jueves, noviembre 11, 2010

Hacer comunidad en tiempos de individualismo

Autor: José Vicente Hurtado Herrera
Publicado: e-consulta, 11 de noviembre

 "El individualismo en uno de los símbolos de nuestro tiempo" (Guinsberg, 2004)
 "/.../ el ideal moderno de subordinación de lo individual a las reglas racionales colectivas ha sido pulverizado, el proceso de personalización ha promovido y encarnado masivamente un valor fundamental, el de la realización personal /.../" (Lypovetsky, 1988)
     Diversos autores reflexionan sobre el imperante individualismo que vivimos en nuestra sociedad, el cual se manifiesta de diversas maneras, una de ellas en el ideal de la realización personal; ideal dominante particularmente entre los jóvenes universitarios, donde la gran finalidad al estudiar una carrera es el éxito, la felicidad, la realización individual.
     El individualismo lo hemos transpirado desde pequeños, desde los discursos que escuchamos en la escuela, en la familia, en los medios de comunicación. Un discurso que también se favorece desde la política del estado, a quien no le interesa del todo la organización ciudadana, sólo en aquellos momentos en que requiere que los ciudadanos sean solidarios ante las desgracias que se viven en el país; de la misma manera, no podemos olvidar el interés del mercado por generar masas de individuos consumidores.
     Se hace comunidad cuando un grupo comparte intereses en común, los cuales son acordados e incluso modificados por la colectividad. Además, para hacer posible la convivencia y crecimiento como comunidad son necesarias algunas actitudes como el respeto, la tolerancia, la disposición de escucha, la capacidad de externar puntos de vista, así como sobreponer el beneficio del grupo sobre el beneficio personal.
     En este sentido la posibilidad de favorecer una conciencia comunitaria, de generar experiencias donde se viva la comunidad, resulta contrario al discurso dominante, contraste con una cultura individualista.
     Pero ¿cómo generar ambientes comunitarios? ¿cómo promover dicha conciencia? ¿cómo hacer experiencia de lo comunitario en circunstancias sociohistóricas que enaltecen el individualismo? ¿cómo superar el discurso y presentar experiencias reales de vida comunitaria?
     Es una responsabilidad que como sociedad debemos asumir, que podemos promover en diferentes ámbitos de nuestra vida: en la experiencia de familia, en la colonia o barrio, en la escuela, en la iglesia, en el equipo deportivo, en el grupo de interés, es decir, trabajar a fin de que las experiencias grupales maduren hacia una experiencia comunitaria.
     Desde el contexto educativo, en
La Ibero se están ofreciendo espacios en donde se favorece la generación de comunidades de jóvenes universitarios, integradas por alumnos que en su mayoría no se conocen y sin embargo se les anima a progresivamente ir encontrando motivos que los unan.
     Es interesante constatar que los jóvenes que inicialmente muestran cierta resistencia, poco a poco van descubriendo las bondades de la experiencia comunitaria: la posibilidad de compartir las propias inquietudes, de ser escuchado atenta y respetuosamente, de ir enriqueciéndose con lo que otros comparten, de mostrarse más auténticamente, de reconocerse con aciertos y errores, de saberse apoyados, de experimentar el sentido de pertenencia y de corresponsabilidad.
     Lo anterior tiene un gran impacto en los participantes, particularmente porque son experiencias que contrastan con lo que viven a diario: familias fragmentadas, en crisis; relaciones con amigos que se sustenta en la apariencia, en el interés, en la desconfianza; una educación que se despersonaliza y que se preocupa sólo por la colegiatura; una ciudad, un país en donde se respira una gran inseguridad. Frente a estos escenarios, hacer esfuerzos por generar incipientes experiencias de lo comunitario, sin duda que impacta, que sorprende, y además alimenta la esperanza.
     En el mismo tenor, en la Preparatoria Ibero Puebla, se ha venido trabajando con todos los grupos para ir generando comunidades que construyan conocimiento. Al evaluar dicha intencionalidad educativa, se ha constatado que es necesario cuestionar a los grupos a fin de que se pregunten en qué medida son una comunidad, que características están presentes en su dinámica cotidiana y cuáles no. El proceso ha sido interesante, se han evidenciado actitudes y discursos que hablan de práctica de intolerancia, de imposición de la ley del más fuerte, de establecimiento de "chivos expiatorios", de intenciones de venganza, de necesidad de humillar para divertirse, etc. todo ello velado y justificado por la natural alegría juvenil. Cuestionar estas prácticas ha generado incomodidad en los grupos, acaloradas discusiones, incluso resistencias ("no podemos cambiar").
     Hacer comunidad en tiempos de individualismo, es la posibilidad de ir colaborando en cuestionar la cultura, las prácticas dominantes, lo ya establecido, y generar alternativas que nos permitan revalorar la riqueza de la coexistencia con otros, así como una forma de responder a los retos que como humanidad tenemos.

No hay comentarios.: