viernes, marzo 25, 2011

No sólo las calificaciones importan

Autor: José Rafael de Regil Vélez datos del autor haz click aquí
Publicado:  Síntesis Puebla,  20 de marzo de 2011

     Recientemente he escuchado a amigos catedráticos de distintas universidades y licenciaturas quejarse de un mal que pareciera ser de la época de sus estudiantes con frecuencia no entregan trabajos o los entregan sin seguir las indicaciones dadas, incluso les dan productos que no son los solicitados. No se trata del caso de quien en tendiendo los propósitos del curso sortea alguna contingencia de manera creativa, sino del caso de los alumnos que producen por producir.
     En muchos de estos casos los estudiantes se acercan con sus docentes y les piden que les pongan buenas calificaciones a pesar de las insuficiencias referidas. La negativa del académico o académica es tomada a título personal. Las recomendaciones de mejora no son tomadas en cuenta, so pre texto de que "de todos modos me va a calificar el' maestro como quiera". El problema desaparece ría con 8, 9 o 10.
     Esto de hacer tan sólo lo que venga en gana tiene, a la larga, repercusiones en la vida personal y laboral. En alguna ocasión una empleada con puesto de mando medio decidió hacer un pedido de material por doscientos mil dólares y no por ochenta mil, porque le pareció que estaría bien tener algo "de reserva". Su decisión, tomada más por sentir que por entender, impactó a la empresa sin justificación razonable alguna y llevó al despido de la persona sin indemnización.
     Ante esto cabe, sin duda, la pregunta: ¿cómo se ha llegado a eso? ¿Para qué sirve que los profesores den consignas de trabajo y creen rúbricas y listas de cotejo? ¿Qué significado se le ha dado a la calificación de los productos de aprendizaje? ¿Tan sólo para obtener calificaciones? ¿Qué sentido tiene evaluar a los estudiantes en la educación? Hay cosas más importantes que las calificaciones que obtenga una persona y son su comprensión de propósitos, el manejo experto de procedimientos, a partir de los cuales pueda intentar sus lógicas modificaciones. La evaluación permite, más que los números en la boleta, entender mejor lo que hay que hacer, los conocimientos que eso conlleva, las actitudes que supone, las habilidades que hay que desarrollar y todo ello con la posibilidad de establecer líneas de mejora.
     Hoy cuando se busca la formación de personas competentes para la ciudadanía que cree una sociedad económicamente sustentable y humanamente digna, estos temas se vuelven imprescindibles. Porque los alumnos no son los clientes de las instituciones educativas, sino la sociedad que los requiere para que la transformen sensatamente. Las condiciones de vida digna serán la verdadera calificación que se obtenga, los maestros no deben ceder ante los alumnos provenientes de hogares donde lo que importan son las notas y no realmente los aprendizajes.

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