Autora
: Rocío Barragán de la Parra
Publicado:
Puebla on Line, 25 de octubre de 2011
Ante
la desaceleración económica, los mercados saturados, la competencia desmedida y
los consumidores cada vez más exigentes, la organización que quiera prevalecer
y distinguirse en el mercado debe apostarle a la innovación como estrategia
empresarial.
Cotidianamente
se define la innovación como la capacidad de generar valor implementando nuevas
ideas: Cuando el bien o servicio es distinto, es decir, tiene un alto grado de
novedad; cuando el producto es mejor, en su uso o en las soluciones que aporta a un problema y
cuando esta innovación es reconocida por el cliente, quien está dispuesto a
aceptarlo y adquirirlo.
Normalmente
las empresas realizan una evaluación comparativa con la competencia, lo que las
lleva a tratar de conseguir los mismo clientes, con las mismas ofertas,
capacidades y procesos; por ende gestionan la innovación en dimensiones similares,
de manera que corren el riesgo de planearla y administrarla limitadamente al
considerarla sólo como investigación para el desarrollo de productos y no como generadora de ventaja
competitiva y sostenible.
Se
suele pensar que innovar es sólo una mejora en la calidad, y si bien asegurarla
conlleva a la disminución de errores, a una cultura de previsión y control en
los procesos; la innovación tiene un espectro más amplio al asumir riesgos,
experimentar, dar saltos cualitativos o cuantitativos, introducir variedad,
replantearse la función de la empresa: qué hace y cómo lo hace. Para ello se
necesita una mirada diferente, flexibilidad de pensamiento; trabajar
organizacionalmente con grupos interdisciplinares, multifuncionales que
contribuyan y asuman el compromiso de generar valor.
No
se trata de planear la innovación sino de gestionarla; considerarla como un
proceso integrador que permea transversalmente a la empresa: su personal, sus
procesos, su estructura y oferta de valor en el mercado; trabajar simultáneamente
en los productos actuales, haciendo mejora continua para ser eficientes y
obtener resultados.
Gestionar
la innovación con un enfoque holístico e integrador implica analizar las áreas
de la organización para:
Modificar
una o más de sus dimensiones identificando un valor nuevo y sustancial para el
cliente y la empresa ya que la innovación por sí misma no es útil.
Generar
la innovación empresarial en diferentes dimensiones y numerosas formas.
Analizar
sistémicamente la oferta de valor, sus procesos, su presencia y sus clientes.
Mohanbir
Sawhney, Robert C. Wolcott e Iñigo
Arroniz del Centro de Innovación Tecnológica de la Kellogg School of Management
de la Northwestern University (2005)
desarrollaron una minuciosa investigación que fundamentó el diseño del radar de
la innovación con doce dimensiones, cuyo puntos de referencia para identificar
oportunidades y establecer prioridades son:
La oferta de
la compañía: Los
métodos, plataformas o tecnologías comunes que sirven de base para su conformar
su cartera de productos y sus soluciones acorde a la necesidad o deseo que
satisfacen y considerando el bienestar del cliente y el entorno.
Los clientes: Su experiencia
y la obtención de valor para la empresa, la posibilidad de desarrollar la
formula equilibrada de ganar-ganar en consecución del bienestar social y
económico de todos los participantes.
Los procesos
que emplea: La organización de las actividades
empresariales y operativas; el funcionamiento e implementación de la cadena de
suministro implementada más como una generadora de valor para todos los
participantes.
Los puntos de
presencia utilizados: La implementación de redes que posibilitan
conexiones entre la empresa y sus clientes aumentando el valor de la oferta de
la empresa y se refuerza a través del
valor de marca para ampliar sus mercados.
Innovar
también supone involucrarse con el cliente, aprovechar el desarrollo
tecnológico, para identificar tendencias y oportunidades, crear relaciones
duraderas y valiosas; procurar su bienestar, construir una ventaja sostenible y
posicionarse en el mercado.
El
esquema organizativo de la empresa puede estimular la innovación, comprometerse
con el entorno social, apoyar la formación y cooperación social de los miembros
de la organización, de la cadena de valor, de los clientes y de la sociedad.
Cuando
una empresa identifica y trata de conseguir innovaciones en dimensiones que la
competencia no ha considerado puede transformar el mercado; se concibe como
gestora de la mejora continua y posee una estructura flexible que incrementa la
motivación, tiene capacidad para establecer redes de intercooperación, estimula
el emprendimiento; se concibe no sólo empresarialmente y ello le permite conectar sus metas e
ideales a su personalidad y compromiso social. En resumen, planea
e implementa su crecimiento y consolidación a través de la gestión de la
innovación.
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