Autora:
Rocío Barragán de la Parra, datos del autor haz click aquí
Publicado: en Lado B, 15 de noviembre de 2011
Hoy
en día el paradigma de las relaciones personales o empresariales, formales o
casuales está fundamentada, como desde hace miles de años en la capacidad que
cada ser humano tiene para relacionarse consigo mismo, con el entorno y con los
demás. Las relaciones son una tarea compleja, se desarrollan de manera más
intuitiva que consciente y en ellas se encuentran algunas de las respuestas
fundamentales sobre la convivencia, el acompañamiento personal, organizacional
y social.
Las
habilidades directivas son piezas clave para la gestión organizacional,
cualquier líder que tenga a su cargo un grupo de personas y una encomienda,
debe tener la capacidad de orientar y promover el desarrollo de su equipo a la
par de los objetivos empresariales. Para ello debe considerar la filosofía
empresarial, su estilo de liderazgo y la personalidad de cada uno de los
miembros de su equipo.
Un
líder contemporáneo es capaz de influir en el ánimo del equipo, es creativo y
flexible sin perder de vista que el sentido fundamental de su trabajo está en
la posibilidad de promover conductas
cognitivas y emocionales que coadyuven en lo general a la ejecución de tareas
comunes y en lo particular, al desarrollo de personas capaces de relacionarse
mejor con su realidad; de percibir e interacturar de manera más ecológica,
ética y sustentable con su entorno y sus semejantes.
Un
gerente o director empresarial es responsable de un equipo de personas y asume
que su encomienda es acompañar a los demás, generar comunicación interpersonal
asertiva, desarrollar equipos, tomar decisiones participativas y, en su caso,
gestionar conflictos; se compromete a contribuir en y con la construcción de
relaciones e intereses de los miembros de una organización.
Tradicionalmente
se definen como habilidades gerenciales el manejo de recursos humanos, gestión
de tiempo y de proyectos, capacidad de análisis y negociación, trabajo en
equipo y toma de decisiones. Todas estas competencias son trascendentales para
una organización, sin embargo en los últimos años se ha reorientado el enfoque
de la gestión organizacional al considerar que el talento humano es su
principio activo, llamado también capital intelectual y base de la
productividad de la empresa.
En
este enfoque directivo y estratégico la
finalidad es obtener el máximo valor para todos los participantes: Empresa,
empleados, accionistas, consumidores y sociedad. Esta visión se fundamenta en
desarrollar acciones para potencializar las capacidades del personal, sumar
voluntades y compromisos para la consecución de los objetivos personales y
empresariales.
Entre
las habilidades directivas destacan:
Escucha
activa y asertiva
Compromiso
e interés genuino por y con los demás
Honestidad
Flexibilidad
Madurez
y objetividad
La
escucha atenta y asertiva permite
identificar lo que el otro necesita, cuál es el enfoque o la percepción de su
entorno y su realidad. Cuando se escucha activamente se puede acompañar a los otros de mejor manera, propiciar en las
acciones no sólo los objetivos laborales sino también la realización y el
desarrollo de los colaboradores. La escucha asertiva permite tomar mejores
decisiones y contribuir a un clima laboral de respeto, confianza y crecimiento.
Si
hay un interés y compromiso por los demás el desarrollo personal y laboral se
potencia, se aprovechan de mejor manera los talentos, cualidades y habilidades,
se teje la relación social privilegiando la aportación de cada miembro del
equipo.
Sin
honestidad no hay interés genuino ni compromiso, es el filtro que permite tener
relaciones sanas, transparentes y maduras,
a través de la honestidad los miembros de un equipo pueden reconocerse
en los éxitos y en los fracasos, en la bonanza y en la dificultad; se tiende un
puente de apertura para identificar
obstáculos y limitaciones, insumo clave para la mejora continua.
Hoy
en día, en una sociedad egoísta, hedonista, materialista, nihilista, la
flexibilidad para entender y respetar al otro en su realidad, en su
integralidad; es fundamental para
construir relaciones sanas y conseguir de manera más clara y satisfactoria los
objetivos de un equipo. Esto supone respetar preferencias políticas,
religiosas, sexuales y económicas aprendiendo y valorando otros enfoques
personales y profesionales. Potencializar las capacidades compartidas en la
diversidad para caminar al genuino interés y compromiso por los otros.
El
reto para los directivos o gerentes que acompañan y forman parte de grupos de
trabajo consiste en estar cerca de las personas, con la suficiente distancia
para permitirles trabajar y desenvolverse autónomamente; con sensibilidad para
propiciar espacios de crecimiento y
acompañamiento, pero con firmeza y claridad para tener presentes los objetivos
por alcanzar. Por su parte las empresas enfrentan el desafío de desarrollar
líderes que, a través de sus habilidades sean capaces de gestionar el talento
humano y la consecución de los objetivos comunes.
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