lunes, febrero 27, 2012

UNIVERSIDAD Y RECONOCIMIENTO RECÍPROCO


Autora:  Ma. Isabel Royo Sorrosal datos del autor haz clikc
Publicado: La Primera de Puebla, 24 de febrero de 2012

     El tiempo de crisis es tiempo de decisiones y una de las elecciones trascendentes en la vida de los individuos y las sociedades, más en tiempos críticos, es el establecimiento de alianzas. La universidad, como instancia de educación superior, tiene un importante papel en el desarrollo de las capacidades necesarias para pactos y proyectos que, basados en la dignidad de las partes,  generan  confianza y  vitalidad. Adela Cortina, filósofa y académica de la Universidad de Valencia exponía durante una conferencia impartida en la Ibero de Puebla   que las instituciones de educación superior también tienen la tarea  de ofrecer nuevos modelos de vida felicitante y sostenible. No es posible pensar en una sociedad pacífica y feliz si no hay confianza y reconocimiento mutuo.
     La crisis caracterizada por los diferentes riesgos económicos, sociales, ecológicos, etc.; necesita la  inteligencia y  la intención de construir nuevas posibilidades para una convivencia digna para todos,  y con perspectivas de corto, mediano y largo plazo. Las nuevas condiciones en los diferentes ámbitos de la vida, cuando no sabemos administrarlas o están en las manos de otros, nos  provocan  indefensión y desconfianza. Si no alcanzamos acuerdos con quienes cambian las reglas, la alternativa para salir de la indefensión es la persistencia activa hasta conseguirlos en condiciones  dignas y de equidad. De esa manera aseguramos nuestro futuro. Son momentos de reflexión y acciones, echar mano de las experiencias pasadas y de los nuevos acontecimientos;  mirar  las líneas generales del acontecer global y adentrarnos en el interior de nuestro ser. Atender las relaciones del pasado y el futuro, la interioridad y el exterior, el sujeto y la comunidad; se constituye en plataforma necesaria  para las decisiones.
     Tanto la sabiduría oriental como la occidental nos enseñan que ante un enemigo mayor es necesario disponerse al diálogo y al pacto. Pero la misma filósofa antes nombrada nos dirá que además de las capacidades lógicas argumentativas son necesarias “capacidades comunicativas de estimar… y la capacidad de compadecer” desde el reconocimiento de los otros. Es necesaria la experiencia del reconocimiento recíproco compasivo, de quien padece-con el otro el sufrimiento o el gozo. Así entendida, la compasión es una fuerza  para lograr la justicia. Si no se dan estas  relaciones de estima y de compasión no es posible averiguar la justicia de las normas.
   La misma sabiduría oriental enseña que cuando estamos seguros de nuestra  superioridad, hemos de ofrecer salidas dignas al contrario. Incluso el otro en la postura opuesta a la propia, mantiene la categoría humana de semejante. El honor puede construir donde hay ruinas o desencuentros. De la destrucción sólo se sigue más desgracia. Dignidad, estima y compasión son elementos que permiten la conformación de una convivencia, donde reconocernos sujetos activos, actores, no sólo sujetos pacientes; y nunca objetos para uso de alguien. Del reconocimiento cordial nace una nueva convivencia.
     Si tratamos de verdades, las científicas se comprueban, la no contracción es muestra  de la presencia de una lógica; pero las verdades que dan sentido a nuestra existencia, que nos persuaden de la necesidad de tomar un camino u otro, las conocemos  por vivencia. El  conocimiento experiencial, constituido por creencias, expectativas y amores que dan sentido a la  existencia; incrementa la sabiduría y por tanto la posibilidad de una convivencia inteligente con necesaria dosis de cordialidad y compasión. Una máxima expresa “sueña lo absolutamente puro y eso será”. En la medida que  nos ilusionamos, nos empapamos de lo más valioso y deseable, hay pensamientos que se convierten en palabras y éstas en acciones y comportamientos que nos cambian,  y también pueden transformar la sociedad en la que vivimos.

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