual. Podemos, por tanto, inundar su buzón electrónico y su buzón físico pidiéndole que, en apego a la democracia y ”en atención a lo que establece el artículo 64 fracción IV y el artículo 65 de la Constitución Política del estado Libre y Soberano de Puebla, se sirva hacer observaciones al proyecto aprobado para reformar la Constitución Política del Estado de Puebla Capítulo V artículo 26 fracción IV, de manera que sea devuelto a la Comisión con el único propósito de que sean debidamente analizados, debatidos y discutidos los dos temas . . . que violan los derechos adquiridos de las mujeres, solicitándole que NO publique esta reforma”. Para escribirle basta ir a http://www.puebla.gob.mx/puebla/index.jsp y entrar al espacio Escríbele al Gobernador.
Es nuestro derecho, nuestra responsabilidad y obligación velar por nuestra joven democracia; yo soy optimista respecto a su futuro y me empeño en que crezca y se fortalezca ¿y tú, estimado lector?

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