Autora: Laura Angélica Bárcenas Pozos
Publicado: El Columnista, 10 de noviembre de 2010
Hace unos días escribí un artículo en el que mencionaba que la formación inicial de los profesores de educación básica tiene que cambiar si queremos que mejoren los resultados de las pruebas de evaluación como Enlace o Pisa y si queremos aparecer en los primeros lugares del ranking internacional en este rubro.
En ese mismo artículo mencionaba, que desde mi óptica, las escuelas Normales ya han cumplido con un ciclo y que es necesario que empiecen a pasar la estafeta a las universidades que en los últimos años ya han estado formando especialistas en educación y que se están insertando de en el campo educativo en diversas modalidades, menos como docentes de escuelas públicas. Haciendo responsable de los reprobables resultados de la prueba Enlace a la SEP y al SNTE; pues la primera instancia es la responsable de la formación inicial de los profesores y la segunda es quien contrata, siempre dejando de lado a egresados de universidades u otras Instituciones de Educación Superior (IES).
Todavía estas ideas me revoloteaban en la cabeza, pensando si había exagerado con mis comentarios o no, cuando fui invitada por las alumnas de la mesa directiva del Consejo Estudiantil de Representantes de la Licenciatura en Procesos Educativos de la Universidad Iberoamericana Puebla (UIA-P) a observar el Foro de Egresados que habían organizado con motivo de los XV años de la ya mencionada Licenciatura. Asistí a este evento más por solidaridad con las organizadoras pues ahora son mis alumnas.
El evento fue una gran sorpresa tras otra… cuando entre en el salón donde se llevaba a cabo el foro, éste ya había iniciado y hablaba con gran soltura una de las egresadas y explicaba al público asistente cómo había sido su vida laboral desde que había dejado la universidad hace ya, más de un lustro, lo que le había dejado la universidad, los temores que enfrentó cuando inició esta fase de su vida, la manera en que fue enfrentando sus retos, cómo se sentía ahora que habían pasado algunos años, etc. Así fueron hablando todas las egresadas (esta es una carrera altamente femenina), en total seis y mi mente iba registrando con gran entusiasmo lo que observaba y escuchaba de estas ex alumnas.
En estos discursos hubo muchos denominadores comunes, de los que mencionaré aquellos que me parecieron más significativos, por ejemplo, todas dijeron que cuando egresaron de la Licenciatura en Educación (posteriormente cambió su nombre a Procesos Educativos), no tenían suficiente claridad de qué habían aprendido y en qué podían desempeñarse, sin embargo decidieron aventurarse en la búsqueda de empleo y poco a poco fueron dándose cuenta que eran capaces de trabajar en muchas y diferentes funciones, todas relacionadas con el campo de la educación; hubo quien dijo que había trabajado en el área de orientación educativa en la UDLAP, o quien mencionó haber trabajado en organizaciones sociales en procesos de educación no formal, también hay quien se ha desempeñado como pedagoga en el Benavente apoyando los procesos de enseñanza de los profesores y de aprendizaje de los alumnos, además está quien se dedica a la investigación en educación o a la evaluación de los procesos educativos, entre otras muchas.
También había una alta coincidencia entre los comentarios de las egresadas, al mencionar que habían aprendido a aprender en la UIA-P y que esto se debía a la calidad de sus profesores y a la manera en que habían trabajado a lo largo de la carrera, así que fueron observando que no necesitaban saber muchas cosas, sino ser capaces de identificar dónde se puede encontrar la información que requerían para resolver aquello que les había sido solicitado y habían sido creativas para su solución o bien habían constituido equipos o estrategias que les permitieran a sus superiores resolver un aspecto determinado.
Igualmente reconocían que se sentían en la capacidad de entrarle a cualquier reto que estuviera en la línea de lo educativo y que dadas las formas en que habían respondido a sus superiores habían podido escalar a otros puestos u otras funciones, presentándoseles nuevas oportunidad de conocimiento profundo y crecimiento, considerando que la educación o los procesos educativos es una profesión en donde nunca falta el trabajo. Así que entendían porqué en la Licenciatura se les había dado un poco de todo, así como las razones por las cuales sus profesores les habían solicitado que escribieran bien, en la forma y en el fondo, que supieran indagar y localizar la información, que encontraran los elementos para discriminar buenas fuentes de otras que no lo son tanto, además de aprender a comunicar de forma coherente sus ideas, sin dejar de mencionar que habían aprendido a ser críticas frente al mundo en el que viven y en el que es necesario pesar propositivamente.
Otro común, aunque ya se ha mencionado se reitera, es que se mostraban agradecidas con la formación recibida y sabían que gracias a ésta habían adquirido y desarrollado competencias que les permitían ahora ubicarse, desarrollarse y responder asertivamente en el mundo laboral. Mencionaban los nombres de sus profesores y de las coordinadoras que de alguna manera favorecieron estos esquemas.
Fue entonces que corroboré lo que había escrito con anterioridad, estas egresadas que no se formaron en escuelas Normales sino en una IES estaban respondiendo en diversos campos de la educación con un alto nivel profesional, dejando huella de lo aprendido y desarrollado en su paso por la universidad.
Así que tengo dos reflexiones finales y una felicitación extensa. La primera reflexión es que seguiré insistiendo en que es necesario cambiar los esquemas de formación inicial de los profesores de educación básica hacia uno más profesional y menos técnico, pues para muestra basta un botón. La segunda reflexión me llevó al pasado cuando recordé un texto de Ángel Díaz Barriga que leí hace ya más de quince años, razón por la cual no encontré la referencia, y que mencionaba que un profesor no ve lo que ha logrado en sus alumnos hasta muchos años después cuando estos conocimientos, habilidades y actitudes han madurado en el interior de cada unos de los sujetos que han pasado por nuestras aulas; estas egresadas me movieron este recuerdo confirmando que este autor tenía razón y confirmando la esperanza de que tarde o temprano nuestros estudiantes alcanzarán las mentas que ahora estamos fijando.
La felicitación es para la Licenciatura en Procesos Educativos o de Educación de la UIA-P y le asigno un diez de calificación por la calidad de los profesionales de la educación que está dejando a la sociedad, al felicitar a esta licenciatura me refiero a las personas que en este programa trabajan, primero mencionaré a las coordinadoras que en estos quince años se han hecho responsables de este programa como la Lic. Alejandra Lozano, la Dra. Magdalena Lorandi, la Mtra. Diana Vinay, la Mtra. Alejandra Díaz, la Dra. Celine Armenta y ahora de manera interina la Lic. Nora Guajardo; todas ellas se han dedicado al programa y a sus estudiantes con verdadera vocación.
Profesores como el Dr. Martín López Calva, la Mtra. Tita Iza Villa, la Dra. Esther Cadena, la Mtra. Isolda no se qué, el Dr. Miguel Ángel López Carrasco, la Mtra. Sofía Ordeñana, entre muchos otros que han estado poniendo su granito de arena con verdadero ahínco a lo largo de estos años en la formación de estos jóvenes.
Del mismo modo felicitó a todos los alumnos y egresados que han transitado por esta Licenciatura y que han dado muestra de compromiso, vocación y capacidad para involucrarse en el mundo de la educación haciendo evidente que es momento de formar profesionales de la educación competentes para responder a diversos retos, si queremos mejorar la calidad de los procesos educativos en México.
En ese mismo artículo mencionaba, que desde mi óptica, las escuelas Normales ya han cumplido con un ciclo y que es necesario que empiecen a pasar la estafeta a las universidades que en los últimos años ya han estado formando especialistas en educación y que se están insertando de en el campo educativo en diversas modalidades, menos como docentes de escuelas públicas. Haciendo responsable de los reprobables resultados de la prueba Enlace a la SEP y al SNTE; pues la primera instancia es la responsable de la formación inicial de los profesores y la segunda es quien contrata, siempre dejando de lado a egresados de universidades u otras Instituciones de Educación Superior (IES).
Todavía estas ideas me revoloteaban en la cabeza, pensando si había exagerado con mis comentarios o no, cuando fui invitada por las alumnas de la mesa directiva del Consejo Estudiantil de Representantes de la Licenciatura en Procesos Educativos de la Universidad Iberoamericana Puebla (UIA-P) a observar el Foro de Egresados que habían organizado con motivo de los XV años de la ya mencionada Licenciatura. Asistí a este evento más por solidaridad con las organizadoras pues ahora son mis alumnas.
El evento fue una gran sorpresa tras otra… cuando entre en el salón donde se llevaba a cabo el foro, éste ya había iniciado y hablaba con gran soltura una de las egresadas y explicaba al público asistente cómo había sido su vida laboral desde que había dejado la universidad hace ya, más de un lustro, lo que le había dejado la universidad, los temores que enfrentó cuando inició esta fase de su vida, la manera en que fue enfrentando sus retos, cómo se sentía ahora que habían pasado algunos años, etc. Así fueron hablando todas las egresadas (esta es una carrera altamente femenina), en total seis y mi mente iba registrando con gran entusiasmo lo que observaba y escuchaba de estas ex alumnas.
En estos discursos hubo muchos denominadores comunes, de los que mencionaré aquellos que me parecieron más significativos, por ejemplo, todas dijeron que cuando egresaron de la Licenciatura en Educación (posteriormente cambió su nombre a Procesos Educativos), no tenían suficiente claridad de qué habían aprendido y en qué podían desempeñarse, sin embargo decidieron aventurarse en la búsqueda de empleo y poco a poco fueron dándose cuenta que eran capaces de trabajar en muchas y diferentes funciones, todas relacionadas con el campo de la educación; hubo quien dijo que había trabajado en el área de orientación educativa en la UDLAP, o quien mencionó haber trabajado en organizaciones sociales en procesos de educación no formal, también hay quien se ha desempeñado como pedagoga en el Benavente apoyando los procesos de enseñanza de los profesores y de aprendizaje de los alumnos, además está quien se dedica a la investigación en educación o a la evaluación de los procesos educativos, entre otras muchas.
También había una alta coincidencia entre los comentarios de las egresadas, al mencionar que habían aprendido a aprender en la UIA-P y que esto se debía a la calidad de sus profesores y a la manera en que habían trabajado a lo largo de la carrera, así que fueron observando que no necesitaban saber muchas cosas, sino ser capaces de identificar dónde se puede encontrar la información que requerían para resolver aquello que les había sido solicitado y habían sido creativas para su solución o bien habían constituido equipos o estrategias que les permitieran a sus superiores resolver un aspecto determinado.
Igualmente reconocían que se sentían en la capacidad de entrarle a cualquier reto que estuviera en la línea de lo educativo y que dadas las formas en que habían respondido a sus superiores habían podido escalar a otros puestos u otras funciones, presentándoseles nuevas oportunidad de conocimiento profundo y crecimiento, considerando que la educación o los procesos educativos es una profesión en donde nunca falta el trabajo. Así que entendían porqué en la Licenciatura se les había dado un poco de todo, así como las razones por las cuales sus profesores les habían solicitado que escribieran bien, en la forma y en el fondo, que supieran indagar y localizar la información, que encontraran los elementos para discriminar buenas fuentes de otras que no lo son tanto, además de aprender a comunicar de forma coherente sus ideas, sin dejar de mencionar que habían aprendido a ser críticas frente al mundo en el que viven y en el que es necesario pesar propositivamente.
Otro común, aunque ya se ha mencionado se reitera, es que se mostraban agradecidas con la formación recibida y sabían que gracias a ésta habían adquirido y desarrollado competencias que les permitían ahora ubicarse, desarrollarse y responder asertivamente en el mundo laboral. Mencionaban los nombres de sus profesores y de las coordinadoras que de alguna manera favorecieron estos esquemas.
Fue entonces que corroboré lo que había escrito con anterioridad, estas egresadas que no se formaron en escuelas Normales sino en una IES estaban respondiendo en diversos campos de la educación con un alto nivel profesional, dejando huella de lo aprendido y desarrollado en su paso por la universidad.
Así que tengo dos reflexiones finales y una felicitación extensa. La primera reflexión es que seguiré insistiendo en que es necesario cambiar los esquemas de formación inicial de los profesores de educación básica hacia uno más profesional y menos técnico, pues para muestra basta un botón. La segunda reflexión me llevó al pasado cuando recordé un texto de Ángel Díaz Barriga que leí hace ya más de quince años, razón por la cual no encontré la referencia, y que mencionaba que un profesor no ve lo que ha logrado en sus alumnos hasta muchos años después cuando estos conocimientos, habilidades y actitudes han madurado en el interior de cada unos de los sujetos que han pasado por nuestras aulas; estas egresadas me movieron este recuerdo confirmando que este autor tenía razón y confirmando la esperanza de que tarde o temprano nuestros estudiantes alcanzarán las mentas que ahora estamos fijando.
La felicitación es para la Licenciatura en Procesos Educativos o de Educación de la UIA-P y le asigno un diez de calificación por la calidad de los profesionales de la educación que está dejando a la sociedad, al felicitar a esta licenciatura me refiero a las personas que en este programa trabajan, primero mencionaré a las coordinadoras que en estos quince años se han hecho responsables de este programa como la Lic. Alejandra Lozano, la Dra. Magdalena Lorandi, la Mtra. Diana Vinay, la Mtra. Alejandra Díaz, la Dra. Celine Armenta y ahora de manera interina la Lic. Nora Guajardo; todas ellas se han dedicado al programa y a sus estudiantes con verdadera vocación.
Profesores como el Dr. Martín López Calva, la Mtra. Tita Iza Villa, la Dra. Esther Cadena, la Mtra. Isolda no se qué, el Dr. Miguel Ángel López Carrasco, la Mtra. Sofía Ordeñana, entre muchos otros que han estado poniendo su granito de arena con verdadero ahínco a lo largo de estos años en la formación de estos jóvenes.
Del mismo modo felicitó a todos los alumnos y egresados que han transitado por esta Licenciatura y que han dado muestra de compromiso, vocación y capacidad para involucrarse en el mundo de la educación haciendo evidente que es momento de formar profesionales de la educación competentes para responder a diversos retos, si queremos mejorar la calidad de los procesos educativos en México.
1 comentario:
Estimados cibernautas.
Coincido totalmente con las expresiones presentadas por la prof Laura Angélica Bárcenas.
Soy uruguaya y aquí sucede lo que acontecía a ustedes. Nosotros aún no hemos superado la visión tecnica y no se alcanza por parte del estudiantado de magisterio y profesores (algunos, fundamentalmente directivos) a ver la inmensidad de oportunidades que depara la riqueza del "bosque" de lo educativo.
Un abrazo
Publicar un comentario