viernes, noviembre 18, 2011

Las habilidades directivas; pieza clave en la gestión organizacional


  Autora: Rocío Barragán de la Parra, datos del autor haz click aquí
Publicado: en Lado B, 15 de noviembre de 2011

     Hoy en día el paradigma de las relaciones personales o empresariales, formales o casuales está fundamentada, como desde hace miles de años en la capacidad que cada ser humano tiene para relacionarse consigo mismo, con el entorno y con los demás. Las relaciones son una tarea compleja, se desarrollan de manera más intuitiva que consciente y en ellas se encuentran algunas de las respuestas fundamentales sobre la convivencia, el acompañamiento personal, organizacional y social.
     Las habilidades directivas son piezas clave para la gestión organizacional, cualquier líder que tenga a su cargo un grupo de personas y una encomienda, debe tener la capacidad de orientar y promover el desarrollo de su equipo a la par de los objetivos empresariales. Para ello debe considerar la filosofía empresarial, su estilo de liderazgo y la personalidad de cada uno de los miembros de su equipo.
     Un líder contemporáneo es capaz de influir en el ánimo del equipo, es creativo y flexible sin perder de vista que el sentido fundamental de su trabajo está en la  posibilidad de promover conductas cognitivas y emocionales que coadyuven en lo general a la ejecución de tareas comunes y en lo particular, al desarrollo de personas capaces de relacionarse mejor con su realidad; de percibir e interacturar de manera más ecológica, ética y sustentable con su entorno y sus semejantes.
Un gerente o director empresarial es responsable de un equipo de personas y asume que su encomienda es acompañar a los demás, generar comunicación interpersonal asertiva, desarrollar equipos, tomar decisiones participativas y, en su caso, gestionar conflictos; se compromete a contribuir en y con la construcción de relaciones e intereses de los miembros de una organización.
     Tradicionalmente se definen como habilidades gerenciales el manejo de recursos humanos, gestión de tiempo y de proyectos, capacidad de análisis y negociación, trabajo en equipo y toma de decisiones. Todas estas competencias son trascendentales para una organización, sin embargo en los últimos años se ha reorientado el enfoque de la gestión organizacional al considerar que el talento humano es su principio activo, llamado también capital intelectual y base de la productividad de la empresa.
     En este enfoque directivo  y estratégico la finalidad es obtener el máximo valor para todos los participantes: Empresa, empleados, accionistas, consumidores y sociedad. Esta visión se fundamenta en desarrollar acciones para potencializar las capacidades del personal, sumar voluntades y compromisos para la consecución de los objetivos personales y empresariales.
Entre las  habilidades directivas destacan:
Escucha activa y asertiva
Compromiso e interés genuino por y con los demás
Honestidad
Flexibilidad
Madurez y objetividad
     La escucha atenta y asertiva  permite identificar lo que el otro necesita, cuál es el enfoque o la percepción de su entorno y su realidad. Cuando se escucha activamente se puede acompañar  a los otros de mejor manera, propiciar en las acciones no sólo los objetivos laborales sino también la realización y el desarrollo de los colaboradores. La escucha asertiva permite tomar mejores decisiones y contribuir a un clima laboral de respeto, confianza y crecimiento.
Si hay un interés y compromiso por los demás el desarrollo personal y laboral se potencia, se aprovechan de mejor manera los talentos, cualidades y habilidades, se teje la relación social privilegiando la aportación de cada miembro del equipo.
Sin honestidad no hay interés genuino ni compromiso, es el filtro que permite tener relaciones sanas, transparentes y maduras,  a través de la honestidad los miembros de un equipo pueden reconocerse en los éxitos y en los fracasos, en la bonanza y en la dificultad; se tiende un puente de  apertura para identificar obstáculos y limitaciones, insumo clave para la mejora continua.
     Hoy en día, en una sociedad egoísta, hedonista, materialista, nihilista, la flexibilidad para entender y respetar al otro en su realidad, en su integralidad;  es fundamental para construir relaciones sanas y conseguir de manera más clara y satisfactoria los objetivos de un equipo. Esto supone respetar preferencias políticas, religiosas, sexuales y económicas aprendiendo y valorando otros enfoques personales y profesionales. Potencializar las capacidades compartidas en la diversidad para caminar al genuino interés y compromiso por los otros.
     El reto para los directivos o gerentes que acompañan y forman parte de grupos de trabajo consiste en estar cerca de las personas, con la suficiente distancia para permitirles trabajar y desenvolverse autónomamente; con sensibilidad para propiciar espacios  de crecimiento y acompañamiento, pero con firmeza y claridad para tener presentes los objetivos por alcanzar. Por su parte las empresas enfrentan el desafío de desarrollar líderes que, a través de sus habilidades sean capaces de gestionar el talento humano y la consecución de los objetivos comunes.


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