lunes, noviembre 22, 2010

Ciudad mal hecha

Autor:Alexis Vera
Publicado:  Puebla on line, 13 de noviembre de 2010

     El Centro Histórico de Puebla Capital es muy bonito (al menos una buena parte de él), pero fuera de su cuadro principal, ¿hay algo más que sea bonito en la ciudad? Yo creo que casi nada. De poco nos podemos enorgullecer los poblanos cuando se trata de belleza urbana.
     Hay anuncios ‘espectaculares’ por todos lados sin el mínimo ordenamiento y sentido de estética. La ciudad a veces parece un mercado popular mal organizado con letreros de oferta en cada puesto. Además, en todos lados hay comercios que rotulan sus fachadas como pueden, sin ninguna norma que permita afear un poco menos la ciudad. A esto le podemos sumar el toque fino de los cables de luz, teléfono y televisión que cuelgan por las calles como en los más tristes y menos célebres poblados de cualquier país tercermundista.
     Las casas y edificios se construyen como sea, sin observar ninguna norma que dé la más mínima y elemental simetría y homogeneidad a las construcciones (sólo algunos fraccionamientos cerrados observan ciertas normas). Cada quien construye lo que quiere (comercio o vivienda) y como puede, por eso tenemos –fuera  del Centro Histórico- una ciudad tan poco inspiradora; porque no todos los que hacen casas y comercios tienen idea de cómo hacer ciudad; ni siquiera siguen las precarias regulaciones municipales que existen en la materia y que harían un poco menos fea la cosa.
     Una ciudad mejor desarrollada urbanísticamente nos beneficiaría a todos porque mejoraría nuestra calidad de vida. Imaginemos una Puebla donde las banquetas son amplias y amigables a los discapacitados y padres con carriola. Unas calles sin cables colgando por todos lados donde además hay botes de basura que no se desbordan apestando los alrededores. Calles sin hoyos, baches y topes; claramente pintadas para los automovilistas. ¿Cómo se viviría en una Puebla con más y mejores parques? Parques donde de veras den ganas de salir a leer un buen libro, a platicar con los amigos, a caminar con el perro, a jugar con los hijos…
     Hace un par de años un buen urbanista poblano me decía que en Puebla Capital estamos haciendo vivienda, pero no estamos haciendo ciudad. Me parece que tiene toda la razón. Las empresas desarrolladoras de vivienda -y nuestros ayuntamientos- están verdaderamente destruyendo la ciudad. Hacen casas por todos lados sin sentido pero, además, las hacen generalmente con el criterio único de maximizar ganancias, no tanto como para que la gente –todos- vivamos mejor. Los grandes maestros de la vivienda socialmente irresponsable son empresas como Casas Ara y Casas Geo porque hacen viviendas tan diminutas que a nadie se le antoja pasar la vida ahí dentro. Una gran parte de sus habitantes prefiere hacer su vida fuera de casa y, como en el resto de la ciudad no hay muchos lugares muy agradables para estar, entonces se la viven en los centros comerciales gastando el dinero que no tienen, para comprar lo que no necesitan y aparentar lo que no son.
     Los desarrolladores inmobiliarios contemporáneos hacen casas como si se tratase de gallineros o caballerizas: todas en filita, una juntita a la otra (a veces separadas sólo por un muro compartido), con muy poca distancia respecto a la vivienda de enfrente (reduciendo la privacidad al mínimo); sin espacio suficiente para áreas verdes y banquetas donde al menos dos personas puedan caminar sin sobresaltos; con calles tan angostas que cuando a alguien se le ocurre organizar una fiesta en casa, nadie puede estacionarse sin bloquear ya sea la calle o la entrada de algún vecino.
     Estos desarrolladores inmobiliarios improvisados, sin profesionalismo ni responsabilidad social, coludidos con unas autoridades locales corruptas e igualmente irresponsables, están convirtiendo nuestra ciudad en un conglomerado de cajas de huevo, no en un espacio donde sus ciudadanos puedan tener una experiencia urbana estética, enaltecedora e inspiradora como la que se vive en las mejores ciudades de América Latina –por no compararnos con países ya bien desarrollados como Francia o España-. Para muestra un botón: echemos un vistazo a la construcción en los alrededores del Periférico Ecológico; nada ahí tiene orden y sentido urbano, todo está hecho para que a la gente que por ahí vive no le den ganas de salir de casa a caminar por los alrededores (como sería en los países más civilizados) sino de salir en coche –o autobús- al centro comercial más cercano.     
Hasta las casas más bonitas de esa zona están rodeadas de fealdad urbana, incrustadas en una ciudad próxima que no existe; alrededor sólo hay caminos mal trazados para entrar y salir de ahí.

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