Autor:
Alexis Vera, datos del autor haz click aquí
Publicado: Puebla on Line, 19 de octubre de 2011
Apple
ya no cuenta con el genio de Steve Jobs y muchos se preguntan si seguirá siendo
la misma compañía innovadora y revolucionaria que fue mientras Jobs estuvo al
frente. Hay quienes aseguran que no, porque el genio de su ex CEO (Chief
Executive Officer – director general de la compañía) era único e irremplazable.
Por otra parte, hay quienes opinan que sí, porque Apple es más que solo Steve
Jobs.
En
el mundo corporativo también existen mesías. Personas que salvan empresas y
negocios de la bancarrota; del letargo tecnológico; del rezago de mercado, etc.
Jobs fue algo así como un mesías para Apple porque la colocó en la cima tras su
regreso a la compañía. Recordemos que Steve Jobs fue prácticamente despedido de
Apple en la década de los ochenta y vuelto a contratar como director general
hacia finales de los noventa. Todos fuimos testigos cómo Apple se convirtió en
un líder indiscutible de la industria tecnológica la década pasada, posición
que sigue ocupando actualmente. Casi todos atribuyen esos logros al dedo
mesiánico de Steve Jobs, quien sin duda fue un hombre de excepcional e
inigualable talento, pero, ¿puede un solo hombre revolucionar una industria
entera? ¿Acaso no tiene un equipo de trabajo?
La
práctica nos ha mostrado en repetidas ocasiones que un solo hombre puede
transformar completamente una organización, para bien o para mal. El ideal de
una empresa es que su propio éxito no dependa del talento de una persona
exclusivamente porque el día que esa persona se ausente, la compañía se puede
derrumbar fácil y rápidamente. En el caso de Apple, que fue transformada
positivamente por Jobs en la primera década de este siglo, aún está por verse
si realmente el éxito de la compañía dependía de una sola persona o dependía
más bien de una forma de organizar y vivir el trabajo, es decir, de una cultura
organizacional específica liderada por Steve Jobs. La mayoría de las empresas
más exitosas de la historia han sido instituciones con culturas
organizacionales sólidas, que marchan bien casi por sí mismas, es decir, que no
requieren de mesías para sostener el éxito. Con esto no quiero decir que dichas
organizaciones no necesiten líderes altamente talentosos; por supuesto que los
necesitan para seguir adelante, pero su éxito no depende de ellos. Tales
organizaciones tienden a ser grandes a pesar de sus líderes (cuando éstos son
más bien mediocres), claro que ninguna empresa aguanta 100 años de mal
liderazgo.
Sin
duda el mundo espera que Steve Jobs haya sido lo suficientemente talentosos
como CEO de Apple para desarrollar a una compañía que no dependiera
radicalmente de él. Desafortunadamente muchos genios como Jobs no ponen
atención al desarrollo organizacional de la empresa como para que funcione en
lo colectivo y que no dependa del talento de una sola persona. La mayoría de
los líderes/genios están muy centrados en sí mismos y en su propio proceso
creativo, y no tanto en el de la empresa. Es decir, no desarrollan una
estructura descentralizada que sea lo suficientemente creativa y productiva
como para caminar sola. Es probable que Apple sí haya logrado desarrollarse
como organización descentralizada durante la década pasada, pero eso aún está
por probarse.
Por
estas y otras razones hoy las organizaciones, tanto de sector público como del
privado, hablan cada vez más del “empowerment”: facultar a los empleados para
que se apropien del puesto y tomen decisiones de manera autónoma; que no
dependan todo el tiempo del jefe para actuar. Por tal motivo, el perfil
directivo que muchas empresas líderes buscan reclutar hoy día es un perfil más
de desarrollador que de líder visionario o genio. Se buscan cada vez más
directivos que sepan conformar equipos de trabajo y que sepan desarrollarlos
para colectivamente innovar y crear valor; que personas súper brillantes
centradas en el trabajo solitario que se sirven de los demás a su cargo. Este
tipo de directivos consultan poco y deciden mucho, receta mortal para cualquier
organización que pretenda hoy día ser relevante para el mercado o para su
comunidad.
Si
Steve Jobs además de tener grandes ideas sobre el uso de la tecnología para la
vida cotidiana también tuvo grandes ideas sobre cómo desarrollar la empresa que
dirigía, entonces me parece que la innovación de Apple seguirá asombrándonos
por muchos años más; de lo contrario, es sumamente probable que su magia se
extinga en no más de cinco años.
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