Autor: José Rafael de Regil Vélez
Publicación: Síntesis Tlaxcala, 23 de marzo de 2010
El papel que juegan los medios de comunicación en la vida cotidiana, el mayor nivel de escolarización, la participación de las organizaciones ciudadanas en los procesos socio-políticos y económicos en diversos países del mundo, las redes sociales, han permitido que las personas tengan mayor conciencia de los ingentes problemas padecidos en el mundo: hambre, carencia de acceso a la salud, violencia, discriminación, migración y se corresponsabilicen en hacer algo por paliarlos, comprometiéndose como voluntarios.
El voluntariado social nació al final de los años 80, cuando jóvenes, principalmente europeos, crearon grupos de solidaridad para colaborar operativamente en la solución de problemas padecidos por poblaciones vulnerables en sus países y en el tercer mundo.
Ser voluntario significa unirse a una organización que dirige sus esfuerzos a acciones concretas en pro de sectores poblacionales que padecen algún tipo de marginación por motivos económicos, de salud, jurídicos, de género, etcétera y ofrecer parte de lo que sabe, es y se tiene sin recibir remuneración salarial alguna.
Con esta forma de participación es posible, por ejemplo, que comunidades agrarias reciban capacitación en periodos intensivos de verano, que las casas de los migrantes tengan atención permanente, que niñas y niños que han padecido quemaduras vayan sanando del cuerpo y la autoestima, que instituciones educativas de escasos recursos reciban apoyo docente, desayunos escolares, por señalar algunos.
Patricia Mayet Rivera, encargada de Relaciones Públicas de Operation Smile, A. C., miembro de una red internacional de asociaciones que apoyan médicamente a personas con labio y paladar hendido, hablando de lo difícil que es conseguir personas que apoyen el trabajo de esta organización, me dijo que “México no es un país de voluntarios”.
La experiencia de las asociaciones que trabajan a partir del voluntariado es que los problemas que la realidad presenta superan con mucho a las personas que están dispuestas a compartirse durante un tiempo de su vida para ser parte de las soluciones viables que generen vida digna.
No existe en el país una cultura que dé suficiente importancia al servicio que en algún momento de la vida cada quien puede dar. Con frecuencia los padres de familia de jóvenes que quisieran hacer voluntariado después del bachillerato o la universidad intentan disuadirlos diciéndoles que eso será una pérdida de tiempo, que se ocupen de cosas productivas.
Hoy que tanto se habla de que ser mexicano no sólo es cuestión de gritos de mariachi y de botellas de tequila sino de involucrarse directamente en gestar un país diferente, me parece que crear un ámbito propicio para que ser voluntario sea algo cotidiano y bien visto es una de las formas de crear mejor ciudadanía en los hechos y no sólo en las palabras.
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