martes, marzo 27, 2012

¿De quién es la tarea?


Autora: Luz del Carmen Montes Pacheco 
Publicado: e-Consulta, 21 de Marzo de 2012

   Si se busca la palabra tarea en el diccionario de la RAE, hay tres acepciones relacionadas con la tarea escolar: la primera es obra o trabajo; la segunda, trabajo que debe hacerse en un tiempo limitado; y la tercera, ejercicio que se le encarga al alumno. Pero esta última remite a otra palabra usada en lugar de tarea en Cuba y Venezuela, “deber” con un significado que se acerca mucho más a lo que en México se entiende por tarea, dice: ejercicio que, como complemento de lo aprendido en clase, se encarga, para hacerlo fuera de ella, al alumno de los primeros grados de enseñanza.
   Según el citado diccionario, la tarea o deber es para el alumno, que aunque es planteada para ejercitar o fortalecer lo aprendido en clase, culturalmente no es bien aceptada, más bien representa una obligación familiar.
   Para nada es extraño que cuando un niño sale de la escuela y le dice a su mamá que no hay tarea, ella exclame sin recato alguno “¡Qué bien hijo, me da mucho gusto!” Claro, seguramente la profesora antes les dijo a los niños que tendrían la tarde libre porque no habría tarea para el día siguiente. Alegría y libertad están asociados a la falta de tarea; esto es, están asociados a la falta de oportunidad para ejercitar y fortalecer lo aprendido.
Visto así, no es de extrañarse que niñas, niños, adolescentes y adultos jóvenes aborrezcan la tarea. Por tanto, cumplir con ella se vuelve una carga y si no es con la supervisión, y muchas veces con la presión de los padres, los educandos, sobre todo los menores, no la llevan a la escuela.
   Con todo esto, tanto padres como hijos, desarrollan malos hábitos con la entrega de tareas. Ahora muchas madres, y algunos padres también, tienen que llegar a casa para cerciorarse de que sus hijos hagan la tarea y en el peor de los casos, hacerla con ellos. En muchos casos, la realización y entrega de tareas es causa de conflictos en el seno familiar.
Además, la libreta de tareas que originalmente es un recordatorio para que los educandos sepan con precisión qué trabajo tienen que hacer, se ha convertido en un instrumento de supervisión y un instrumento de control en la escuela. Si la libreta no está firmada por los padres, todos tienen tache: el estudiante y los padres.
   Hace mucho tiempo, una profesora de tercer grado de primaria se atrevió a decirles a sus alumnos, que una mamá o un papá que no firma la tarea demuestran que no quieren a sus hijos; entre ellos estaba mi hijo. En la escuela siempre supieron que yo no estaba de acuerdo en firmar la libreta de tareas, mientras mis hijos cursaron la primaria y la secundaria yo solo les preguntaba, al término de la jornada escolar, si necesitaban algo para hacer su tarea (incluida mi asistencia por si tenían dudas); y al final del día, al finalizar mi jornada, preguntaba si habían hecho la tarea. Yo creo que los padres no tenemos que revisar si está bien hecha la tarea, esa es función de la profesora o el profesor.
   ¿Cómo podemos lograr que nuestros hijos desarrollen el sentido y el valor de la responsabilidad si no se los transferimos? ¿Cómo pretendemos que sean estudiantes responsables de su propio aprendizaje? ¿Cómo pretendemos que asuman sus responsabilidades futuras si desde pequeños estamos detrás de ellos?
   El colmo ha sido escuchar a algunos padres con hijos en secundaria y aún en preparatoria que solicitan en la juntas para padres, que se les envíe por correo la tarea que les dejan a sus hijos.
   Los padres debemos acompañar, proveer los insumos necesarios y estar atentos para que nuestros hijos cumplan sus obligaciones escolares; y en caso de no hacerlo, que asuman las consecuencias de una mala nota. Si desde que nuestros hijos son pequeños delegamos esa responsabilidad, conforme crezcan la asumirán de la mejor manera posible.
Por otro lado, los profesores debemos ser cuidadosos para que los trabajos que encargamos a los estudiantes impliquen un reto intelectual acorde al nivel educativo; deben evitarse tareas innecesarias, repetitivas, memorísticas o trabajos que solo consistan en cortar y pegar las ideas de otros. Debe haber mucha claridad tanto para el profesor como para el estudiante del objetivo y la finalidad que tiene cada tarea realizada fuera del aula.
   En la triada educando, profesor/a y padres, es indispensable que se fomenten confianza y responsabilidad de manera compartida. Hacia al estudiante porque es capaz para desempeñar trabajos de manera independiente y exitosa. Hacia al profesor/a porque es capaz de diseñar tareas retadoras, con sentido y ajustadas al nivel de los estudiantes. Hacia los padres porque el acompañamiento y el apoyo no significa suplencia ni desamor.
   Aún en las tareas cotidianas, fuera y dentro de casa, fuera y dentro de la escuela, si queremos educar en y para la libertad debemos confiar en el otro hasta para asumir la consecuencia de sus propios actos. La tarea es para todos, pero cada quien desde su trinchera.

El mecate truena por lo más delgado


Autora: Laura Angélica Bárcenas Pozos
Publicado: en lado B, 06 de marzo de 2012

   En días pasado hubo un escándalo cuando Denisse Dresser dijo, a propósito del documental de Panzazo, que cuando uno ve éste cae en la tentación de desear que la Señora Elba Esther Gordillo muera en su próxima cirugía plástica, dado el daño que causa a la educación en nuestro país. La intelectual se disculpó después diciendo que era una broma de mal gusto y que lo que había querido decir es que el problema de la educación en México no está centrado en la Señora, sino que es un problema sistémico, en el que todos estamos involucrados.
   Esto es algo que ya se ha dicho desde hace unos pocos años, es necesario rehacer la SEP y reestructurar el SNTE, también rehacer la estructura educativa y renovar la formación inicial y continua de los docentes. Pues curricularmente ya se han hecho las renovaciones pertinentes, de acuerdo a lo señalado por la OCDE, pero ésta se han vuelto a montar en el viejo sistema haciendo que el currículum truene por lo más delgado, los profesores.
   Según Michel Fullan, las innovaciones educativas no funcionan, porque el sistema educativo no cambia, es decir la gestión y la administración siguen siendo las mismas, incluso la formación de los docentes no se actualiza. En nuestro país, fuimos testigos de que se hizo la renovación al currículo y después la renovación de los planes de estudios de las normales, ¿no tendría que haber sido al revés? Y luego ya que se había echado a andar la propuesta curricular se empezó a preparar a los profesores haciendo una formación en cascada, pero con esto más bien se informa, no se forma.
   Los cursos son breves y no hay seguimiento de la implementación, se confía que con esa “información” será suficiente para que el profesor pueda implementar una propuesta curricular tan compleja como es el enfoque por competencias. Como ejemplo comento que el sábado pasado uno de mis alumnos de maestría que es profesor en una escuela secundaria pública, me mostró un power point, muy bien hecho y muy interesante de cómo hacer la evaluación por competencias.
El problema no es el material, sino que hasta ahora y unos años después de implementarse la reforma de la educación básica, se esté informando a los profesores sobre cómo evaluar las competencias, entonces ¿cómo lo han hecho hasta ahora? Pues como lo venían haciendo hasta antes de la reforma, y en realidad las prácticas educativas siguen tan tradicionales como siempre.
   Como docente de docentes, observo que muchos de mis alumnos tienen más compromiso y vocación que formación y con eso hacen mucho, pero no es suficiente, efectivamente hay un mal sistémico en la educación, pero por dónde empezar a cambiarlo para realmente mejorarlo, para terminar con todos los intereses creados por la SEP y el SNTE y favorecer que los profesores reciban la formación necesaria y de la manera correcta para que las propuestas curriculares no tuenen por lo más delgado.



¿Realmente se aprende en un proceso de aprendizaje en línea?


Autora: Laura Angélica Bárcenas Pozos
Publicado: en lado B, 20 de marzo de 2012

   Hoy en día se han puesto en boga los procesos de aprendizaje a través de plataformas educativas y estos son llamados “cursos online”. Incluso en el mundo han surgido ya varias instituciones de educación superior a distancia; sin embargo, muchas personas se preguntan si realmente se aprende en estos procesos en donde la interacción con el profesor y otros alumnos es significativamente más baja que en los procesos presenciales.
Las plataformas educativas como Moodle o Blackboard han dado las herramientas virtuales para lograr estos procesos en línea, dichas plataformas tienen una serie de recursos y actividades que permiten que los alumnos desarrollen las acciones que se requieren para lograr el aprendizaje. Además los profesores organizan los cursos de tal modo que puedan ser amigables y atractivos a los alumnos.
   Entre los recursos se encuentra la posibilidad de subir archivos o establecer ligas para otros documentos, páginas de internet, videos, etc., es decir el profesor puede utilizar una gran diversidad de elementos para favorecer que los alumnos comprendan algún concepto o proceso. Además siempre hay la posibilidad de que los alumnos suban sus entregas y las plataformas dan la posibilidad de establecer tiempos para que todo mantenga un orden. En cuanto a las actividades hay unas muy conductistas y lineales como los cuestionarios, las encuestas e incluso algunas versiones de los exámenes. Hay otras muy constructivistas como las wiki, los foros, los chats, los glosarios, entre otros.
   Entre unas actividades y otras un profesor puede ir favoreciendo el aprendizaje y lograr que sus alumnos interactúen con él o ella, con sus compañeros o con ambos. Por supuesto y como su nombre lo dice, el proceso es en línea, así que no hay un acercamiento físico entre alumnos, ni entre alumnos y profesores; sin embargo, se va entrando en relación entre todos a través de las actividades. Esta es una de las razones por la que los detractores de los procesos en línea sostienen que el aprendizaje no se logra.
Los que están a favor le ven muchas ventajas, por ejemplo, primero y muy importante, cada quién puede llevar su propio ritmo; segundo, cada quien trabaja a la hora que puede o que más le conviene, es decir, los procesos son asincrónicos; tercero, existe la certeza de que cada quién hará lo que le corresponde, pues normalmente no hay una cercanía entre los alumnos para que unos y otros se copien. Cada quien trabaja desde la comodidad de su hogar y todos van aprendiendo.
   Yo aún no tomo una postura. Este semestre por primera vez armé un curso en línea y he estado trabajando en él. Realmente me ha representado un reto profesional, pues por casi veinticinco años he dado clases en un aula limitada por el espacio y el tiempo horario que marca el ritmo de una institución. Con esta nueva tendencia, todo esto se ha roto, no hay espacio físico, no hay tiempos rígidos. El proceso de aprendizaje es sumamente flexible.
   El curso virtual que estoy impartiendo me ha significado un esfuerzo permanente, primero para armarlo y dejarlo listo para que todos los involucrados usemos la plataforma. Sin embargo, no es atractivo pues sólo he subido materiales y abierto ligas para las actividades, sin darle una organización más vistosa. No he podido romper el esquema del tiempo, así que cada semana hacemos actividades particulares y cada semana evalúo esas actividades, es decir todos vamos al mismo ritmo. He tenido que afinar la forma en que doy instrucciones pues me he ido dando cuenta que darlas por escrito es otra cosa.
   Por otro lado me ha sido cómodo pues no tengo que trasladarme al aula y dejar de hacer lo que comúnmente debo hacer, sino que diariamente le doy un tiempo a revisar la plataforma para ver cómo mis alumnos están trabajando. Me detengo a escribirle a alguna persona que veo que no comprendió la actividad o que se ha tardado en su entrega.     
   Cuando se ha cumplido el tiempo de alguna espera evalúo y califico, pero eso no siempre me toma el mismo tiempo. Me he sentido más libre, menos presionada.
Pero ahora veamos, ¿mis alumnos han aprendido? El curso no ha terminado y tal vez me equivoque y me parece que sí han aprendido; estamos desarrollando un proyecto final en el que cada alumno ha establecido el tema y el desarrollo de éste, yo sólo he puesto las pautas. Las entregas parciales han sido interesantes y significativas, creo que ellos están mostrando sus aprendizajes a través de estos proyectos porque utilizan varias de las reflexiones que hemos tenido en los foros, o han modificado algún instrumento a utilizar por lo señalado en algún chat. Además yo no soy la única que explica o la única que “sabe”, todos hemos ido aportando cosas al conocimiento. Y lo único que se requiere para tener éxito en uno de estos cursos, es que pongas en juego todos tus recursos personales, es decir, tu responsabilidad, tu capacidad de comprensión lectora, así como tu lectura crítica, tu apertura al diálogo, tu capacidad para comunicar tus ideas por escrito y todo lo que se requiera para desarrollar las actividades del curso. Se requiere ser autogestivo.
   Entonces, ¿realmente se aprende en un proceso de aprendizaje en línea?, creo que eso depende de qué tan autogestivo seas.

La magia de los 80's


Autor: Ramón Felipe Tecólt González
Publicado: La Primera de Puebla,

   Los que nacimos en la década de los 60's y 70's somos fehacientes testigos de las más importantes invenciones tecnológicas que conocemos hoy en día. Aunque muchos nacimientos de esta índole se gestaron en las décadas de los 50's, 60's y 70's, el “boom” de dichas invenciones fue en los 80's y parte de los 90's.
   Esta fue una época completamente radical, la transición de la era industrial a la era informática, una era que acuñaba acrónimos sorprendentes: CD, VCR, IBM, PC... un paraíso tecnológico dedicado al entretenimiento y a la ergonomía cortesía de Silicon Valley.
   Conocí y usé un Walkman, andábamos por las calles con el aparatejo colgado en el cinturón, audífonos monstruosos y horribles en la cabeza y unos tres o cuatro cassettes para que la música a escuchar fuera lo más variada posible. Si no adquirías el medio de un artista en específico, se solía “pasar” música de varios LP distintos consiguiendo un cassette eclécticamente grabado con una duración no mayor a dos horas, además había que “voltearlo”. Ahora tenemos un iPod o gadget de MP3 con cien o mil veces la capacidad de un cassette y mucha mejor fidelidad auditiva que un Walkman ochentero.
   Conocí y usé una VCR Beta, formato producido por Sony, competencia del VHS de JVC siendo éste último el ganador en la primera guerra de formatos de video. Las VCR que usábamos eran gigantescas pero nos trajeron la magia del cine a la comodidad del hogar. Ahora tenemos DVD y BluRay, con una nitidez y definición que puedes hasta apreciar los poros del actor en close up.
   Conocí y usé una PC, una gigantesca computadora “personal”, que de personales no tenían más que el nombre, con un poderoso procesador Intel 8088, 64Kb en RAM, dos unidades floppy de 5 1/4” de 360Kb cada una, monitor monocromático, módem de 28.8 kbps para conectarnos vía dial-up al naciente internet. Ahora tenemos microcomputadoras con 1000 veces más capacidad de procesamiento y almacenamiento del tamaño de una libreta pequeña.
   Conocí y usé un Atari o un Intellevision, con gráficos muy pobres de ocho bits pero que podían mantenernos estáticos frente al televisor por horas jugando títulos como Asteroids, Missile Command, Donkey Kong, QBert y Pac Man. Ahora tenemos XBox 360 y Playstation 3 con gráficos y texturas sorprendentes que nos dejan a los de la época de Tron boquiabiertos; y tenemos Kinect, un engendro cámara+sensor+micrófono que evita que tengamos control alguno en las manos. También tenemos PSP y Vita, super consolas portátiles con una resolución inimaginable en los ochenta.
  Conocí y usé televisores blanco y negro de bulbos, que parecían tardar siglos en encender y otro tanto en apagarse con el típico puntito central muy brillante. Después conocimos la televisión a color, 100% transistorizada, que ya no tardaba siglos en encender, sino décadas, nada de botones o control remoto, ¡perillas! para cambiar de canal. No había mucha variedad en canales de televisión abierta, sólo 3. La televisión por cable, ni pensarla. Ahora tenemos pantallas planas LCD, LED y LED-3D, que van de 29 a 70-80 pulgadas que nos tienen atónitos ante ellas durante horas haciendo “zapping” con sistemas de cable satelital de calidad HD con más canales que granos en un elote.
   Conocí y usé teléfonos celulares de un kilo de peso. Algunos venían como especie de maletita y pesaban más, costaban alrededor de 4500 dólares. Sólo eran para la élite y los empresarios por los que teníamos conocimiento de ellos era por las películas que Hollywood nos mostraba. En los 90's fue el boom, era más fácil acceder a estos dispositivos y era relativamente fácil obtener uno previo endoso del acta de nacimiento, matrimonio y defunción. Ahora tenemos Smartphones con juegos, aplicaciones, GPS, pantalla táctil, almacenamiento casi infinito y mil un monerías nunca antes vistas.
   Conocí y usé Internet pero lo llamábamos Bitnet. Podíamos, de manera rudimentaria, enviar y recibir correo electrónico, acceder a información académica a través de Gopher, hacíamos búsquedas con Verónica y WAIS. El chat se limitaba a una pantalla dividida en dos partes, una para lo que escribía el emisor y otra para lo que nos tenía que decir nuestro receptor, una analogía virtual del modelo creado por Shannon y Weaver. Teníamos grupos de noticias en Usenet y los BBS eran las primeras formas de lo que ahora llamamos blogs. Ahora tenemos Messenger, Twitter, Facebook, miles de millones de páginas a todo color, YouTube si deseamos ver videos, LinkedIn, Instagram y Flickr para fotografía, Wikipedia, Google… miles de aplicaciones on-line para todos los gustos y edades.
   Creo que pertenezco a la generación que ha conocido más que otras en lo que refiere a adelantos tecnológicos y que ha moldeado el mundo lo que es hoy. ¿Cuánt@s se identifican con un servidor?

MERCADOTECNIA SOCIAL: ¿LA MERCADOTECNIA Y LA SOCIEDAD SON DOS TÉRMINOS AFINES?


Autora: Ma. Teresa Abirrached Fernández
Publicado: Puebla en Line, 20 de marzo de 2012

   Hace unos días leía un posteo en el muro de una amiga que decía más o menos así: “Hemos construido un sistema que nos persuade a gastar el dinero que no tenemos, en cosas que no necesitamos, para crear impresiones que no durarán, en personas que no nos importan”. 
   Esta frase y algunos comentarios como “maldita mercadotecnia” son muy comunes en nuestra vida cotidiana, en la que algunos se olvidan del porqué existimos en sociedad y cuál debería ser el resultado de nuestra convivencia.
   En la época actual, donde la mayoría de las actividades del ser humano involucran un acto de consumismo, surge la era de la mercadotecnia, con la finalidad de satisfacer al cliente, como individuo y como sociedad. Una sociedad en la que sólo se puede lograr el bien común cuando todos los actores sociales estén dispuestos a apoyarse entre sí.
Dice S. Fine que  “La teoría del marketing es tan supremamente buena, que no se justifica aplicarla sólo con productos ordinarios”  Entonces surge el concepto de marketing social, concebido para aplicar estrategias de mercadotecnia a promover causas sociales que buscan resolver un problema social.
   Sin embargo, agrega Denis Lindon, que a ciertos intelectuales y moralistas la palabra “Marketing” les produce un efecto análogo: corrompe todo lo que toca;  y nos preguntamos ¿cómo la maldita mercadotecnia puede ser social? ¿Es un truco publicitario o una estrategia para engañar incautos y enriquecer más a las grandes empresas?
   Para responder a estas inquietudes habría que entender el verdadero concepto de la mercadotecnia y su principal precepto que es no hacer daño a sabiendas. Esto es, la mercadotecnia está concebida para satisfacer al consumidor con productos que son buenos para él, al precio que éste puede pagar y en el lugar donde acostumbra a comprar, generando como consecuencia una utilidad para la empresa.
   Por su parte, el término social  tiene que ver con la sociedad y con  la responsabilidad de cada uno de sus miembros por el bienestar propio y el de los demás. Al ser corresponsable del desarrollo de la sociedad, cada individuo tiene la obligación de ayudar a los menos favorecidos para alcanzar su desarrollo integral, entendido como mente,  cuerpo y espíritu.
   El origen del marketing social se remonta a 1952, cuando Wiebe se preguntaba ¿porqué no se puede vender la fraternidad de igual manera que el jabón? La respuesta que encontró fue que ésta no se vende igual que un producto comercial. Fue entonces cuando surge la preocupación por la forma y el contenido de la comunicación y promoción social; sin embargo, el término mercadotecnia social apareció por primera vez en 1971 para describir el uso de los principios y las técnicas de la comercialización encaminada al apoyo de una causa, idea o conducta social.
   La Mercadotecnia Social tiene como finalidad lograr la aceptación de una idea para modificar la conducta, requiriendo, para ello, obtener apoyo económico, en especie o trabajo voluntario para solventar y sostener dicha causa, siempre con miras a un beneficio social, esto es, que favorezca a un gran número de personas.
   Para coadyuvar a la solución de los problemas sociales, entendidos como “una situación específica de la sociedad, percibida como desastre por algunos de los miembros, o una condición que afecta la vida de un gran número de personas y que no ha sido tratada de manera eficaz”, esto es, que los esfuerzos gubernamentales no son suficientes para acabar con el problema, surge la acción social, que es el trabajo colectivo para eliminar o al menos mitigar estos problemas, a través de estrategias para hacer conciencia sobre las necesidades sociales ignoradas o poco atendidas por el sector gubernamental.
   Son, entonces, los individuos quienes forman una Organización de la Sociedad Civil (OSC), que es una entidad no lucrativa constituida para prestar un servicio para mejorar la calidad de vida de la sociedad; formada por un grupo de personas que aporta trabajo voluntario; sin lucro personal de sus miembros y sin tener carácter gubernamental.
   La mercadotecnia cumple con esta labor social, por lo que no somos los malos, al contrario. Existen muchos ejemplos de asociaciones y fundaciones que promueven causas como la salud, la educación o incluso la cultura con el único ánimo de buscar un beneficio social y que requieren de las herramientas del marketing para hacer llegar su producto a los destinatarios.





martes, marzo 20, 2012

Las inconsistencias no educan


Autora: Luz del Carmen Montes Pacheco
Publicado: Síntesis Puebla, 15 de marzo de 2012

     Es común que una profesora o profesor indique a los estudiantes que en el salón no se come, que debe trabajarse sentado, que no se ensucia, que no se grita ni se hace escándalo. Y muchas veces se ignoran estas conductas cuando otras profesoras llegan a platicar con él o ella cuando tiene que salir para organizar el próximo festival.
     Situaciones como esta, entre muchas otras, observaron María Cecilia Fierro y Patricia Carbajal, en una investigación sobre valores en la escuela. Ellas analizaron la "oferta valoral" de los profesores, que definieron como el conjunto de oportunidades que ofrecen los docentes a sus alumnos para el desarrollo de su moralidad.
     Parte de los hallazgos es que lo que más hacen los veintiséis profesores observados (en dos escuelas públicas) es aludir a normas concretas institucionales que están relacionadas con el comportamiento: levantar la mano para hablar, no comer en el salón, sentarse correctamente, no golpear, cumplir con la tarea, no gritar, etc.
     Fueron observadas también, casi con la misma frecuencia que las llamadas de atención, las ocasiones en que las reglas eran ignoradas por los mismos profesores cuando los alumnos no las cumplían.
     Las investigadoras concluyen que en estos contextos, la aplicación de la norma está sujeta a la figura de autoridad del profesor y que "el alumno no interioriza la estabilidad de las normas ni un sistema de cumplimiento regular y previsible de las mismas, sino la negociación de conveniencia con la autoridad, al margen de la norma". Es decir, cuando hay inconsistencia en la aplicación de la norma no se está educando.
     
La función social del profesor en el desarrollo de la moralidad de los estudiantes está ampliamente documentado en el libro "Mirar la práctica docente desde los valores" de las investigadoras ya citadas. Y su lectura es muy útil para profesores y directores de escuela, además tener de un alto valor para los padres.

Pensando en EL PANZAZO no aceptado.


Autor: Gonzalo Inguanzo Arteaga
Publicado: e-consulta, 13 de marzo de 2012

     Este fin de semana en el diario El País  se publicó una entrevista a Elba Esther Gordillo en el que se aborda como eje central el documental ¡De Panzazo! y en donde el entrevistador intenta conocer el parecer de ella con relación al mensaje que se intenta dar.
     Sin el animo de repetir sus respuesta la entrevistada dice entre otras cosas que “ellos quieren manipular”, “no acepto que se hable de fracaso educativo mexicano”, “existe mala fe hacia mi persona”, “no hacemos publicas las cuentas por estrategia política” y muchas otras que nos llevan a pensar que se está cometiendo una injusticia hacia su persona y el sindicato que ella dirige. Al terminar de leer el articulo me quedé preguntándome si ella mismo se lo puede creer o más importante si alguien más se lo creerá.
     Yo no, yo no le creo aun sin haber visto el documental completo y solo teniendo como referencia los cortos o lo que se ha escrito en la prensa nacional, no creo que la líder del sindicato más poderoso de México esté siendo manipulada con mentiras y mala fe.
     No me creo que tenga poco poder una persona que lleva más de veinte años al frente de un grupo de personas, grupo que ha logrado influir en varias elecciones de estado en el transcurso de ese tiempo. De igual manera no me creo que su falta de transparencia financiera sea una estrategia política “valida” y que solo tenga como intención el salvaguardar los intereses de sus agremiados. No me creo que solo se llame dirigente sindical alguien que tiene en la práctica tanta injerencia en temas sumamente operativos
No me creo que la escuela en México haya cumplido su cometido en el siglo pasado y en los años que llevamos de este siglo XXI porque entonces no estaríamos, según organismos institucionales, en los últimos lugares de todo lo que hemos evaluado de la educación. Tampoco me creo que su única negligencia sea el no habernos comunicado mediáticamente todos sus logros y que deba ser una de las funciones de los miembros de su sindicato ser garante de estabilidad política.
     De igual manera no creo que detrás de todos los movimientos realizados por la entrevistada en relación a quién apoya como candidato no exista un proyecto bien trazado. Un proyecto que va en búsqueda de perpetuar su poder más allá de lo posible, un proyecto que a mi entender está dejando de ser visible para la opinión publica porque de esa forma podrá obtener un poco más que si estuviera a la derecha de esa persona que ha decidido apoyar, aunque ahora sea desde las sombras.
     Cuando leía la entrevista realizada se me iban ocurriendo otras preguntas que se le debieron hacer y yo empezaría por cuestionarle qué hace el sindicato para que la educación si mejore, por qué se da la defensa a ultranza de los maestros sindicalizados al punto de que si uno de ellos falta recurrentemente a lo que es su función sustantiva que es estar frente a su salón de clases o llega en estado inapropiado no se puede hablar de despido. Igual habría que preguntarle por qué el proceso de formación de los maestros está controlado en su totalidad por el sindicato, por qué se maneja la afiliación al sindicato como obligatorio para todos, y en especial le haría la pregunta de por qué se tiene la sensación generalizada para familias y alumnos que para el sindicato de maestros lo menos importante es lo que sucede en el salón de clases porque están demasiados “preocupados” por sus derechos laborales.
     Pero hablando claramente, no creo que nunca la pueda entrevistar y me limito a decir que después de leer toda la entrevista publicada en el diario ibérico yo a la entrevistada no le creo la imagen que nos intenta vender en sus palabras, pero también sería justo decir que en ese medio en el que ella y otros personajes se mueven está “en chino” creerle a nadie después de lo que nos ha tocado vivir. Tampoco debemos olvidar que ese “poder” que puede ostentar esta lideresa fue propiciado por aquellos que pensaron que era un mal menor y necesario el tenerla a su lado. Yo de menor no le veo nada y de necesario mucho menos.
     Como conclusión de esta reflexión comparto que a mi entender en el tema de lo que ocurre en nuestra educación no estamos aprobados NI DE PANZAZO.

viernes, marzo 16, 2012

Sobre la exigencia en la educación

Autor:  Alexis Vera, datos del autor haz click aquí

Publicado: Puebla on Line, 14 de marzo de 2012

     Muchas veces se nos ha dicho que la educación en México no es de buena calidad comparada con la de los países más avanzados. Porque, lamentablemente para África, si nos comparamos con ellos, en algunos casos salimos mejor. Una gran cantidad de cosas se han dicho respecto a las causas de la baja calidad de nuestra formación escolarizada: los maestros y su sindicato, el gobierno y los bajos presupuestos destinados al rubro, el nivel de ingresos de la población en general, la mala gestión de escuelas y universidades, etc. Sin embargo, me parece que poco se ha dicho sobre la cultura como causa – raíz de los resultados de nuestra educación. En efecto, tenemos una cultura que es poco exigente en general; que normalmente se conforma con cualquier cosa en prácticamente cualquier esfera de la vida. “Ahí se va” decimos para criticar nuestra mediocridad (o para justificarla).
     La calidad de la educación de las escuelas y universidades mexicanas no es más que el reflejo de la mentalidad con la que estamos acostumbrados a trabajar y resolver los problemas de la vida. No son sólo nuestras instituciones educativas las que tienen desafíos de calidad. También nuestras empresas y gobiernos me parece que no han podido superar los retos actuales, particularmente los de calidad. Mientras países como Corea y China –entre otros- han tenido avances significativos en el rubro calidad (incluyendo, por supuesto, la educación), nosotros parece que seguimos durmiendo la larga noche de nuestras mejores épocas. Pero ya amaneció y es otro día desde hace muchos años.
     Creo que el problema tiene su raíz en nuestra cultura: la forma en cómo resolvemos los problemas que nos presenta la vida. En efecto, nuestra cultura es conformista, poco exigente y poco rigurosa. No somos constantes en lo que hacemos, todo el tiempo nos gusta “salir de la rutina” (lo cual es sin duda bueno, pero no todo el tiempo porque entonces se pierde consistencia), no nos inquieta dejar las cosas inconclusas o no cumplir lo que prometimos, etc. Esto en el aula se refleja de múltiples formas. Un maestro a quien nunca se le enseñó, en casa o en la escuela, que puntualidad en el horario significa ser exacto con el manejo del tiempo, difícilmente se estresará por cumplir impecablemente y en tiempo cuando tenga un compromiso. Al contrario, se relajará y, con frecuencia, seguramente será impuntual. Todos sabemos que en nuestra cultura es común llegar tarde; y esto me parece que es un síntoma de lo poco exigente y rigurosos que somos.
     Un profesor que, por flojera, no revisa el detalle de los trabajos y tareas de sus alumnos para retroalimentarles con precisión y maximizar su aprendizaje, es un docente que no está siendo exigente y, por lo tanto, no está ayudando a sus pupilos. Calificar las tareas bajo la filosofía del ahí se va es, sin duda, el mejor camino para llegar a la mediocridad educativa y para alimentar la cultura de la mediocridad que tanto nos pesa como país. Un maestro que no señala las áreas de mejora a sus alumnos para no meterse en problemas, es un docente que está contribuyendo a perpetuar nuestra programación mental de baja calidad.
     Existe una definición de calidad que en lo particular me gusta usar por su simpleza y contundencia: calidad es la ausencia de errores. Si los maestros no son capaces de identificar, en primer lugar, los errores de sus alumnos y, en segundo, mostrárselos, entonces de poco sirve tener maestros. ¿Por qué es tan relativamente fácil sacar 9 o 10 en las escuelas mexicanas? Porque no hay exigencia suficiente.
     La cultura de la exigencia no sólo se enseña en las escuelas; sobre todo se enseña en casa, pero las instituciones educativas inciden significativamente en el concepto y práctica de la calidad de una sociedad. Son los centros educativos los que deberían revolucionar nuestro concepto de calidad para que aspiremos a una vida mejor como comunidad. Me parece que la mejor forma de hacerlo es pedir que nuestros maestros sean más exigentes y rigurosos en el aula; que no se pongan a jugar a la escuelita: hacer como que enseñan para que los alumnos hagan como que aprenden. Necesitamos que los docentes ayuden a los alumnos de México a ser más auto críticos y auto exigentes; a buscar continuamente una calidad superior sin morir en el intento (porque no hay que olvidar que la calidad está hecha para servir al hombre y no al revés); pero nuestros maestros deben empezar, como siempre, por ellos mismos, sin duda.

martes, marzo 13, 2012

Ayudar sin intervenir no es lo mismo que intervenir sin ayudar


Autora: Betzabé Vancini Romero
Publicado: La Primera de Puebla, 07 de marzo de 2012

     Durante muchos años, el modelo gubernamental de intervención en zonas de alta marginación ha sido absolutamente paternalista, es decir, el gobierno, a través de sus distintas secretarías e instituciones, aparece como el padre dadivoso que cuida de sus hijos más pequeños y desprotegidos, que les provee de lo mínimo indispensable, sin embargo, no les da herramientas para ser independientes. Esto puede verse en las clásicas intervenciones de programas de antaño donde se entregaba la comida en cantidad indispensable y con algunos otros programas ?que perduran hasta nuestros días- de dar un subsidio mensual bajo diversos conceptos a familias y comunidades. Hace algunos años me encontraba trabajando en varios proyectos productivos en la Sierra Nororiental del Estado de Puebla y fue ahí que un día, mientras acompañaba a unas mujeres nahuas en sus labores cotidianas entendí que no se puede ayudar, sin comprender a profundidad los tiempos, ritmos, procesos y costumbres, así como su adecuada jerarquía, dentro de cualquier comunidad o grupo social. Estas mujeres, muy admirables por cierto, eran artesanas, bordadoras y tejedoras de telar de cintura, que a lo largo de los años y con mucho empeño lograron pasar de ser las ?tejedoras en flor? que se sentaban en el parque a enseñar el oficio a las más jóvenes, a crear su propia marca que agrupa una asombrosa línea de blancos: Chiuanime. Estas mujeres, particularmente Cecilia Ávila, la líder del grupo, me enseñaron que de nada sirve llegar e intervenir en la comunidad sino se acopla y se acompasa uno primero con los ritmos, con las costumbres y lo más importante: con los significados.
      La forma de trabajar con ellas se volvió entonces, un proceso primero de acoplamiento, de sumarme a la comunidad y a los procesos de estas mujeres que tenían muy claro su objetivo en la vida y la forma de conseguirlo: trabajando. Ellas no pedían que se les regalara nada, ni bonos, ni despensas ni nada; pedían un precio justo y un lugar dónde distribuir lo que entre todas fabricaban y confeccionaban. Comprendí entonces que ayudar para ellas era tener en mí dos manos más, una voz más y un puente con otros modos de vivir que ellas no conocían y en los que realmente tampoco estaban muy interesadas. No faltó en aquellos entonces la persona, grupo, organización o empresario que quisiera intervenir y que les hablara de automatizar sus procesos, de volverse industria, de abrir una tienda en la ciudad, mudarse y poder tener todas su ?auto particular?. Lo único que tenían que hacer era sustituir a sus bordadoras por máquinas para lograr fabricar en lugar de tres edredones al mes, unos diez mil al menos para poder distribuir en las tiendas departamentales y de paso mandar unos cuantos al extranjero, eso sí, con ellos como intermediarios. Ese es el ejemplo más claro de intervenir sin ayudar: llegar a interrumpir procesos que ya están establecidos y que plantean en el horizonte de una comunidad ambiciones que no tenían antes o que ni siquiera son necesarias. Intervenir sin ayudar se traduce en el modelo de muchos servicios sociales donde los alumnos -y organizaciones de asesores- llegan simplemente a decir cómo se tienen que hacer las cosas, descalificando a priori todo lo que la comunidad u organización haya hecho previamente. Un servicio social así deja muy poco aprendizaje tanto para las organizaciones como para los alumnos, que llegan en papel de jefes y conocedores a ayudar a la ?pobrecita? gente que no sabe cómo hacer las cosas.
      Afortunadamente, mi formación en servicio social y en muchas otras cosas en la vida, fue una formación de no intervención vertical. Cuando decidí hacer mi servicio social, y que fue realmente el camino que me llevó a la Sierra Nororiental, llegué preparada para no intervenir en los procesos como un agente externo, sino para buscar primero adaptarme a la comunidad, y una vez que fuera aceptada en ella sumar mi esfuerzo y poner mis conocimientos al servicio de quienes me rodeaban. Y fue así como me adapté primero y comencé a caminar en el mismo sentido. Poco más de un año después, Cecilia y el resto de las mujeres me comunicaron mi aceptación un 16 de julio, Día de la Virgen del Carmen y fiesta de la comunidad. Ese día me regalaron una blusa bordada, me prestaron una falda y una faja para asistir a la ceremonia e incluso me ayudaron a peinarme. Supe entonces que mi papel ya no era el de invitada, sino el de colaboradora, amiga y ?comadre?. Cerca de un año después volví a trabajar a la ciudad, a dedicarme a varias cosas más y así transcurrieron casi cuatro años. Recientemente volví por una ocasión especial: a Cecilia y su familia les tocó la mayordomía y recibir a la Virgen en su casa, custodiarla y resguardarla hasta el 16 de julio, día en que la devolverán a la iglesia aunque seguirán siendo sus mayordomos. Cuando llegué, las mujeres ya estaban moliendo el maíz y echando las tortillas al comal, además de hervir el pollo, preparar el mole y el arroz, y los hombres estaban ya disponiendo los lugares para los comensales y comenzando a juntar el vino. Los invitados ya peregrinaban en el camino entre la neblina y la llovizna, cargando la imagen y cantando. Mis ?tiempos de ciudad? me hicieron pensar que la comida no estaría a tiempo y que no había forma de darle de comer a tantas personas ?se alcanzaban a ver al menos unas ciento cincuenta-, sin embargo, al ver la coordinación de las mujeres en la cocina y de la forma en la que todos trabajan en conjunto, opté por volver a sumar mis manos al esfuerzo y comenzar a servir y repartir los platos entre los comensales, servir el café y repartir tortillas. Mucho gusto me dio ver además nuevas generaciones de estudiantes haciendo su servicio social, atendiendo a los comensales, apoyando en la cocina, etc. Eso me hizo pensar que el modelo no está equivocado, no puede estar equivocado cuando ponemos nuestros conocimientos al servicio de otros siendo lo que somos, sin falsas posturas, sin ser los ?maestros?, sino simplemente un miembro más de un grupo que tiene múltiples saberes y vocaciones, pero que trabaja por mejorar sus condiciones de vida y las de todos quienes les rodean.



El mecate truena por lo más delgado


Autora: Laura Angélica Bárcenas Pozos

Publicado: en lado B, 6 de marzo de 2012



     En días pasado hubo un escándalo cuando Denisse Dresser dijo, a propósito del documental de Panzazo, que cuando uno ve éste cae en la tentación de desear que la Señora Elba Esther Gordillo muera en su próxima cirugía plástica, dado el daño que causa a la educación en nuestro país. La intelectual se disculpó después diciendo que era una broma de mal gusto y que lo que había querido decir es que el problema de la educación en México no está centrado en la Señora, sino que es un problema sistémico, en el que todos estamos involucrados.
     Esto es algo que ya se ha dicho desde hace unos pocos años, es necesario rehacer la SEP y reestructurar el SNTE, también rehacer la estructura educativa y renovar la formación inicial y continua de los docentes. Pues curricularmente ya se han hecho las renovaciones pertinentes, de acuerdo a lo señalado por la OCDE, pero ésta se han vuelto a montar en el viejo sistema haciendo que el currículum truene por lo más delgado, los profesores.
     Según Michel Fullan, las innovaciones educativas no funcionan, porque el sistema educativo no cambia, es decir la gestión y la administración siguen siendo las mismas, incluso la formación de los docentes no se actualiza. En nuestro país, fuimos testigos de que se hizo la renovación al currículo y después la renovación de los planes de estudios de las normales, ¿no tendría que haber sido al revés? Y luego ya que se había echado a andar la propuesta curricular se empezó a preparar a los profesores haciendo una formación en cascada, pero con esto más bien se informa, no se forma.
     Los cursos son breves y no hay seguimiento de la implementación, se confía que con esa “información” será suficiente para que el profesor pueda implementar una propuesta curricular tan compleja como es el enfoque por competencias. Como ejemplo comento que el sábado pasado uno de mis alumnos de maestría que es profesor en una escuela secundaria pública, me mostró un power point, muy bien hecho y muy interesante de cómo hacer la evaluación por competencias.
     El problema no es el material, sino que hasta ahora y unos años después de implementarse la reforma de la educación básica, se esté informando a los profesores sobre cómo evaluar las competencias, entonces ¿cómo lo han hecho hasta ahora? Pues como lo venían haciendo hasta antes de la reforma, y en realidad las prácticas educativas siguen tan tradicionales como siempre.
     Como docente de docentes, observo que muchos de mis alumnos tienen más compromiso y vocación que formación y con eso hacen mucho, pero no es suficiente, efectivamente hay un mal sistémico en la educación, pero por dónde empezar a cambiarlo para realmente mejorarlo, para terminar con todos los intereses creados por la SEP y el SNTE y favorecer que los profesores reciban la formación necesaria y de la manera correcta para que las propuestas curriculares no tuenen por lo más delgado.

Bach y la primavera


Autor: Alfonso Álvarez Grayeb
Publicado:  Puebla on Line, 06 de marzo de 2012

     Marzo. Junto con la entrada de la Primavera en el hemisferio norte, el mundo recuerda el nacimiento del inconmensurable Juan Sebastián Bach (1685-1750). La importancia de este personaje, central en la historia de la música y del arte todo, es tal que los adjetivos para aludirlo se agotan rápidamente y nos quedamos invariablemente cortos para dimensionar el papel que este hombre a jugado en la cultura universal. Bastarán unas pinceladas de texto trazadas a lo largo de la historia por una serie de personajes que han escrito sobre Bach (Juan Sebastián para ser precisos, pues una de sus peculiaridades es la de pertenecer a una larga cadena familiar de músicos Bach, una treintena al menos, y otra la de haber engendrado 18 hijos). En el propio siglo XVIII, a unos 35 años de su muerte, Daniel Schubart dijo que Bach fue como músico lo que Newton fue como científico, enfatizando el alcance de miras y de influencias que el músico heredó a toda  la cultura posterior, nada menos. Por su parte, A. Scheibe comentó en 1737, después de ser parte del público que presenciaba las cantatas y sobre todo las improvisaciones maravillosas que Bach hacía en los teclados de su época (no existía aún el piano), que (Bach) “es un artista extraordinario en el órgano y clavicémbalo, y no he dado con ningún músico que haya podido rivalizar con él”. Aún en el siglo XVIII, el inmenso genio musical Wolfgang Amadeus Mozart expresó que la música de Bach es algo que hay que aprender (mirar quién lo dice). 
      Robert Schuman dijo en forma grandilocuente pero exacta que la música le debe tanto como la religión a su creador. El vanguardista músico Anton Webern nos dice en 1933 que simplemente “todo ocurre en Bach” (cuántas resonancias despierta esta frase salida de labios de un buscador y señalador de caminos como Webern).  Sigamos adelante con el retrato de Bach hecho a base de pinceladas de gente de la cultura en todos los tiempos, dirigidas al humilde y atareado Maestro de Capilla que debía entregar una cantata entera cada domingo en alguna época de su vida, además de atender a sus 18 hijos. Antoni Ros-Marbà dice en el año 2000 que “La figura de Bach es central en la historia de la música, o dicho de otro modo, Bach es el epicentro de la música occidental”. Dejemos hablar a otro gran músico alemán, Johannes Brahms, después de extasiarse en la audición, y seguramente el análisis concienzudo, de la Chacona BWV 1004, una obra de proporciones monumentales y dificultades inimaginables para la técnica, confiada a un solo instrumento, el violín: “La chacona BWV 1004 es en mi opinión una de las más maravillosas y misteriosas obras de la historia de la música. Adaptando la técnica a un pequeño instrumento, un hombre describe un completo mundo con los pensamientos más profundos y los sentimientos más poderosos. Si yo pudiese imaginarme a mí mismo escribiendo, o incluso concibiendo tal obra, estoy seguro de que la excitación extrema y la tensión emocional me volverían loco”. Ya en pleno impresionismo, el iconoclasta y también revolucionario músico francés Claude Debussy, recomienda a todo compositor encomendarse a Bach antes de comenzar a escribir, como si de un dios tutelar se tratase, el dios de los músicos, y más exactamente como Dios padre, no como el hijo, que en mi humilde opinión vendría siendo Mozart o quizá Beethoven (el Espíritu Santo no sé quién vendría siendo, pero no sería de este mundo, por lo tanto no podría estar arriba de Bach). La penúltima pincelada se la dejaremos al gran violonchelista español Pau Casals: “Inicialmente estaba Bach..., y entonces todos los otros”. Vendrá la última, a cargo de un extraño personaje, pesimista reflexivo, el filósofo del absurdo Emile Cioran, que se destapa al hablar de Bach con un amigo y lanza las frases laudatorias más tremendas y provocadoras: “Si alguien debe todo a Bach es sin duda Dios. Sin Bach, Dios quedaría disminuido, sería un tipo de tercer orden.  Bach es la única cosa que te da la impresión de que el universo no es un fracaso. Todo en él es profundo, real, sin teatro. Después de Bach, Liszt resulta insoportable. Si existe un absoluto, es Bach. Bach da un sentido a la religión, compromete la idea de la nada en el otro mundo. Fue un hombre mediocre en su vida. Sin Bach, yo sería un nihilista absoluto”.
     Hasta aquí las pinceladas para tratar de pintar de cuerpo entero la impresión que deja Bach en otros. No hemos hecho hablar a Bach mismo, y no lo haremos. Remataré hablando en primera persona, desde la experiencia de mi humilde atril de músico aficionado: Bach juega con las notas en el sentido más primitivo del término: una voz canta notas ascendentes, la otra en descendentes que sin embargo armonizan a la perfección, y cada voz puede sostenerse a sí misma en solitario; luego las invierte, las reordena, hace acrósticos con ciertas notas para escribir su nombre (los anglosajones nombran a las notas con letras), pasa la melodía en forma imperceptible a cada instrumento, vuela de un tono a otro en forma inadvertida pero sufrida por el músico que no tiene de dónde agarrase en los cambios, no hay nada previsible, la música se va a donde le da la gana sin pedir permiso, una vez es fa sostenido, la siguiente es natural o bemol; regresa a un tema y lo retoma en forma invertida, distinta. Juega, se solaza en su genio pero no es para hacer sentir su poder o por soberbia. Simplemente fluye como un río poderoso y serpenteante que cambia de dirección sin previo aviso, pero siempre majestuoso, equilibrado, económico, sublime. Sin Bach yo quizá también sería un perfecto nihilista. Gracias a Dios por Bach. ¿O es al revés?

Luces y sombras de la docencia


Autora: Marisol Aguilar Mier 
Publicado:  e-consulta, 05 de Marzo de 2012

     La docencia no es una profesión sencilla. Algunos la consideran toda una ciencia y otros más, un arte para el que se nace artista o no. Lo cierto es que lograr caracterizar lo que significa ser un buen profesor o profesora es un asunto bastante complejo pues se trata de una práctica multidimensional y multirreferencial que depende del cristal o, en este caso, de la teoría educativa desde la cual se mire y también del actor al que se le pregunte. Curiosamente, no siempre coincide lo que es y hace un “buen profesor” desde las diferentes visiones, ya sea del alumno, del propio profesor, de los directivos de las instituciones educativas, de los padres y madres de familia e incluso de los líderes sindicales.
     Tal vez para muchos, la docencia es la actividad de quien sólo se ocupa de aplicar técnicas de enseñanza en el salón de clases. Sin embargo, diversos autores coinciden en que ésta es una práctica dinámica y reflexiva, que no sólo implica a los procesos educativos que suceden dentro del aula, pues además engloba tanto a las actividades previas al proceso de enseñanza-aprendizaje, como a aquellas que se llevan a cabo para valorar el impacto de la intervención del profesor.
     De igual manera, al momento de ejercer la docencia no sólo entran en juego un conjunto competencias referidas exclusivamente a lo pedagógico, pues la función docente incorpora también una dimensión personal y una dimensión disciplinar.
     La dimensión personal tiene que ver con las relaciones que establece el profesor con los estudiantes, sus propias creencias y actitudes hacia la docencia. Esto es de suma importancia puesto que todas las acciones del profesor se apoyan en la manera en la que éste concibe el acto educativo, su visión del mundo y su manera de interpretar la realidad, sus ideas y aquello en lo que cree. A partir de este conjunto de elementos, el docente significa, interpreta, decide y actúa.
     Por su parte, la dimensión disciplinar esta asociada con el conocimiento y experiencia que el profesor tiene con respecto a aquello que enseña. Y por último, la dimensión pedagógica parte del supuesto de que los conocimientos disciplinares en sí mismos son fundamentales, pero no suficientes para poder enseñarlos. Es necesario por tanto, traducir y estructurar estos conocimientos de tipo profesional y disciplinar en objetos de enseñanza que faciliten la manera en la que los estudiantes van a acceder y aprehender el conocimiento.
     Ahora bien, la docencia se ejerce en un contexto determinado, en una institución educativa particular con una serie de valores, normas y metas bien definidas, por tanto, esta no es una práctica neutral ya que intervienen los significados y la diversidad de visiones y relaciones del conjunto de actores implicados en el proceso educativo que van dibujando la función del maestro.
Por si no fuera suficiente con todo lo anterior, podemos apreciar además, que los profesores son actores sociales de cambio que transforman, para bien o para mal, y no sólo y en el mejor de los casos, ejecutores eficaces que conocen su materia y que poseen herramientas para enseñarla.
     No obstante, muchas veces es también una profesión ingrata. Y para muestra de ello basta con investigar los salarios de los profesores, las cargas de trabajo, el estrés que conlleva la responsabilidad de formar a niños y jóvenes, las presiones sociales y la visión que tienen muchas personas que la consideran una ocupación de segunda a la que cualquier profesionista puede recurrir en caso de penuria, como una opción temporal.
Cierto es también que son muchas las problemáticas de nuestro sistema educativo y por consiguiente del magisterio: que hay muchos docentes que no están adecuadamente formados para desempeñarse en su cargo, que la burocracia y corrupción han politizado desde hace ya muchos años a esta importante función, que un gran número de maestros no cuenta con la ética profesional indispensable para dedicarse a ella y que los resultados de la educación en México no son nada satisfactorios, según nos lo demuestran las pruebas de desempeño académico…en fin…Ahondar en ello sería tema para otro artículo.
     Tal vez y a manera de conclusión, sólo resta decir que, de acuerdo a un estudio realizado por la OCDE, la reforma más importante en política pública que puede hacer nuestro país para mejorar sus resultados educativos es construir un sistema sólido que permita seleccionar, preparar, desarrollar y evaluar a los mejores docentes para sus escuelas. Por ello, ya sea desde sus luces o desde sus sombras, con esto, queda bastante clara la importancia de los docentes si queremos apostar por el desarrollo de México.

De panzazo: poniendo a la educación en el escenario


Autor: Martín López Calva, datos del autor haz click aquí
Publicado: Síntesis Puebla, 04 de marzo de 2012

     Hay imágenes de nosotros mismos que no nos gustan, que rechazamos porque pretendemos que ignorando las vamos a hacer que no existan o quizá porque nos incomodan en exceso dado que si las aceptamos tendríamos-que hacer algo para cambiarlas. Es el caso del documental De panzazo que se estrenó el 24 de febrero en los cines del país.
      Desde que inició la publicidad de esta película dirigida por Juan Carlos Rulfo y Carlos Loret de Mola se suscitó una gran polémica y una campaña que llevó incluso a docentes afiliados al SNTE a colocar mantas tratando de boicotearla, asumiendo que se trataba de una campaña de desprestigio contra los profesores por los pésimos resultados de nuestros educandos en las diversas pruebas de rendimiento académico a nivel nacional e internacional.
      Sin embargo, para quien ha visto el documental resulta evidente que todo lo que se muestra a lo largo de 76 minutos de proyección corresponde a la triste realidad de las escuelas mexicanas -públicasy privadas, porque la película deja muy claro que ambas están "igual de mal"-, y de un sistema educativo urgido de reformas estructurales profundas.
     Si bien como producto cinematográfico no es una obró que aporte mucho al espectador, ya que claramente imperó la lógica periodística de Loret y su visión afín a Televisa sobre la mirada cinematográfica de Rulfo, De panzazo tiene un gran valor como reflejo de la crítica situación en que se encuentra la educación en nuestro país y de la corresponsabilidad de' los docentes, estudiantes, padres de familia, autoridades, liderazgos sindicales y sociedad en general sobre lo que ocurre cotidianamente en las aulas y está condenando a las futuras generaciones-a- - no poder enfrentar los desafíos de la sociedad en que vivimos.
      Poner a la educación en el escenario, generar opinión pública y conciencia para empezar a cambiar esta situación. Este es su aporte fundamental y estoy convencido de que hay que agradecerlo. El artículo expresa la opinión personal del autor, que es académico de la
Universidad Iberoamericana Puebla

miércoles, marzo 07, 2012

Desconectarse para conectarse



Autor: José Rafael de Regil Vélez datos del autor haz click aquí
Publicado: Síntesis Tlaxcala, 23 de febrero de 2012

Al final de un taller de capacitación para jóvenes líderes había una fogata cuyo propósito era que los participantes convivieran y compartieran su experiencia de una manera informal y relajada. Tan solo unos minutos después de que el fuego fuese encendido algunas participantes sacaron su celular y prontamente compartieron en sus muros la información del día, las fotos y anécdotas de la jornada. En sí mismo el hecho podría ser apenas  significativo, pues nos muestra en una escena habitual a personas dispuestas a conectarse con amigos, compañeros o familiares y para ello la tecnología representa un caudal de oportunidades.
                Lo relevante aparece cuando tanta conexión conduce a la desconexión con quienes están presencialmente a nuestro lado, como sucedió entonces cuando las referidas por zambullirse en las redes sociales dejaron de socializar con sus compañeros de taller en un lugar y momento especialmente diseñados para el encuentro y el reconocimiento de otras personas en "vivo y a todo color".
                En toda familia y grupo humano abundan casos como el referido. Cada lector muy posiblemente habrá atestiguado o sido protagonista de episodios en los cuales por tratar de hacer a los lejanos cercanos los que sí son cercanos se vuelven lejanos.
                Urge crear una cultura en la cual las personas aprendamos a desconectarnos para conectarnos. Y dada la omnipresencia de los dispositivos que concretan las tecnologías de la información y la comunicación (Tics) resulta una tarea que nos compete a todos: las familias, las instituciones educativas formales y las no formales.
                Puede parecer arcaico, pero resulta totalmente contemporáneo incluir en la capacitación para la convivencia cotidiana -tradicionalmente denominada urbanidad- estrategias para que todos aprendan a utilizar teléfonos inteligentes, tabletas, reproductores multimedia, equipos de cómputo de tal suerte que cumpliendo su función de comunicar e informar incluso más allá del aquí y el ahora no se vuelvan el impedimento para ello mismo con quienes se coincide en el mismo tiempo y espacio.
                La labor puede parecer impertinente, pero una mirada atenta a las cosas mostrará lo contrario y que no se trata de algo complejo e inaccesible sino de simple y llano sentido común y sencilla praxis pedagógica, como enseñar a pedir por favor y a dar las gracias; esto es, a actuar partiendo de que los otros que están a nuestro lado existen y merecen nuestro reconocimiento y respeto. Dicho sea de paso: en esos detalles comienza la construcción de una sociedad más humana, menos violenta. 

lunes, marzo 05, 2012

¿ELECCIÓN DE CARRERA O PROYECTO DE VIDA?


Mtro. Daniel Edgar Galindo Mota
Publicado: Síntesis Tlaxcala, 02/03/12

     Uno de los momentos de crisis en la vida del ser humano es el momento de elegir profesión, un tiempo importante, pero muy difícil y diferente. En esa etapa, de pronto, el joven “común”, que hasta ese momento fue a la escuela porque así lo dispusieron sus padres, que no tenía más ocupación que vivir el dia a día y aprobar sus materias, que se rigió por la ley del menor esfuerzo y cuya “filosofía”  era disfrutar de la vida, tiene que enfrentarse a algo que está fuera de lo cotidiano: tiene que ponerse “a reflexionar”, “a pensar”, “a discernir”. Debe tomar una decisión, que sin lugar a dudas tendrá sus consecuencias. Tiene que pensar en el futuro, en su futuro, en elegir una carrera.
     Los miedos hacen acto de aparición ante lo interesante que resulta el escaso conocimiento de sus talentos, habilidades, destrezas, el desconocimiento de su propia personalidad.
     Parece que la juventud actual no intenta deliberadamente responder a preguntas como: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Quién quiero ser? ¿Para qué vivo? ¿Por qué vivo? ¿Qué es la vida? ¿Qué sentido tiene la vida? Sin embargo, la pregunta recurrente ¿qué vas a estudiar?, nos lleva a  sentimos en la necesidad de responder a una pregunta tan importante como desconcertante, una pregunta alienada a la profesión, que se nos clava en la conciencia susurrando: ¿qué voy a hacer de mi vida?.
     En las instituciones educativas, en su mayoría se abordan temas como la orientación vocacional, la orientación profesiográfica  y en el mejor de los casos una asesoría personalizada sobre la elección de carrera basado en las habilidades, anhelos o facilidad de las materias para el alumno, pero ¿Qué hay del proyecto de vida? ¿De esa actividad en la vida que permite la autorrealización, la trascendencia y el triunfo?. Aquí es dónde está la clave de todo.
     Es por ello que se vuelve importante detenerse, encontrar un espacio que permita la reflexión y el discernimiento, que permita acercarse más a la respuesta a las preguntas ¿Quién soy?, ¿A dónde Voy?, ¿Con qué?.
     Y este querer ser en la vida,  más allá de la carrera a elegir tiene que ver con algo mas profundo: ¿Qué me siento invitado a hacer en la vida?
     Si se logra  responder a esta pregunta, por supuesto que vendrá entonces la siguiente ¿Qué carrera, profesión o actividad me ayudara a lograrlo? dejando entonces  la profesión, oficio o carrera como un medio y no como un fin.