Autora: Marisol Aguilar Mier
Publicado: Puebla on line, 21 de octubre de 2010
Nuestro mundo ha sufrido una acelerada transformación en todos los sentidos y uno de los factores que ha generado el nacimiento de esta nueva era obedece a la revolución tecnológica que ha trastocado sustancialmente el modo de vida. Ante este panorama, ¿las instituciones educativas están formando personas para la nueva sociedad o más bien para la que ya ha caducado? ¿Cuáles son algunos de los retos que deberemos afrontar en los años siguientes?
Iniciaremos por mencionar una gran oportunidad para nuestro país: en las próximas tres décadas contaremos con un bono demográfico que implicará una población joven y numerosa, por lo que el primer reto radica en aprovechar esta nueva condición y estimular un círculo entre empleo, ahorro e inversión. No obstante, ¿quiénes son estos jóvenes? ¿Cuáles son sus características, actitudes y comportamiento? ¿Qué expectativas laborales tienen? ¿Cómo aprenden?
Las personas nacidas aproximadamente entre los años de 1977 y 1997 constituyen la llamada Net Generation o “Generación Y”, la cual está habituada al uso de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) para aprender, entretenerse, comunicarse, consumir, interactuar y manejar sus finanzas.
Algunos de los valores y características de esta generación son, en primera instancia, su aprecio a la libertad, la cual se traduce en las posibilidades ilimitadas para la expresión que ha brindado la Web 2.0 mediante blogs, wikis y redes sociales así como también la libre elección pues a través de internet se puede encontrar lo que se busca en cualquier parte del mundo. También desean ser libres a la hora de elegir dónde trabajar, por lo que las empresas deberán emprender estrategias para atraer y retener al talento.
Por otra parte, el entretenimiento juega un papel fundamental en sus vidas así que están ávidos de productos que los sorprendan, siendo fuertes consumidores de todo tipo de gadgets que les faciliten la vida al mismo tiempo que les ayuden a comunicarse de manera inmediata. Por tanto, aprecian la velocidad ya que requieren mantenerse al ritmo acelerado en el que fluye y se genera la información, para la cual, son capaces de buscarla, manejarla y evaluarla en grandes cantidades empleándola con eficacia en entornos profesionales y personales.
La nueva generación, tan activa, dinámica y mucho más abierta a la diversidad que supone la globalización trae consigo otras expectativas laborales que, si bien antes giraban en torno a la remuneración económica y la estabilidad, hoy se busca además, el desarrollo personal y profesional, la calidad de vida, desenvolverse autónomamente dentro de un clima laboral menos jerárquico y autoritario, gozar de mayor flexibilidad en cuanto a la contratación y los esquemas laborales y poder aprender de manera permanente.
El reto que aquí se impone, es la vinculación entre la universidad, las empresas y el gobierno para integrar a los jóvenes con las generaciones mayores, aprovechando así la experiencia en la toma de decisiones y la fuerza de trabajo madura, con el vigor, las habilidades y el dinamismo de la nueva generación. Especialmente si se considera que la gran parte de los empleos del futuro tienen que ver con la generación de conocimiento y el procesamiento de información.
Lo anterior evidentemente implica nuevas maneras de aprender, pues esto ya no ocurre exclusivamente en las aulas, ya que mediante las TIC, aprendemos también fuera de ellas, con posibilidades que rompen las barreras del tiempo y del espacio. Ello implica el reto de pasar de esquemas centrados en la enseñanza a procesos enfocados en la persona que aprende; de la transmisión de información fragmentada e inconexa al desarrollo de competencias; de escuelas tradicionales a comunidades de aprendizaje; de un currículum rígido a uno flexible e integral; del libro de texto como referente único a complementar la formación con información de la red, CD-ROM, bases de datos y bibliotecas virtuales; del docente como actor principal a un mediador que diseña experiencias y crea escenarios que apunten a la persona en su totalidad y promuevan el desarrollo de sus talentos y finalmente, del alumno pasivo a un sujeto que gestiona autónomamente su propio proceso, emplea diversos recursos y trabaja en redes de colaboración con otros alumnos para resolver problemas.
Este panorama general nos deja ver algunas de las cuestiones que hay que atender si es que queremos estar a la altura de los tiempos que vivimos. El esfuerzo sostenido de todos los actores y la vinculación entre las diversas instancias, será sin duda, un elemento clave si consideramos que las acciones de hoy serán determinantes para el futuro.
Iniciaremos por mencionar una gran oportunidad para nuestro país: en las próximas tres décadas contaremos con un bono demográfico que implicará una población joven y numerosa, por lo que el primer reto radica en aprovechar esta nueva condición y estimular un círculo entre empleo, ahorro e inversión. No obstante, ¿quiénes son estos jóvenes? ¿Cuáles son sus características, actitudes y comportamiento? ¿Qué expectativas laborales tienen? ¿Cómo aprenden?
Las personas nacidas aproximadamente entre los años de 1977 y 1997 constituyen la llamada Net Generation o “Generación Y”, la cual está habituada al uso de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) para aprender, entretenerse, comunicarse, consumir, interactuar y manejar sus finanzas.
Algunos de los valores y características de esta generación son, en primera instancia, su aprecio a la libertad, la cual se traduce en las posibilidades ilimitadas para la expresión que ha brindado la Web 2.0 mediante blogs, wikis y redes sociales así como también la libre elección pues a través de internet se puede encontrar lo que se busca en cualquier parte del mundo. También desean ser libres a la hora de elegir dónde trabajar, por lo que las empresas deberán emprender estrategias para atraer y retener al talento.
Por otra parte, el entretenimiento juega un papel fundamental en sus vidas así que están ávidos de productos que los sorprendan, siendo fuertes consumidores de todo tipo de gadgets que les faciliten la vida al mismo tiempo que les ayuden a comunicarse de manera inmediata. Por tanto, aprecian la velocidad ya que requieren mantenerse al ritmo acelerado en el que fluye y se genera la información, para la cual, son capaces de buscarla, manejarla y evaluarla en grandes cantidades empleándola con eficacia en entornos profesionales y personales.
La nueva generación, tan activa, dinámica y mucho más abierta a la diversidad que supone la globalización trae consigo otras expectativas laborales que, si bien antes giraban en torno a la remuneración económica y la estabilidad, hoy se busca además, el desarrollo personal y profesional, la calidad de vida, desenvolverse autónomamente dentro de un clima laboral menos jerárquico y autoritario, gozar de mayor flexibilidad en cuanto a la contratación y los esquemas laborales y poder aprender de manera permanente.
El reto que aquí se impone, es la vinculación entre la universidad, las empresas y el gobierno para integrar a los jóvenes con las generaciones mayores, aprovechando así la experiencia en la toma de decisiones y la fuerza de trabajo madura, con el vigor, las habilidades y el dinamismo de la nueva generación. Especialmente si se considera que la gran parte de los empleos del futuro tienen que ver con la generación de conocimiento y el procesamiento de información.
Lo anterior evidentemente implica nuevas maneras de aprender, pues esto ya no ocurre exclusivamente en las aulas, ya que mediante las TIC, aprendemos también fuera de ellas, con posibilidades que rompen las barreras del tiempo y del espacio. Ello implica el reto de pasar de esquemas centrados en la enseñanza a procesos enfocados en la persona que aprende; de la transmisión de información fragmentada e inconexa al desarrollo de competencias; de escuelas tradicionales a comunidades de aprendizaje; de un currículum rígido a uno flexible e integral; del libro de texto como referente único a complementar la formación con información de la red, CD-ROM, bases de datos y bibliotecas virtuales; del docente como actor principal a un mediador que diseña experiencias y crea escenarios que apunten a la persona en su totalidad y promuevan el desarrollo de sus talentos y finalmente, del alumno pasivo a un sujeto que gestiona autónomamente su propio proceso, emplea diversos recursos y trabaja en redes de colaboración con otros alumnos para resolver problemas.
Este panorama general nos deja ver algunas de las cuestiones que hay que atender si es que queremos estar a la altura de los tiempos que vivimos. El esfuerzo sostenido de todos los actores y la vinculación entre las diversas instancias, será sin duda, un elemento clave si consideramos que las acciones de hoy serán determinantes para el futuro.
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