lunes, octubre 24, 2011

Apple sin Steve Jobs


Autor:  Alexis Vera, datos del autor haz click aquí
Publicado: Puebla on Line, 19 de octubre de 2011

     Apple ya no cuenta con el genio de Steve Jobs y muchos se preguntan si seguirá siendo la misma compañía innovadora y revolucionaria que fue mientras Jobs estuvo al frente. Hay quienes aseguran que no, porque el genio de su ex CEO (Chief Executive Officer – director general de la compañía) era único e irremplazable. Por otra parte, hay quienes opinan que sí, porque Apple es más que solo Steve Jobs.
     En el mundo corporativo también existen mesías. Personas que salvan empresas y negocios de la bancarrota; del letargo tecnológico; del rezago de mercado, etc. Jobs fue algo así como un mesías para Apple porque la colocó en la cima tras su regreso a la compañía. Recordemos que Steve Jobs fue prácticamente despedido de Apple en la década de los ochenta y vuelto a contratar como director general hacia finales de los noventa. Todos fuimos testigos cómo Apple se convirtió en un líder indiscutible de la industria tecnológica la década pasada, posición que sigue ocupando actualmente. Casi todos atribuyen esos logros al dedo mesiánico de Steve Jobs, quien sin duda fue un hombre de excepcional e inigualable talento, pero, ¿puede un solo hombre revolucionar una industria entera? ¿Acaso no tiene un equipo de trabajo?
     La práctica nos ha mostrado en repetidas ocasiones que un solo hombre puede transformar completamente una organización, para bien o para mal. El ideal de una empresa es que su propio éxito no dependa del talento de una persona exclusivamente porque el día que esa persona se ausente, la compañía se puede derrumbar fácil y rápidamente. En el caso de Apple, que fue transformada positivamente por Jobs en la primera década de este siglo, aún está por verse si realmente el éxito de la compañía dependía de una sola persona o dependía más bien de una forma de organizar y vivir el trabajo, es decir, de una cultura organizacional específica liderada por Steve Jobs. La mayoría de las empresas más exitosas de la historia han sido instituciones con culturas organizacionales sólidas, que marchan bien casi por sí mismas, es decir, que no requieren de mesías para sostener el éxito. Con esto no quiero decir que dichas organizaciones no necesiten líderes altamente talentosos; por supuesto que los necesitan para seguir adelante, pero su éxito no depende de ellos. Tales organizaciones tienden a ser grandes a pesar de sus líderes (cuando éstos son más bien mediocres), claro que ninguna empresa aguanta 100 años de mal liderazgo.
     Sin duda el mundo espera que Steve Jobs haya sido lo suficientemente talentosos como CEO de Apple para desarrollar a una compañía que no dependiera radicalmente de él. Desafortunadamente muchos genios como Jobs no ponen atención al desarrollo organizacional de la empresa como para que funcione en lo colectivo y que no dependa del talento de una sola persona. La mayoría de los líderes/genios están muy centrados en sí mismos y en su propio proceso creativo, y no tanto en el de la empresa. Es decir, no desarrollan una estructura descentralizada que sea lo suficientemente creativa y productiva como para caminar sola. Es probable que Apple sí haya logrado desarrollarse como organización descentralizada durante la década pasada, pero eso aún está por probarse.
     Por estas y otras razones hoy las organizaciones, tanto de sector público como del privado, hablan cada vez más del “empowerment”: facultar a los empleados para que se apropien del puesto y tomen decisiones de manera autónoma; que no dependan todo el tiempo del jefe para actuar. Por tal motivo, el perfil directivo que muchas empresas líderes buscan reclutar hoy día es un perfil más de desarrollador que de líder visionario o genio. Se buscan cada vez más directivos que sepan conformar equipos de trabajo y que sepan desarrollarlos para colectivamente innovar y crear valor; que personas súper brillantes centradas en el trabajo solitario que se sirven de los demás a su cargo. Este tipo de directivos consultan poco y deciden mucho, receta mortal para cualquier organización que pretenda hoy día ser relevante para el mercado o para su comunidad.
Si Steve Jobs además de tener grandes ideas sobre el uso de la tecnología para la vida cotidiana también tuvo grandes ideas sobre cómo desarrollar la empresa que dirigía, entonces me parece que la innovación de Apple seguirá asombrándonos por muchos años más; de lo contrario, es sumamente probable que su magia se extinga en no más de cinco años. 

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