martes, febrero 07, 2012

Educación superior de calidad, un compromiso social


Autora: Rocío Barragán de la Parra
Publicado: e-consulta, 31 de enero de 2012

     Puebla es hoy conocida como Capital Universitaria. En los últimos años se ha incrementado la oferta educativa y la apertura de nuevas Universidades, lo que representa una gran oportunidad económica para la ciudad, impulsa la creación de fuentes de empleo y acerca opciones de formación profesional para más jóvenes; sin embargo, ello no garantizan la calidad educativa que la sociedad necesita y demanda.
      Además de planes de estudios pertinentes, toda institución educativa debe comprometerse a promover una formación integral, centrada en el aprendizaje del alumno y en su inserción laboral al egresar, ofrecer un entramado de servicios y actividades que coadyuven en el desarrollo personal/profesional y contar con una planta docente de calidad académica y pertinencia social.
      En los últimos años muchos profesionistas se han incorporado a la docencia universitaria, entre varias razones destacan aquellos que no encuentran empleo en sus áreas de especialización, por la escasez de maestros normalistas o licenciados en educación que cubran la demanda de este sector, y por el crecimiento/apertura de nuevas licenciaturas con demanda de profesorado especializado.
      La mayoría de las instituciones son sensibles a esta situación y han incorporado acciones para promover el desarrollo docente a través de cursos pedagógicos, otros más apoyan estudios más formales como diplomados o posgrados. Lo cierto es que la profesión del maestro implica una grave responsabilidad: Implica aprender/enseñar para posibilitar que otro(s) aprendan a través de un método planeado y sistematizado, llevado a la práctica con un estilo personal de facilitar el aprendizaje, pero sobre todo de acompañar.
      Una de las grandes razones que distancian los resultados obtenidos en la formación profesional de un joven con respecto a los planteados por la Institución, están determinados por la falta de compromiso y vocación del profesor, aún prevalece el profesionista que desea impartir clases para completar sus ingresos, ve en la docencia una opción de trabajo fácil o rentable, considera que puede obtener sus ingresos impartiendo cualquier curso o quiere experimentar la docencia; este profesor es mejor conocido como chambista de la educación.

En este escenario se encuentran profesionistas que no tienen vocación y pretenden irla pasando, ven en la docencia un puente o tabla mientras consiguen algo mejor afirmando que aunque sea de maestro. En contraparte existe otro grupo de profesionistas que se inician en la docencia por necesidad, casualidad o curiosidad pero con la inquietud y vocación de servir y transformar(se), por ende de comprometerse.
      Es común que el profesor replique los estilos de enseñanza que impactaron su formación u opte por diseñar un sistema de enseñanza intuitivo, basado en evitar repetir lo que considera fue poco valioso en su formación. En este periodo puede cometer varios errores como improvisar su planeación o preparar su curso con material con el que aprendió (incluyendo apuntes) lo que resulta negativo y limitativo, por ello vale la pena destacar la importancia de la preparación pedagógica y didáctica que le permita caminar a la docencia, fundamentar teórica y metodológicamente su clase considerando las características de un programa y las condiciones afectivas, curriculares, físicas y psicológicas que rodean al grupo.
      Un profesor comprometido con la educación es un investigador activo, actualizado y propositivo que propicia clases dinámicas, sesiones documentadas, bien estructuradas; que generan espacios educativos reales y constructivos. Cambiar de enfoque para pensar no en qué quiere y cómo quiere enseñar, sino en qué quiere y cómo puede posibilitar y acompañar el aprendizaje del alumno.
      Todo docente puede tomar como punto de partida las dimensiones del aprendizaje planteadas por la UNESCO: clarificar en el objetivo de su curso qué conocimientos propiciará aprender a ser, que habilidades y técnicas se desarrollarán aprender a hacer, que valores y actitudes se adquirirán, (re)confirmarán o reconformarán para aprender a aprender, a conocer y relacionarse.
      Este cambio de perspectiva nos permite ver el desarrollo docente de otra manera, como un proceso consciente, planeado e integrado donde el maestro es un facilitador y junto con su alumno saben lo que quieren lograr, cómo lo van a lograr y para qué lo van a lograr, buscando como fin de la docencia el desarrollo de tres palabras claves para vivir en sociedad: Libertad, autonomía y responsabilidad.

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