Autor:
Alejandro Ortiz Cotte
Publicado: La primera de Puebla, 25 de octubre de 2011
Nadie duda que sean tiempos difíciles de vivir y duros de
comprender. Y no es que no sepamos darle a nuestra realidad una explicación
sociológica, política y económica correcta, sino que estas respuestas no
satisfacen nuestras preguntas más hondas y vitales. Preguntas que tienen que
ver con nosotros mismos, con nuestra humanidad, con nuestros humanismos.
¿Seguimos siendo humanos? Parece ser la pregunta fundante, la inicial, la
primera. Si la respuesta es afirmativa debemos preguntarnos entonces ¿qué
entendemos ahora por ?humanos??.
Se supone que el ser humano se distingue de otros seres vivos -que nosotros denominamos ?inferiores?- porque nosotros nos autocaracterizamos de ser ?sapiens? es decir, superiores, por ser capaces de abstraer, reflexionar y pensar. Pero ¿dónde esta lo sapiens en la realidad que vivimos hoy?
¿Pueden catalogarse como humanos los responsables de la muerte de 60 niños de las guarderías ABC? ¿Podemos llamar homos sapiens a los sicarios que desaparecen a sus víctimas en acido para borrar toda evidencia? ¿Se pueden nombrar seres superiores a las bandas delictivas que violan a las mujeres migrantes no una sino hasta catorce veces? ¿Podemos llamarnos humanos los que sabemos esto y no hacemos nada?
Hemos creado un mundo demente y absurdo. Esquizofrénico dirán otros. Estamos enfermos de nosotros mismos. Hemos consentido y aprobado con nuestro silencio y apatía que ganen los victimarios, que se adueñen de nuestros sueños los dictadores. Somos creadores de nuestro propio Auschwitz, de nuestro propio infierno. Los campos de concentración se llaman ahora ?casas de seguridad?, ya no perseguimos a los judíos sino a los migrantes, no se experimenta como los nazis simplemente se tortura siempre creativamente, cambian las cámaras de gas por ?tambos? de ácido, han vuelto a México un gran cementerio clandestino.
El absurdo le ha ganado al concepto, nuestra irracionalidad es más fuerte que nuestra cordura. Nuestra demencia le ha ganado a nuestra razón. Edgar Morin tiene razón cuando nos denomina homos demens. Hay una fuerte descomposición antropológica hoy. No sabemos quiénes somos, no sabemos si dejamos de ser humanos.
Alguien dirá estos es una exageración, hoy puedo leer este artículo en paz y no pasa nada. Puede ser cierto o puede ser sólo casualidad. Puede ser que todavía no nos toca, un padre secuestrado, una madre violada, una hermana raptada y prostituida o un hermano encajuelado. Ya no es cuestión si tienes dinero o no, si eres rico y burgués. Ahora todos corremos peligro, todos somos víctimas en potencia. A todos nos cabe una bala perdida.
Esta realidad es una creación de unos pocos pero es alimentada por millones de nosotros. Necesitamos volver a recuperar nuestra racionalidad y nuestra lógica, tenemos que empezar de nuevo por el principio, como hace miles de años, dónde las sociedades inventaron el ?no matarás? una regla, un mandamiento, una ley que nos permitió por millares de años sobrevivir unos de otros. En esta involución social que vivimos necesitamos recuperar nuestro lado sabio y compasivo, nuestra cara solidaria y amistosa.
Se supone que el ser humano se distingue de otros seres vivos -que nosotros denominamos ?inferiores?- porque nosotros nos autocaracterizamos de ser ?sapiens? es decir, superiores, por ser capaces de abstraer, reflexionar y pensar. Pero ¿dónde esta lo sapiens en la realidad que vivimos hoy?
¿Pueden catalogarse como humanos los responsables de la muerte de 60 niños de las guarderías ABC? ¿Podemos llamar homos sapiens a los sicarios que desaparecen a sus víctimas en acido para borrar toda evidencia? ¿Se pueden nombrar seres superiores a las bandas delictivas que violan a las mujeres migrantes no una sino hasta catorce veces? ¿Podemos llamarnos humanos los que sabemos esto y no hacemos nada?
Hemos creado un mundo demente y absurdo. Esquizofrénico dirán otros. Estamos enfermos de nosotros mismos. Hemos consentido y aprobado con nuestro silencio y apatía que ganen los victimarios, que se adueñen de nuestros sueños los dictadores. Somos creadores de nuestro propio Auschwitz, de nuestro propio infierno. Los campos de concentración se llaman ahora ?casas de seguridad?, ya no perseguimos a los judíos sino a los migrantes, no se experimenta como los nazis simplemente se tortura siempre creativamente, cambian las cámaras de gas por ?tambos? de ácido, han vuelto a México un gran cementerio clandestino.
El absurdo le ha ganado al concepto, nuestra irracionalidad es más fuerte que nuestra cordura. Nuestra demencia le ha ganado a nuestra razón. Edgar Morin tiene razón cuando nos denomina homos demens. Hay una fuerte descomposición antropológica hoy. No sabemos quiénes somos, no sabemos si dejamos de ser humanos.
Alguien dirá estos es una exageración, hoy puedo leer este artículo en paz y no pasa nada. Puede ser cierto o puede ser sólo casualidad. Puede ser que todavía no nos toca, un padre secuestrado, una madre violada, una hermana raptada y prostituida o un hermano encajuelado. Ya no es cuestión si tienes dinero o no, si eres rico y burgués. Ahora todos corremos peligro, todos somos víctimas en potencia. A todos nos cabe una bala perdida.
Esta realidad es una creación de unos pocos pero es alimentada por millones de nosotros. Necesitamos volver a recuperar nuestra racionalidad y nuestra lógica, tenemos que empezar de nuevo por el principio, como hace miles de años, dónde las sociedades inventaron el ?no matarás? una regla, un mandamiento, una ley que nos permitió por millares de años sobrevivir unos de otros. En esta involución social que vivimos necesitamos recuperar nuestro lado sabio y compasivo, nuestra cara solidaria y amistosa.
Debemos recuperar nuestro respeto
por la vida humana. Saber y asumir que cuando niego al otro me niego a mí
mismo. Que matar es la contradicción humana fundamental. Es la negación total
de mi mismo. Aunque es cierto que hoy matar a un ser humano es fácil y muy
barato. Y lo peor es que se ve como normal: los niños juegan a matarse, los
deportista festejan un gol disparándose, etc. Ya no podemos permitir esta
cultura del absurdo. No podemos seguir manteniendo una forma de vivir donde el
asesinar sea visto como algo normal y el estar vivo como una suerte de que
todavía no te toca.
Recuperemos lo que nos hace humanos, recuperemos la ética.
Tal vez debemos recordar y volver a enseñar los tres argumentos que decía Santo
Tomás de Aquino para no matar. Matar es contrario a la inclinación natural de
amar y defender la vida. Matar entonces sería un acto ilógico en sí mismo y
antinatural humanamente hablando. El segundo dice que la vida individual
pertenece de alguna manera a una patrimonio mayor, a un patrimonio común, de
esta manera matar sería apoderarse de ese bien colectivo, o en palabras más
comunes robarse algo que no es suyo para despedazarlo, aquí la muerte no daña
sólo a una persona sino a toda una comunidad.
Y el tercer argumento es
religioso ya que determina que la vida es un don-regalo de Dios y el disponer
de ella sería negar, enfrentar o querer ocupar el lugar de Dios en la historia
humana. Enrique Dussel en su libro de ética nos habla que el primer principio
ético debe ser la defensa, generación y desarrollo de la Vida en especial de
aquellos seres más vulnerables y excluidos. De ahí que nos diga y enseñe: ?todo
acto que defienda, promueva y genere vida es un acto bueno? y hoy diríamos ser
buenos se ha vuelto una necesidad, no una opción.
Son tiempos de volver a lo humano en tiempos del horror, son tiempos de volver a la compasión primera y a la ética fundamental. Son tiempos de volver a entrar en razón, antes que sea demasiado tarde.
Son tiempos de volver a lo humano en tiempos del horror, son tiempos de volver a la compasión primera y a la ética fundamental. Son tiempos de volver a entrar en razón, antes que sea demasiado tarde.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario