lunes, octubre 03, 2011

Corrupción y violencia en nuestras escuelas

Autora: Luz del Carmen Montes Pacheco
Publicado: La Primera de Puebla,  28 de septiembre 2011

     En nuestro país hay una lucha encarnizada contra el crimen organizado, se proclama internacionalmente un gran avance en materia de la transparencia y lucha contra la corrupción. Hay campañas nacionales contra la violencia hacia la mujer y los niños,  contra la violencia en las familias.
     ¿Por qué este tipo de políticas, programas y estrategias no llegan a nuestras escuelas?
La violencia en las escuelas no solo consiste en el acoso sistemático y prolongado de uno o varios estudiantes en contra de un compañero o compañera, acompañado de silencio o complicidad de otros estudiantes.
     Hay otras formas de violencia, de corrupción y de crimen organizado que no se están combatiendo.
     Hay crimen organizado en muchas escuelas. Cuando las autoridades piden a los directores y profesores que no reprueben a los estudiantes para no afectar las cifras nacionales. Cuando estudiantes universitarios, después de haber aprobado ocho o nueve semestres de una licenciatura, reprueban el examen general de egreso ceneval. Cuando se contrata a profesores o se permite que se herede una plaza magisterial, sin que haya preparación pedagógica o interés en la labor educativa.
     No hay transparencia cuando los profesores asignan una calificación ficticia para simular que el estudiante pasa los exámenes, cuando los profesores solo preparan por semanas enteras a sus estudiantes para pasar las pruebas estandarizadas, cuando los profesores permiten el uso indiscriminado y excesivo de teléfonos celulares y de computadoras para tareas que no son académicas y muchos menos formativas.
     Hay corrupción cuando los estudiantes, después de hacer poco o casi nada de actividades académicas, negocian con los profesores para que no los reprueben o para que les suban las notas.
     Hay violencia escolar cuando un profesor acepta que un estudiante entregue cualquier cosa que no es lo que pidió como tarea y asigna una calificación aprobatoria, cuando un estudiante responde otra cosa a lo que se le preguntó y le agradece su aportación, y cuando permite que todo el grupo aplauda un mal trabajo que presenta un equipo de sus compañeros.
     No hay que olvidar que además se fomenta el plagio pues se aceptan todo tipo de copias de tareas que están en internet (o en libros) sin citar la fuente de la que se extrajo la información.
     Es un acto de violencia ignorar que los estudiantes de secundaria o preparatoria no saben sumar, dividir o multiplicar fracciones, y no saben acentuar ni decodificar lo que leen, ya no digamos comprenderlo.
     ¿En dónde están la tan citada calidad educativa? ¿En dónde queda el aprendizaje auténtico y el interés porque los estudiantes aprendan conocimientos y desarrollen habilidades y actitudes positivas para su formación? ¿No son igual de importantes los hábitos de estudio que los hábitos para alimentarse bien?
     ¿Cómo es posible que se proclame por los derechos humanos y se construya una sociedad más justa si no se denuncian las prácticas corruptas en las escuelas?
Hace unas cuantas semanas, en la segunda sesión de la Cátedra Pablo Latapí Sarre organizada por las Universidades Jesuitas en México, el Dr. Bernardo Toro, académico de la Universidad Javeriana de Colombia, hablaba de que un bien público, es un bien con la misma calidad para toda la sociedad, ricos y pobres. Si queremos que la educación sea un bien público en México, todos debemos trabajar para que haya la misma calidad en todas las escuelas, funcionen con fondos públicos o privados, en todos los niveles educativos.
     Si continuamos aceptando la simulación, la corrupción y la violencia en nuestras escuelas, no solo seremos un país de reprobados, el número de ciudadanos ignorantes y corruptos aumentará y todos seremos culpables.
     Padres, madres, profesoras, directores, rectores, presidentes y estudiantes debemos luchar, desde la trinchera en la que nos hemos colocado, con las armas que tenemos  a nuestro alcance, para que la educación sea formación y no solo información, para que haya transparencia en nuestras prácticas; para que se cultive la honestidad, la responsabilidad, la verdad, el amor, la belleza, la justicia, los valores inherentes al ser humano.


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