domingo, octubre 23, 2011

¡La paz es posible! ¡Tiene que ser posible!


Autor: José Rafael de Regil Vélez, si quieres conocer más sobre el autor, haz click aquí.
Preparatoria Ibero Tlaxcala / Universidad Iberoamericana Puebla
Publicado en Síntesis, Tlaxcala, 13 de octubre de 2011.

1994, lejano en la memoria para muchos e historia para otros más, en especial los jóvenes, saludó a los mexicanos con la noticia de que teníamos una guerra en el sur del país. En los decires de aquellos días se decía que se había roto la paz de la que durante tantos años México había disfrutado.

En ese entonces, al irrumpir la acción revolucionaria del EZLN, parecía que violencia era sinónimo de balazos y paz de su ausencia. Hoy, cuando nuestro país atestigua muertes y desapariciones en cantidades no vistas en décadas por doquier se encuentran voces que reclaman el cese al fuego, el retorno de la paz; que se acaben los balazos.

Pregunté hace poco a algunos alumnos de posgrado qué entendían por la palabra paz y las respuestas se orientaban hacia la tranquilidad: esa que viene cuando se acaba la zozobra de pensar que el siguiente caído o desaparecido puede ser un familiar cercano, cuando no uno mismo; la que se cuece cuando no suenan las detonaciones de los proyectiles del ejército o de la delincuencia organizada mucho o poco.

Creo que justamente en este momento hay que insistir en el peligro de aspirar a una paz tan reductivamente considerada: allí donde todo es tranquilo pueden ser cometidas las injusticias más violentas y que todos creamos que no pasa algo, como en aquellos tiempos en los cuales en el país no pasaba nada porque se pagaban precios de encierro, destierro o entierro.

La famosa paz social encerraba imposibilidades para que muchos seres humanos tuvieran acceso a educación que les diera más que el burdísimo reconocimiento de grafías y dígitos, a vivienda, a distribución más equitativa de la riqueza, a participación política. Paz con violaciones a lo más profundamente humano es una paz que difícilmente merece tal nombre.

Hay un término que en lenguaje medio oriental se expresa como “Shalom” -que puede ser traducido también como paz- que nos puede ilustrar mucho… Es costumbre antiquísima en los pueblos del Oriente medio saludarse con la referida expresión y con ella desear paz a quienes se encuentran en el lugar que se visite, pero se trata de la paz que se da cuando todos tienen la oportunidad de acceder a condiciones de vida como “Dios quiere”: con todo aquello que permite ser tan humanos como sea posible: vivienda, ropa, protección de quien gobierna, salud, una visión más crítica del mundo que permita solucionar creativa y solidariamente los problemas, espacio para la libertad…

¡La paz es posible! ¡Tiene que ser posible! Es el grito. El empeño está en que no sea una paz boba, inconsistente, meramente carente de balazos y muertos, pues ese es sólo su primer escalón, sino una inteligente, activa, solidaria, crítica, creativa: la que permita mejores condiciones de vida. Y para ser pacífico en este sentido hay que comenzar siéndolo desde la casa, la escuela, el lugar de trabajo. Compromiso porque haya menos muertos y que al mismo tiempo los vivos estemos más realmente vivos.

No hay comentarios.: