viernes, marzo 11, 2011

Internet y Educación: retos para los nuevos tiempos

Autora:  Marisol Aguilar Mier
Publicado: E- consulta, 09 de Marzo de 2011

     Estudios recientes señalan que hoy por hoy la tercera parte de la población mundial es internauta, sumándose, tan sólo durante el año pasado, aproximadamente 226 millones de usuarios más. En el continente americano el 55% ya tiene acceso a internet y nuestro país, pese a la brecha tecnológica que aún prevalece, se coloca en el lugar número doce con la mayor población de internautas en el mundo al contabilizar cerca de 20 millones de usuarios activos. Evidentemente estas tendencias continuarán en crecimiento durante los próximos años.
Por tanto, los datos anteriores nos bastan para saber que un nuevo mundo ha tomando forma en esta primera década del milenio. Las cosas han cambiado y en parte esta transformación obedece precisamente a la revolución tecnológica que ha trastocado nuestro modo de pensar, de trabajar, de aprender, de comprar, de hacer negocios, de comunicarnos y relacionarnos con otros. Con ello, se han generado formas de vivir y entender los sistemas políticos, económicos, sociales y culturales, diferentes a las del pasado.
     En este contexto, diversos teóricos e investigadores han discutido sobre esta sociedad naciente. Algunos la denominan como Sociedad de la Información, para otros se trata de una Sociedad del Conocimiento y otros más la consideran la Sociedad de las Redes. Como sea que se le nombre, una de sus características corresponde a que se basa en un gran cúmulo de información generada y producida con un aceleramiento sin precedentes, que cambia sustancialmente la forma en la que se busca, se trasmite y se comparte información, así como los modos en los que se intercambian conocimientos y se construyen saberes. Ello brinda a las personas, como nunca antes, la posibilidad de participar en un diálogo universal sin fronteras aparentes, adquiriendo roles más activos al intercambiar ideas, visiones y opiniones que se pueden producir y compartir colectivamente cuando se eliminan las barreras geográficas y temporales-espaciales.
Sin embargo, al mismo tiempo nos enfrentamos también a una extraña paradoja pues, como mencionan algunos expertos, la sociedad de conocimiento no necesariamente ha traído consigo personas más informadas y más competentes en el acceso, uso y aplicación de la información porque mientras los conocimientos se generan con gran rapidez, el saber de lo que no sabemos aumenta con velocidad aún más vertiginosa. Nicholas Carr, uno de los grandes pensadores sobre el tema, habla incluso de un "mundo distraído" donde los habitantes están saturados de datos y son bombardeados por interrupciones constantes que los colocan en una dinámica permanente de "multitareas digitales" que como resultado, debilitan la capacidad para filtrar las distracciones y centrarse en un idea, o una línea de pensamiento durante un periodo de tiempo determinado. Así que, si usted, apreciable lector, pasa interminables horas frente a la computadora navegando y saltando de un sitio a otro, mientras actualiza su estado en Facebook, responde un correo electrónico, sube algún link en Twitter, descarga un video en Youtube y mantiene una conferencia a través de Skype, sabe de qué se está hablando. Por tanto, dicho autor sostiene que la multitarea que provoca la gran interactividad del Internet, nos va alejando de formas de pensamiento que requieren más reflexión y contemplación, convirtiéndonos, en el mejor de los casos, en seres más eficientes para procesar la información, pero menos capaces para profundizar en ella.
     El debate sin duda no es simple y no se pretende descartar las innumerables ventajas de las redes así como tampoco satanizar su uso. Más bien, lo que queda claro es que el panorama actual demanda un tipo de educación que permita la formación de una ciudadanía que viva, aprenda y trabaje con éxito en una sociedad cada vez más compleja, rica en información y basada en el conocimiento.
     La llegada del internet a todos los ámbitos de nuestra existencia es ya innegable. No obstante, es necesario desarrollar una serie de competencias que nos permitan aprovechar al máximo su uso, sin que por ello nos uniformemos en pensamiento ni perdamos otras capacidades vitales. Así pues, ¿Cuál es el impacto de esta nueva sociedad en los procesos educativos? ¿Qué características debe tener la formación de las personas para que éstas sean capaces de desenvolverse adecuadamente dentro de ella? ¿Qué demanda a los docentes del nuevo milenio? Estas y muchas otras preguntas deberemos hacernos en el futuro inmediato si es que queremos lograr el objetivo que la UNESCO ha planteado al respecto: "formar estudiantes, ciudadanos y trabajadores que se comprometan continuamente con la tarea de generar conocimiento e innovar y que se beneficien tanto de la creación de este conocimiento como de la innovación que generan".



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