Autor: Alexis Vera
Publicado: en Lado B, 5 de octubre de 2011
Aquellos que hoy tienen la responsabilidad de ser jefes, tanto en el ámbito público como en el privado, se enfrentan al monumental reto de lograr resultados en quipo y de no morir en el intento. Trabajar con gente de manera colaborativa implica un desafío enorme para cualquier persona, en especial para quienes son jefes. Una de las principales funciones de cualquier directivo es hacer que un equipo de personas trabaje armónicamente y que además consiga su cometido. Es decir, ser competitivos sin dejar de ser humanos. Suena fácil en el papel, pero es sin duda un trabajo complejo en el que no todos tienen éxito. ¿Por qué?
Lo que se espera de los jefes
Las organizaciones de hoy esperan que sus jefes logren cosas extraordinarias con recursos ordinarios pero además que, en el intento, no se deshumanicen ni ellos ni los miembros de su equipo de trabajo. En las empresas se espera que sus directores y gerentes alcancen metas financieras que con frecuencia son excesivamente agresivas o difíciles de lograr. Pero además la exigencia es cada vez mayor: ahora no sólo se trata de hacer dinero sino de, por ejemplo, tener un buen ambiente de trabajo; hay que sacar la producción bien y a tiempo pero además hay que ser democráticos –no autoritarios-, hay que convencer, no vencer a los miembros de un equipo. Es decir, hay que llegar a la meta pero además hay que llegar con de una manera justa.
Esto me parece definitivamente un reto maravilloso y noble. Es el gran reclamo de la sociedad hoy: empresas e instituciones altamente productivas e innovadoras que además hacen felices a todos sus empleados. Y ¿quiénes son los responsables de hacer que esto suceda? Pues fundamentalmente los jefes. ¿Quiénes se llevan por lo tanto la mayor presión? ¡Sí! Acertó, los jefes. Para eso les pagan, dirán algunos y –en efecto- uno de los papeles básicos de un directivo es manejar situaciones altamente estresantes por su complejidad y riesgo, pero no hay que perder de vista que todo ser humano tiene límites.
Me parece que hoy día los límites de lo humanamente exigible hacia los jefes se están rebasando con una frecuencia preocupante y, considerando todo lo que depende de las decisiones de los directivos, podríamos concluir que esto no es de ninguna manera positivo para la organización.
Recomendaciones para los jefes
Hay muchos libros escritos sobre gerencia y liderazgo. También hay muchos eventos con grandes conferencistas que, al igual que dichos libros, dan buenos consejos para líderes y jefes. Creo que todos ellos, sin ser exhaustivos ni absolutos, aportan. Las recomendaciones que a continuación escribo no son, por supuesto, una receta que curará todos los males de quien jefe es. Probablemente tampoco son los mejores ni todos los consejos que hay al respecto. Son más bien tips con sentido común que, a la luz de mi propia experiencia, pueden ser de gran utilidad.
Autoconocimiento
Todo buen jefe sabe cuáles son sus fortalezas y debilidades, tanto en lo laboral como en lo personal. Pero además sigue buscando y descubriendo continuamente, es decir, no cesa de autodiagnosticarse para intencionalmente mejorar. Las virtudes y limitaciones de un líder no son estáticas. Éstas van evolucionando o involucionando con el paso de los años, por lo que se vuelve necesario autodiagnosticarse continuamente para tener una foto actualizada de la persona y jefe que se es.
Escucha
Antes de tomar decisiones, un buen jefe escucha, aprende de los demás para tener un mejor juicio de lo que está pasando. Ningún jefe tiene el monopolio de la razón, por lo tanto es sabio buscar aprendizaje en lo que el otro tiene que decir. Cuando se es directivo la gran tentación es sólo querer dar órdenes, es decir, hablar todo el tiempo sin escuchar. Oír activamente a los demás deja un mensaje positivo y, por lo tanto, puede conquistar voluntades más fácilmente.
Desapego
No se puede dar gusto a todos, en algún momento las decisiones de un jefe acabarán por fastidiar a alguien, por lo que buscar el cien por ciento de aceptación de una decisión o idea es una tarea ilusa. El buen jefe reconoce esta limitación natural de su puesto y busca lo que es mejor para la encomienda que se la ha dado sin mortificarse demasiado por su propia popularidad. Es decir, tiene cierto desapego emocional de lo que puedan pensar o hacer aquellos que irán en contra de su criterio. Cabe señalar que desapego no es igual a negligencia.
Autocuidado
Finalmente, el buen jefe es capaz de cuidarse a sí mismo, tanto física como psicológicamente. Darse un tiempo para hacer cosas que le gustan, estar con gente que le ame, comer bien, etc. Como ya vimos, es mucha la presión y, por lo tanto, es fundamental que un jefe sepa cuidarse para afrontar lo que viene de la mejor manera.
Para terminar, me parece que un buen jefe no olvida aquello que Jesús preguntó a sus apóstoles hace dos mil años: ¿de qué le sirve al hombre ganarse al mundo si se pierde a sí mismo?
3 comentarios:
Muy interesante aporte. Ser jefe no es nada fácil. El liderazgo es un proceso que implica no solo la capacidad de tomar decisiones, sino la habilidad de desarrollar una cierta estabilidad emocional. Será fundamental adquirir la confianza pero al mismo tiempo el respeto de los dirigidos para que estos desarrollen tareas encomendadas de manera responsable y eficaz.
Saber liderar un equipo humano no es tarea sencilla como bien comentas. Y lo que igual te valía hace 5 años a día de hoy puede estar obsoleto, por lo tanto seguir aprendiendo y formándose cada día es básica.
Ser todo un líder coach es muy difícil, pero si lo consigues puedes generar una gran riqueza para tu empresa y para tu equipo. Saludos!
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