Autora: Ma. Isabel Royo Sorrosal
Publicado:
e – consulta, 04 de noviembre de 2011.
El filme alemán La Rosa Blanca fue candidato al Oscar como mejor
película extranjera en 2006. Se basa en los últimos días de los hermanos Sophie
y Hans Scholl, jóvenes alemanes de 21 y 24 años, estudiantes en Universidad de
Múnich que realizan acciones pacíficas contra el régimen de Hitler. Trata de
los ideales juveniles frente al terror desatado por el nacionalsocialismo. Los
jóvenes expresaban en su sexto manifiesto distribuido por la universidad,
"nos importa la ciencia verdadera y la genuina libertad del espíritu… se
trata de la lucha de cada uno de nosotros por nuestro futuro, por nuestra
libertad, y por nuestro honor". Solo se precisó cinco días para ser
aprehendidos, juzgados y ejecutados en febrero de 1943.
Volvemos a reflexionar y profundizar en la función social de la universidad. Su ubicación en la realidad concreta nacional y mundial, demanda responder a las necesidades de la vida concreta de las personas y sociedades desde las características propias de la educación superior: investigar, enseñar y diseminar. Se trata de conocer quiénes somos, en qué realidad estamos y hacia dónde queremos ir, al precio que sea necesario.
En una conferencia del pasado septiembre en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, el P. Raúl Vera -obispo de Saltillo- señalaba una prerrogativa consciente o no, que goza la institución universitaria: operar por proyectos. El proyecto es algo que nos lanza hacia delante, y proceder de acuerdo a ello es un caminar de manera concienzuda hacia una meta. Tener un rumbo, evitar contradicciones, guiados por el uso de la razón abierta a la intuición, son características del ser universitario. En el mismo foro, el rector de la institución maestro José Morales apuntó algunos rasgos de la realidad nacional en la que estamos inmersos, entre ellos: la impunidad en el ámbito jurídico, la complicidad de la autoridad policial, el lavado de dinero por medio de instituciones bancarias, la ausencia de espacios y salidas para los jóvenes, y los altos niveles de violencia tanto personal como social.
Si conocemos quiénes somos y dónde estamos, todavía nos queda definir qué queremos o nos importa y qué estamos dispuestos a comprometer por ello cada uno de nosotros. No cabe duda que nuestro objetivo es hacer bien y mejor cada día lo relacionado con la generación de conocimiento y la formación de profesionales para la sociedad en que vivimos; éstas son funciones prioritarias que no podemos abandonar, y llevarlas a cabo tiene características fundamentales. Entre los rasgos que podemos destacar señalamos la colaboración entre instituciones educativas y de ellas con diferentes sectores de la sociedad. Las vinculaciones son enlaces que fortalecen a las entidades al relacionarlas con la realidad en la que se ubican. Otro rasgo es el compromiso con los jóvenes para favorecer su incorporación y desarrollo en la economía, política, y la sociedad en general que nos lleva a pensar y trabajar para, con y desde ellos. Finalmente, la génesis del conocimiento y propuestas de alternativa a los problemas actuales han de beneficiar a las grandes mayorías de excluidos, por humanidad y por prevención de problemas mayores.
Acometer estas funciones con sus rasgos para impactar en la realidad nacional requiere algunas decisiones difíciles de mantener, entre las que destacamos: vivir el presente con todas sus novedades y riesgos, resistir los embates de la vida en sus diversos ámbitos, preparar personas y comunidades para la convivencia en paz, y buscar abiertamente las fallas internas de los sujetos individuales y colectivos para la mejora. Estas decisiones miran al futuro desde una libertad que reconoce nuestro presente con sus debilidades, y que desea construir una convivencia nueva y vigorosa basada en el respeto mutuo, la honestidad personal e institucional y la inclusión de todos.
Los ideales son generadores de fuerza e iluminan las trayectorias a seguir. Su poder se mide por la capacidad de cambiar procesos, costumbres y vidas sujetas a inercias. Por ello seguir ideales implica cambios, tener la valentía de hacerlos asumiendo riesgos, y dejar atrás la facilidad de lo conocido y la rutina. ¿Somos conscientes de los ideales que tenemos en las universidades? ¿Qué poder tienen y qué estamos dispuestos a arriesgar por ellos?
Volvemos a reflexionar y profundizar en la función social de la universidad. Su ubicación en la realidad concreta nacional y mundial, demanda responder a las necesidades de la vida concreta de las personas y sociedades desde las características propias de la educación superior: investigar, enseñar y diseminar. Se trata de conocer quiénes somos, en qué realidad estamos y hacia dónde queremos ir, al precio que sea necesario.
En una conferencia del pasado septiembre en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, el P. Raúl Vera -obispo de Saltillo- señalaba una prerrogativa consciente o no, que goza la institución universitaria: operar por proyectos. El proyecto es algo que nos lanza hacia delante, y proceder de acuerdo a ello es un caminar de manera concienzuda hacia una meta. Tener un rumbo, evitar contradicciones, guiados por el uso de la razón abierta a la intuición, son características del ser universitario. En el mismo foro, el rector de la institución maestro José Morales apuntó algunos rasgos de la realidad nacional en la que estamos inmersos, entre ellos: la impunidad en el ámbito jurídico, la complicidad de la autoridad policial, el lavado de dinero por medio de instituciones bancarias, la ausencia de espacios y salidas para los jóvenes, y los altos niveles de violencia tanto personal como social.
Si conocemos quiénes somos y dónde estamos, todavía nos queda definir qué queremos o nos importa y qué estamos dispuestos a comprometer por ello cada uno de nosotros. No cabe duda que nuestro objetivo es hacer bien y mejor cada día lo relacionado con la generación de conocimiento y la formación de profesionales para la sociedad en que vivimos; éstas son funciones prioritarias que no podemos abandonar, y llevarlas a cabo tiene características fundamentales. Entre los rasgos que podemos destacar señalamos la colaboración entre instituciones educativas y de ellas con diferentes sectores de la sociedad. Las vinculaciones son enlaces que fortalecen a las entidades al relacionarlas con la realidad en la que se ubican. Otro rasgo es el compromiso con los jóvenes para favorecer su incorporación y desarrollo en la economía, política, y la sociedad en general que nos lleva a pensar y trabajar para, con y desde ellos. Finalmente, la génesis del conocimiento y propuestas de alternativa a los problemas actuales han de beneficiar a las grandes mayorías de excluidos, por humanidad y por prevención de problemas mayores.
Acometer estas funciones con sus rasgos para impactar en la realidad nacional requiere algunas decisiones difíciles de mantener, entre las que destacamos: vivir el presente con todas sus novedades y riesgos, resistir los embates de la vida en sus diversos ámbitos, preparar personas y comunidades para la convivencia en paz, y buscar abiertamente las fallas internas de los sujetos individuales y colectivos para la mejora. Estas decisiones miran al futuro desde una libertad que reconoce nuestro presente con sus debilidades, y que desea construir una convivencia nueva y vigorosa basada en el respeto mutuo, la honestidad personal e institucional y la inclusión de todos.
Los ideales son generadores de fuerza e iluminan las trayectorias a seguir. Su poder se mide por la capacidad de cambiar procesos, costumbres y vidas sujetas a inercias. Por ello seguir ideales implica cambios, tener la valentía de hacerlos asumiendo riesgos, y dejar atrás la facilidad de lo conocido y la rutina. ¿Somos conscientes de los ideales que tenemos en las universidades? ¿Qué poder tienen y qué estamos dispuestos a arriesgar por ellos?
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