viernes, febrero 10, 2012

Qué evaluamos cuando evaluamos el aprendizaje


Autora: Laura Angélica Bárcenas Pozos
Publicado: Puebla en Line, 08 de febrero de 2012

     Recuerdo muy bien mis años de estudiante, cuando se acostumbraba asignar la calificación de un proceso de aprendizaje con un solo examen al término de proceso. Al concluir un semestre debíamos estudiar todo aquello que se había aprendido o practicado durante  ese periodo para resolver un examen que generalmente era de opción múltiple. Así que siempre tenía la probabilidad de acertar alguna de aquellas preguntas en las que no supiera la respuesta.
     Entonces los alumnos aprendíamos muy bien la maña de estos exámenes y memorizábamos lo que más se podía uno o dos días antes y lo que no nos daba tiempo, no habíamos entendido o no nos había interesado estudiar lo dejábamos de lado con la esperanza de que no lo preguntaran y de no ser así, también esperábamos que tuviéramos buena puntería al momento de elegir la respuesta. Algunas amigas y yo hasta rezábamos el siguiente estribillo para sentirnos más seguras al momento de elegir: “Jesús, José y María dame buena puntería”. No importaba cuántos aprendizajes habíamos adquirido, sino cuántas respuestas buenas tenía nuestro examen y en función de eso se nos asignaba una calificación.
     También nos aplicaban exámenes mensuales, de un máximo de veinte preguntas, eso, cuando eran de opción múltiple, sino sacábamos una hoja y nos dictaban un máximo de diez preguntas que debíamos responder o problemas que había que resolver. Estos exámenes me gustaban más porque me retaban más. Pensaba más. Muchas veces las calificaciones resultado de estos exámenes era promediada con la del examen final, pero muchas veces no.
     Pasados los años, la evaluación de los aprendizajes ha cambiado, todos sabemos que en la educación básica se evalúa por bloques y los resultados de cada bloque son promediados, para obtener la calificación final. También sabemos que ahora hay mucha formación en los docentes para que consideren el proceso, es decir, la participación, las tareas, la actitud hacia el aprendizaje, el trabajo en clase, etc. Sin embargo los exámenes de opción múltiple no han desaparecido, siguen siendo la estrella a la hora de valorar si los estudiantes han aprendido.
     Pero, ¿qué miden este tipo de exámenes? Pues nada más y nada menos que memoria o buena puntería. Eso está bien cuando necesitamos valorar si los alumnos tienen la información suficiente sobre un tema para avanzar hacia otras cosas. Pero existen otro tipo de recursos para valorar si están logrando aprendizajes, como por ejemplo, exámenes de preguntas abiertas en donde los alumnos tienes que expresar por escrito sus conocimientos e ideas al respecto de un tema, estos exámenes son convenientes cuando queremos observar la forma cómo los alumnos están relacionando la información. Otros recursos para valorar esto mismo, serían, los mapas mentales, conceptuales o esquemas.
En cambio es conveniente que los alumnos resuelvan problemas, dilemas o que reflexionen sobre situaciones simuladas, da la posibilidad de valorar cómo estos están aplicando lo que han aprendido, eso implica que pongan en juego los conocimientos que han adquirido, así como las habilidades que han desarrollado, es posible también que se puedan incluir algunos aspectos de actitudes. Los foros virtuales en plataformas educativas pueden ser otro ejemplo que nos permite valorar estos aspectos de la formación.
     Diseñar, planear, realizar una investigación, proyectar, pueden llevar a los alumnos a realizar productos de aprendizaje de un alto nivel de complejidad en los que demuestran sus competencias. Es decir estos dan evidencia de en qué cosas ha avanzado el alumno al momento de ser evaluado y qué le queda por avanzar, por su puesto uno de estos productos no se desarrolla en un corto tiempo, mucho menos en un par de horas, sino que se va construyendo a lo largo de un curso o de un cuatrimestre.
     Por lo tanto, cuando un profesor decide que quiere evaluar competencias, deben pensar en  un producto a largo plazo (lo que dura un curso), que el alumno irá desarrollando al mismo tiempo que trabaja con ciertas competencias, el profesor debe tener claras las evidencias y los desempeños que valorará y que deberá reflejar en una rúbrica. Además deberá ir trabajando en el curso no sólo los conocimientos que el alumno necesitará para lograr el producto de aprendizaje esperado, sino las habilidades, las actitudes, las decisiones que deberá tomar, etc. También el profesor deberá contemplar si quiere que los alumnos logren este producto de manera individual o en pequeños grupos, pues tal vez una competencia a observar es el trabajo en equipo, entre otras cosas.
     Este tipo de evaluación lleva al profesor a realizar valoraciones parciales del producto, haciendo recomendaciones a los alumnos sobre los aspectos a mejorar, pero también le da pistar para reorientar la planeación del proceso de aprendizaje y la propia práctica docente. El profesor puede ponderar estas revisiones parciales de acuerdo a la complejidad del avance y no sólo promediar notas. Como usted lector puede observar, ésta última se trata de una evaluación más compleja, pero también más formativa. Por lo que finalmente pregunto a mis colegas docentes, qué es lo que evalúan cuando evalúan.

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