martes, noviembre 29, 2011

Acentuación de pesadilla


Autora: Luz del Carmen Montes Pacheco, datos del autor haz click quí
Publicado: Síntesis Puebla,  04 de noviembre de 2011

     Muchísimos documentos escritos como reportes de ejecutivos, presentaciones de investigadores en congresos, trabajos escolares, trabajos para obtener el grado de licenciatura, maestría o doctorado y aun titulares de medios impresos, carecen de acentos en las palabras escritas con mayúsculas.
     Cientos de generaciones de escolares, casi sin importar el nivel educativo, creen firmemente que las mayúsculas no se acentúan ¿De dónde proviene esta creencia? Es difícil asegurarlo, pero es altamente probable que se origine en las escuelas.
    Las mayúsculas sí se acentúan. Las academias de la lengua española nunca han establecido una norma que permita la falta de acento en palabras escritas con mayúsculas; al contrario, en todos los textos en los que se hace alusión a estas reglas se especifica que las mayúsculas se acentúan igual que las minúsculas.
       Incluso hay quien escribe mensajes electrónicos sólo con mayúsculas porque cree que incurre en menos errores ortográficos. Y no considera la jerga de los medios electrónicos, en la que un texto escrito así equivale a gritarle a la persona a la que se le envía el mensaje. Por cierto, cuando se nombra un archivo electrónico se omiten tanto los acentos como signos que dificulten la recuperación del archivo en caso de pérdida.
      En general, hay muchos errores recurrentes de acentuación, sobre todo en palabras que los correctores automáticos no reconocen porque las palabras existen con y sin acento. Y i el colmo!, la culpa se le atañe al procesador de textos.
       La población en general no se ocupa ni se preocupa por estos "detalles" de la lengua que habla y que escribe, postura que puede ser comprensible aunque no justificable. Pero en el caso de los profesores esta conducta es imperdonable.
      Es más, no deben contratarse profesores que no dominen las reglas ortográficas básicas y se debe instituir un curso obligatorio de actualización cada vez que las academias de nuestra lengua hagan cambios en las reglas ortográficas.
        En las escuelas hay que trabajar con las ideas de las personas, pero trabajar con ideas mal escritas es una pesadilla que dificulta muchas de las actividades educativas y que quita un tiempo valioso.


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